PENSAMIENTO

Hemos olvidado que el amor se concreta en unos pocos

A pesar de que el sonsonete del imperialismo, del neoliberalismo, de la extrema derecha y otros clichés son repetitivos y vacíos, calan todavía en sectores de la sociedad

Ni los españoles ni los blancos ni los varones ni los católicos han de pedir el perdón que se les reclama, precisamente, por parte de quienes les odian

Mi manera de ver el mundo giraba en torno a la dicotomía opresor-oprimido. Siempre tenía frentes abiertos por los que permanecer en la indignación continua

Los progres huelen el miedo. No teman equivocarse, teman quedarse callados. Ésa es la verdadera tragedia

Es evidente que los cinco rascacielos que presiden nuestro skyline —cursis madrileños dixit— no han hecho sino incrementar nuestras ganas de ser como Shanghái, Tokio, Londres o Dubái.

En nuestra obsesión por deshacernos de este modo de vivir, de contemplar el mundo y nuestra propia existencia, resulta paradójico que, incendiando los iconos que nos hacían más libres, hayamos erigido sobre sus cenizas un sinnúmero de ídolos que nos esclavizan.

No se puede hablar del concepto de progreso en la civilización occidental sin examinar su vínculo con la noción cristiana de tiempo lineal.

Necesitamos más, quizá mucho más en estos días en que los meros desaires involuntarios encienden una cruda tensión e indignación.

Dos décadas son más que suficientes como perspectiva para afirmar que aquella mañana en Nueva York concluyó la era que empezó con la Revolución Francesa.