Desde hace semanas, el régimen bielorruso envía de manera constante oleadas de emigrantes ilegales sobre sus fronteras con la Unión Europea, es decir con Polonia y las repúblicas bálticas, como parte del pulso que mantiene con la cúpula comunitaria, reacia a reconocerle como presidente legítimo del país.

El gobierno polaco, que no puede considerarse predilecto de Bruselas, también ha intensificado la protección de sus fronteras con más soldados y vallas. Polonia ha advertido de que no dará comida, agua ni ropa a los inmigrantes que ingresen en el país ilegalmente en el país. En palabras del primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki: “Lo primero es defender nuestras fronteras de cualquier peligro”.

Además de las decisiones del gobierno de Varsovia, las reacciones de otros dirigentes de aquellos países directamente afectados empiezan a sucederse. Así, la primera ministra lituana, Ingrida Shimonyte, ha anunciado la construcción de un muro que permita controlar su frontera con otrora vecino soviético de manera más eficaz.