Si es usted hombre, habrá notado que tiene la culpa de muchas cosas. Si es blanco y heterosexual, es culpable de todo lo que pasa a su alrededor con carácter retroactivo. Olvídese de poner alguna objeción a sus culpabilidades adjudicadas porque su opinión tiene el mismo peso que el aire. Se preguntará en qué momento se ha desarrollado todo esto. La respuesta más simple podría ser que la enfervorecida lucha de clases perdió su sentido dejando a la izquierda sin mucho discurso. Esto es un problema cuando vives de vender soflamas. Ante este vacío, la lucha de género se presentó tan válida como cualquier otra porque de lo que se trata es de sentarse a vivir de los demás mientras recuerdas constantemente que hay un grupo de personas culpable de todos los males. Esas personas hoy son los hombres y el resultado está siendo asombroso.

El feminismo más radical odia al sexo masculino y ha establecido una corriente que se ha expandido por toda la sociedad como una mancha de aceite, con los medios de comunicación jaleando y la izquierda repartiendo agua. Cualquier persona que interactúe mínimamente en la calle en su día a día verá que este mensaje ha calado. Un desacuerdo con un hombre se zanja con el argumento de que es un hombre. La gente funciona en general con criterios mínimos y todo el mundo repite eslóganes de manera impecable. Los chistes sobre hombres se pueden hacer sin miedo, ahí sí ya vamos con todo; ni delito de odio, ni corrección política, ni nada. No es un buen momento para demostrar pública admiración ni por los hombres en general, ni por el que tenga usted más cerca en particular. Bien es verdad que con este panorama tampoco él creería ningún halago, para qué.

Todo esto podría quedar en una mera anécdota o una inexplicable moda si no fuera porque ya han aprobado leyes diferentes para ellos y han fulminado la presunción de inocencia a la mitad de la población en base a su género. Sin despeinarse. Esto es algo tan sumamente grave que merece capítulo aparte.

La masculinidad se ve como algo malo que hay que tapar. Ahora se habla mucho de la nueva masculinidad. No pensábamos que enfrentarnos entre nosotros era una opción porque la normalidad en nuestras vidas era hombres y mujeres aprovechando sus diferencias para hacer equipo. El consenso ha decidido que todos los hombres son culpables de algo sólo por su biología. Y perdón, pero no. Los hombres buenos son mayoría aplastante, con su masculinidad y todo. Lo que hay es gente impresentable y gente mala que es un concepto que se da en todas las biologías. Esto está haciendo mucho daño a los hombres. No hay más que echar un vistazo para darse cuenta a los datos de suicidio que se preocupan mucho en no airear. Es un daño que será muy difícil de reparar.

Muchos hombres que se encuentran ahora mismo en edad adulta no han podido aprender a ser padres a través del ejemplo cercano del suyo porque ese ejemplo, aunque existía, no existió. No era una época de dedicación a los hijos ni de confesiones a medianoche. Sin embargo, esa generación con padres que miraban de lejos ha hecho una doble pirueta en el aire para convertirse en padres cercanos y admirables. Son hombres con un sentido de la responsabilidad que les aplasta, que se sienten un modelo para sus hijos. Los hijos los admiran y quieren con devoción. Hay hombres sufriendo las consecuencias de leyes injustas que les están destrozando la vida y esto hay que decirlo todo el tiempo. Hombres que luchan por estar en la vida de sus hijos, y a los que sus hijos necesitan. Que se levantan todas las mañanas con más carga mental que ganas, y con la responsabilidad de sacar adelante familias enteras. Hombres que caen, se sacuden la ropa, y sin muchos aspavientos se vuelven a poner de pie. Hombres que cumplen siempre y con todo y a los que la sociedad en este momento solo insulta y da la espalda.

No me digan más que los hombres son violentos porque está en su genética si luego me van a dejar leer a Gistau con su paternidad recién estrenada que desgarra el corazón. No me digan que los hombres no tienen sensibilidad si luego voy a poder pasear por Florencia y morir de síndrome de Stendhal. No me vale la excusa de que no saben expresar sus sentimientos si luego llega Joaquín Sabina y lo sangra todo por escrito. Evítense el discurso de que son unos inútiles que no reparan en detalles si tenemos la luz de Sorolla que nos deja sin palabras. Intentáis dibujar hombres vacíos e inútiles cuando la lista de las maravillas que han creado es tan infinita como la Historia del Mundo. Podría llenar páginas sin fin con creaciones de hombres sensibles y buenos que han llevado la civilización hasta donde está. Vais a necesitar una lona muy grande para ocultar las maravillas que los hombres han creado, amargadas. Vais a tener que poner la lona encima a vuestros propios hijos incluso y con ella tapar el mundo entero. Habéis perdido el norte con esta criminalización y esto no va a conducir a nada bueno.

Benditos hombres. Bendita masculinidad.