Volver a recordar que mañana se celebrará una de las concentraciones más importantes de nuestra historia reciente mañana a las 12.00 en la madrileña plaza de Colón podría resultar reiterativo. Pero hay citas que merecen doble remarque en rojo en nuestros calendarios.

La plataforma convocante, Unión78, presidida por Rosa Díez, persigue un doble propósito. Por una parte, hacer visible el rechazo de la inmensa mayoría de los españoles a la concesión de los indultos a unos delincuentes, y por otra, respaldar al Poder Judicial en la firmeza que –hasta el momento– parece mantener frente a la apisonadora del Ejecutivo socialcomunista. En el fondo, ambos objetivos confluyen en uno mismo: la defensa del Estado de Derecho, que pasa, indefectiblemente, por el respeto y el acatamiento de la Ley.

Motivos de sobra

La convivencia. No la que el Gobierno, con Sánchez a la cabeza, ha caricaturizado hasta lo grotesco, con toda clase de piruetas verbales que revelan lo absolutamente memos que nos considera, sino por la real, que sólo puede nacer de la observancia de la ley. Según las tesis sanchistas, coreadas al unísono por sus palmeros, la convivencia se reforzaría, precisamente, con la vulneración de las normas. Con la trampa.

Los compatriotas que viven asfixiados por el independentismo. Y es que los indultos no dejan de ser sino una (otra más) bofetada del Estado propina sobre el rostro de los miles de catalanes que, día a día, dan la cara por vivir en libertad dentro de sus propias fronteras. Habiendo sido abandonados a su suerte por los grandes partidos que han gobernado España en las últimas décadas, su único asidero son las distintas sentencias que oxigenan el irrespirable aire nacionalista. Dinamitar la condena a los golpistas con la concesión de los indultos, implicaría fulminar su principal conducto de supervivencia.

Exigir la división real de los poderes del Estado. Desde que el felipismo (de nuevo, el PSOE) sometió el Poder Judicial a la conveniencia de los enjuagues políticos, la longa manus de los partidos no ha hecho sino ahondar en la perversión de nuestro sistema. Eso que los socialistas y nacionalistas (valga la redundancia) llaman “judicializar la política”, no es sino hacer prevalecer la Ley frente a sus fermentados mejunjes.

Los intereses de un partido nunca pueden estar por encima de los de la nación. Y esto, que es una premisa básica para la subsistencia de una comunidad política, y que es compartido, aceptado, defendido e impulsado por cualquier país normal y civilizado, en la España del PSOE hay que salir a reivindicarlo. No olvidemos que, más allá de cualquier lectura respecto de lo que implican los indultos (ya sea a nivel político, jurídico o comunicativo), estos sólo responden al mero, único y frívolo interés de Pedro Sánchez por asegurarse los apoyos de ERC para mantenerse en la Moncloa. Ni convivencia, ni diálogo, ni revanchismo, ni frentismo. Puro y simple interés de partido.

A pesar de todo, algunos todavía dudan

Que si la foto, que si qué dirán, que si no conviene hacer ruido. Ante la duda, invito a recordar la sonrisa sádica de Sánchez; el tono de institutriz de Carmen Calvo dándoles lecciones de cómo ser o no demócratas; las palabras atropelladas de Ábalos saliendo de su sátira boca. También a los policías apaleados aquel 1 de octubre por las turbas golpistas y el grito de socorro de muchos pequeños comerciantes catalanes; a los independentistas riéndose de todos nosotros con su ho tornarem a fer. Que resuene en sus oídos el pitido de Echenique dando la bienvenida a quienes se suman a los parabienes de los indultos; la voz de Adriana Lastra diciendo que no apoyar al Gobierno es fomentar la confrontación. Contemplar a Iglesias, feliz en su mansión, viendo cómo lo que él defendió primero, está saliendo según había previsto.

Y, si alguien sigue dudando, que recuerde aquella inútil mayoría absoluta que de nada sirvió para frenar esta deriva. El 155 tibio como sus precursores que sólo desemboco en unas nuevas elecciones a las que, desde el Ejecutivo, se invitó a concurrir a los golpistas. Y que piense también en los que hoy reivindican aquel gobierno de Rajoy mientras piden perdón en la radio pública catalana por la actuación policial el 1 de octubre de 2017. Los que viven en el cálculo permanente de si conviene o no acudir mañana a Colón, por miedo, más que a la foto, a la recepción que los españoles les puedan dar. Cobardes hasta para ser cobardes y renunciar a asistir mañana.

Los motivos son infinitos: España y la Libertad. ¡Nos vemos en Colón!