El pasado 12 de mayo se celebró el 317 aniversario del nacimiento de Francisco Salzillo, el genial imaginero murciano. «Su búsqueda de belleza ideal a la par que muy naturalista fueron sus señas de identidad, que dieron como resultado un arte de impronta clásica y atemporal, de reconocimiento mundial». Si no han visitado el Museo Salzillo, les recomiendo adentrarse en él. Quien se anime sentirá esa atmósfera que proporciona el reposo tan necesario entre la sobriedad y el estallido de los sentidos.

La directora del Museo Salzillo y profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Murcia (UMU), María Teresa Marín Torres, mantiene esta charla con La Iberia. Ya son 20 años dirigiendo uno de los espacios del arte más reconocidos y respetados del patrimonio artístico. María Teresa Marín es de esas personas que se siente afortunada. Su trabajo le llena la vida y se la mejora al contacto con la belleza de figuras como el Ángel de la Oración, el Cristo de La Caída, la Virgen del Carmen de Liétor, la Dolorosa de Jesús, la Virgen de las Angustias de Servitas…

Compartimos charla sobre su trabajo en el Museo Salzillo, pero también sobre fe, el don  hermoso que es la vida, la importancia de valorar el mundo de los afectos y la cercanía de la familia y de los amigos como mejor refugio. Y conoceremos también que la literatura, la pintura, la música y el cine articulan su día a día, «tanto que a veces los necesito como si fueran medicinas».

¿Qué le llevó a estudiar Historia del Arte? 

Desde muy pequeña estaba enamorada de una enciclopedia de Historia del Arte que compró mi padre, me la sabía casi de memoria de tanto leerla. Mi tía estudiaba la carrera universitaria y me encantaba verla con sus apuntes y sus recortes de fotos para sus trabajos. También disfrutaba mucho de la escultura de las procesiones de Semana Santa, que a mi madre le apasionaba, al igual que viajar y ver monumentos, lo que también heredé de ella.

¿Alguna vez imaginó ser responsable del museo Salzillo?

Nunca imaginé cuando fui con el colegio de visita al museo y compré mis postales para hacer un trabajo sobre Salzillo, que al final terminaría dirigiendo aquella institución. Luego en la Universidad, al cursar Geografía e Historia, con la especialidad de Historia del Arte, así como Biblioteconomía y Documentación, vi que me gustaba el mundo de la Museología, como lugar de encuentro de todas esas pasiones. Y fue cuando empecé a trabajar con una beca de colaboración e inicio a la investigación con el profesor Cristóbal Belda, que era el director y que fue también mi maestro y director de tesis. Fue él el que años más tarde me tanteó, junto a algunos de los responsables del Patronato, para ver si estaría dispuesta a dirigir el museo y mi respuesta fue positiva, como no podía ser menos.

Preséntenos a Salzillo y díganos razones para no perdérselo

Francisco Salzillo es uno de los grandes escultores de la historia del arte español. Ya sólo por eso la contemplación de su obra debe ser algo que nadie se debe perder, ya sea visitando su museo monográfico, o algunas de las iglesias que tienen la suerte de tener obra suya, o incluso en movimiento cuando salen en procesión. Es uno de los máximos representantes del Barroco español, un genio en la talla de la escultura en madera policromada. Hijo de su siglo, el XVIII, tuvo un importante taller familiar que trabajó de modo profuso para todo el antiguo Reino de Murcia. Su sensibilidad cercana al arte napolitano que le enseñó su padre, también escultor, y su búsqueda de una belleza ideal a la par que muy naturalista fueron sus señas de identidad y que dieron como resultado un arte de impronta clásica y atemporal, de reconocimiento mundial.

¿Le ha ocurrido que la misma imagen que contempla todos los días, otro día la ve de otra forma? ¿Le siguen sorprendiendo?

Sin duda. Ocurre explicando Historia del Arte a los alumnos, pues nunca dejas de aprender sobre las obras, pero también en su estudio y su visión pausada en los museos, pues el contacto real es una experiencia siempre única y maravillosa. Tener la suerte de trabajar en un museo y estar casi en contacto diario con obras maestras es algo fantástico, es como si te hablaran. Y el público también aporta mucho. Ver a través de la mirada de otras personas es siempre enriquecedor porque pueden darte una perspectiva novedosa sobre la que no habías pensado con anterioridad o sobre la que no habías profundizado. Me encanta ver y escuchar cómo la gente ve y dice.

Si tuviera la oportunidad de hablar con Salzillo, ¿de qué hablaría con él?

Muchas veces, cuando hay que tomar alguna decisión o hacemos alguna actividad especial, lo tengo muy presente y me pregunto siempre qué pensaría él, si le parecería bien. Sobre todo cuando hemos llevado alguna obra fuera, imagino qué diría Salzillo al ver sus obras en otros lugares, en otros países. Si pudiera hablar con él me encantaría que me dijera cómo realizaba sus obras, que me contara cómo era la vida en el siglo XVIII, cuáles fueron sus zozobras y sus momentos más felices.

¿Tiene alguna imagen favorita de Salzillo? ¿Por qué?

En realidad, es muy difícil elegir. ¡Son tantas las obras en las que demostró su genialidad! Pero podría citar algunas como el Ángel de la Oración, el Cristo de La Caída, San Antón, la Virgen del Carmen de Liétor, la Dolorosa de Jesús, San José de Lorquí, la Virgen de las Angustias de los Servitas, el Amarrado de Jumilla, el episodio del Sueño de San José del Belén… tantas y tantas. Todas he tenido la suerte de verlas muy de cerca, de pasar horas contemplándolas.

¿Cuál impacta más? ¿Por qué?

Siempre le he tenido un cariño especial al paso de La Oración en el Huerto, porque soy cofrade del mismo desde hace treinta años, y eso marca mucho. Pero también me impacta mucho el rostro de Jesús en los diferentes pasos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús, desde el de La Caída, donde el escultor tuvo muy presente la imagen del titular, al del Prendimiento, que muestra la decepción ante el amigo traidor, o el de la Oración en el Huerto, que es un rostro de gran patetismo que inspira ternura y profunda pena. Igualmente ocurre con el de los Azotes que a mí me transmite mucha paz y resignación ante el destino o de La Última Cena, que impresiona por su mirada trascedente, como en contacto con el más allá.

¿Ha vivido alguna experiencia única?

Vivimos momentos mágicos cuando montamos el belén en Madrid o en Bilbao. El poder tener en tus manos las pequeñas esculturas de Salzillo es algo irrepetible, puedes ver detalles muy de cerca y tener la sensación de estar conectando directamente con el artista, que también tuvo en sus manos esas obritas a las que les supo infundir vida. También ha sido una experiencia única el conocer a los hermanos García de Castro, cuando nos prestaron su belén napolitano, luego adquirido por la Universidad Católica de Murcia. Me descubrieron un mundo nuevo y ahora me fascina investigar sobre este tipo de belenes tan maravillosos, que destacan por ser verdaderos documentos sobre cómo vivía la gente en Nápoles en el siglo XVIII, a través de las indumentarias y los objetos de la vida cotidiana. También nos ayuda a ver mejor esa conexión que tenía el escultor con la tierra de su familia paterna. Igualmente el museo te da la oportunidad de poder ver la reacción ante las obras de Salzillo de personas muy reconocidas, como las infantas doña Elena y doña Cristina, la reina Fabiola y un largo etcétera de personas que han pasado por allí.

Existen leyendas que rodean al imaginero y al desfile de Viernes Santo, como el misterioso enviado que regaló a Salzillo el boceto de su Ángel más conocido o el uso de los prodigiosos dátiles de la palmera de La oración

En realidad, hay muchas curiosidades y leyendas en torno a los pasos de Francisco Salzillo para la Cofradía de Jesús que son muy conocidas. Muchas de ellas datan del siglo XIX, cuando a veces se trataba de explicar la genialidad de las obras del maestro como si fueran producto de algo sobrenatural o divino. Curiosamente, las biografías más cercanas a la muerte del escultor son mucho más objetivas. A veces también ha funcionado un poco en esto lo del teléfono roto. Por ejemplo, su biógrafo y compañero en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, Luis Santiago Bado, decía que para realizar el sayón de La Caída se inspiró en un vendedor de espliego del mercado. Luego, después de muchos años, se decía que los sayones eran carboneros de Pliego. Siempre he pensado que Pliego vendría en realidad de lo del espliego, ¡es muy curioso!

¿Las imágenes en un museo nos hablan?

Por supuesto que nos hablan, aunque ciertamente hay personas que tienen mayor sensibilidad que otras a la hora de saber escuchar y ver. Los fotógrafos que han trabajado con la obra de Salzillo y que han pasado muchas horas observando sus esculturas te cuentan cosas maravillosas sobre esos diálogos que establecen. Me encanta hablar de ello con Carlos Moisés García, Joaquín Zamora, Juan Ballester, Kiko Asunción, Mariano Egea, Ana Bernal, María Manzanera y muchos más.

¿Es usted creyente? ¿Confía en que exista algo más allá de la muerte? 

Sí, lo soy. Cada vez me siento más incapaz de explicarlo, pero sí confío en que no todo acabe aquí. Soy cristiana y la base del cristianismo es la esperanza en la resurrección de la vida después de la muerte.

¿A qué se agarra sobre todo en momentos importantes?

Sin duda la familia y los amigos son los que siempre están en los momentos difíciles. El arte en general, y la literatura, el cine y la música en particular, también son para mí importantes, me producen momentos de evasión que, a veces, necesito como si fueran medicinas. Tienen la capacidad de hacerte feliz y de que las penas sean más llevaderas.

Viendo su Instagram, es también una enamorada de la naturaleza: los amaneceres, la tierra… ¿qué representa todo esto para usted?

Como se ve, soy una persona muy sensible. La suerte de tener un móvil con cámara hoy en día supone poder fotografiar un momento memorable, una sensación que vives en un determinado momento en comunicación con la naturaleza, que luego revives al contemplarla pasado un tiempo, te transporta al sentimiento que sentiste entonces. Me encanta la Huerta de Murcia, soy feliz entre limoneros, naranjos, palmeras, olivos, moreras, higueras, ¡qué privilegio vivir aquí!

Le gusta leer. ¿Qué libros y autores le suelen acompañar?

Siempre he sido una lectora compulsiva desde muy pequeña, no puedo dejar pasar un día sin leer. He leído a los clásicos de joven y ahora alterno literatura seria con la más informal. Me encanta evadirme con la literatura policíaca, romántica e histórica e incluso confieso que leo fanfiction en inglés de mis series favoritas (El Mentalista, Expediente X). Pero sobre todo siempre he sido una fanática de la literatura del siglo XIX. Leo y releo la de mujeres como Austen, las Brontë, Alcott, Du Maurier, Mitchell, Baum, Buck, Beauvoir, Laforet, Sontag, Hustvedt, etc.

También es una nostálgica de los ‘80…

Me encanta la música de la década de los 80, me transporta a mi juventud. Siempre he adorado la música electrónica y la pop, aunque ahora soy más abierta y me encanta escuchar de todo, incluso heavy. ¡Me paso la vida con los cascos de música puestos! También me apasiona la década de los 60, que era la de mis padres, porque crecí con ella. La música clásica me gustaba más de joven, en la época en que estudiaba solfeo y piano. Ahora escucho mucho más la música actual.

Y el cine no puede faltar, ¿qué época/directores destacaría?

También he disfrutado mucho siempre con el cine. Tuve la suerte de cursar Historia del Cine en el colegio y eso me marcó mucho. Imprescindible para mí es el cine americano clásico en blanco y negro, Hitchcock, el western, y cómo no, el neorrealismo italiano o la nouvelle vague francesa. Mis favoritas: Encadenados, Lo que el viento se llevó, Los 400 golpes, El Padrino, Cría Cuervos, Blade Runner, Gattaca, Mulholland Drive… También me gustan las series de época de la BBC. Soy muy clásica y previsible.

¿Tanta belleza artística a diario ha educado su mirada? ¿Considera que miramos cómo somos y con lo que hacemos cada día?

Sí, estoy de acuerdo. Miramos poniendo nuestro ser, con toda nuestra sensibilidad, con todas las vivencias que atesoramos y que nos hace ser quienes somos. Es importante que desde pequeños aprendamos a educar la mirada viendo todo el arte posible. Creo que eso nos hace más sensibles, más empáticos y nos hace creer en el poder del ser humano.

¿Se imagina una vida sin sentimientos, sin una escena de película o un párrafo escrito que nos emocione? ¿Se imagina que nunca se nos erizara la piel por nada?

No lo podría imaginar. Por lo menos yo, que necesito de todas esas cosas para ser feliz y para mi paz mental. Antes atesoraba estas cosas en un blog, mi Wunderkammer particular, ahora más en Instagram, pero echo de menos el ejercicio de escribir.

Nieves B. Jiménez
Seré los ojos de todo lo que ocurra en Cultura. Una ventanita abierta a la belleza, a proyectos bonitos de gente interesante, tareas anotadas en mi agenda, manías (casi) inconfesables, debilidades... Tal vez me has visto en Frontera D. Jot Down. Vanity Fair. Diario La Verdad (Vocento)... ¡Y premio SIMTAC 2019 al mejor reportaje de prensa!