Los críticos de las economías de libre mercado a menudo intentan tachar a estos sistemas de como dirigidos por la “codicia”. De hecho, incluso muchos defensores de las economías de mercado destacan que los mercados libres son eficaces a la hora de aprovechar el factor motivador del interés propio para generar beneficios generalizados.

Honradez, confianza y mercados

Sin embargo, a menudo se pasa por alto en el debate lo vitales que son la honradez y la confianza para el buen funcionamiento del mercado. Como escribió Walter Williams en este artículo de 2005, la honradez y la confianza no son simplemente cuestiones de carácter y moralidad; son cruciales para una interacción humana eficiente y una economía que funcione sin problemas.

Sí, dos engranajes indispensables de la máquina capitalista tan a menudo caricaturizados por el codicioso hombre del Monopolio y Gordon Gekko de la fama de Wall Street son los rasgos virtuosos de la honradez y la confianza.

Imagínense lo ineficientes que serían las transacciones del mercado si sus actores no tuvieran un nivel de confianza significativo. Cada día se realizan innumerables transacciones y actividades económicas que reflejan un nivel de confianza que se ha convertido en algo tan natural que la mayoría ni siquiera lo reconoce.

Como escribió Williams, imaginemos los costos y los inconvenientes que sufriríamos si la gente fuese generalmente deshonesta y no pudiéramos confiar en nadie. Tendríamos que cargar con instrumentos de medición para asegurarnos, por ejemplo, de que compramos 40 litros de gasolina y un kilo de carne.

Los costes de transacción de los intercambios menores se harían insoportables. Pero con una fuerte dosis de confianza, todos los días se realizan millones de transacciones, desde las más sencillas como “córtame el césped y te pagaré veinte dólares”, hasta el dar el número de tu tarjeta de crédito a un sitio web a la otra punta del país, a cambio de la promesa de que los libros o la ropa se entregarán en pocos días.

Pero eso no es todo. Los conductores de FedEx y UPS dejan cada día miles de paquetes en los porches de las casas de todo el país, con un índice de robos asombrosamente bajo. ¿Y se ha fijado en las tiendas que dejan el inventario, sin vigilancia, afuera por la noche?

¿Y si no hubiese confianza?

Según Williams, en las zonas donde el nivel de confianza es menor, estas acciones “equivaldrían a un suicidio económico”. Pero debido a un nivel de confianza generalizado, los comerciantes dejan sin vigilancia un inventario valioso con la confianza de que poco, o nada, será robado. Como la tienda puede maximizar los ingresos aprovechando al máximo todo el espacio disponible que tiene alquilado, la honradez y la confianza le permiten mayores niveles de ganancia y, a su vez, un mayor crecimiento económico y de empleo para las comunidades.

Sin embargo, Williams señala que “El hecho de que la honradez y la confianza sean vitales debería hacernos replantear el tratamiento de los deshonestos y los que no son de fiar. Las personas deshonestas imponen pérdidas que van más allá de las que sufren sus víctimas directas”.

Si los “piratas del porche” se desbocan, por ejemplo, “el resto de nosotros incurre en costos cuando las empresas de reparto dejan de entregar paquetes a menos que haya alguien en casa”, señala Williams.

Además, si los comerciantes observan un alto índice de robos de sus productos dejados fuera durante la noche, se verán obligados a limitar severamente el inventario que tienen para ofrecer, negando a los consumidores las opciones y permitiendo que suban los precios.

En resumen, concluye Williams, “es seguro decir que todo lo que socava la confianza aumenta los costos de las transacciones y nos hace empeorar”. Sin esos altos niveles de honradez y confianza, nuestra economía no habría alcanzado las cotas actuales, que eran inimaginables hace una generación.

Aunque no se puede negar que el robo y el fraude existen, estos casos quedan relegados a la excepción y no a la regla, especialmente en relación con los millones de transacciones que se realizan todos los días.

Los cínicos pueden decir que es la codicia lo que alimenta la economía de mercado, mientras que otros pueden señalar que una economía de mercado aprovecha el interés propio de las personas para el bien común.

Pero también debería incluirse en el debate el papel vital que desempeñan las virtudes como la honradez y la confianza, que allanan el camino para que la economía de mercado prospere.

Bradley Thomas | FEE