BBVA

Una de las grandes noticias económicas de los últimos meses es la tentativa de BBVA de adquirir el Banco Sabadell, ya sea por las buenas o por las malas. Sea como sea, el objetivo es el mismo: fusionar para después dominar.

La pulsión monopolística no desaparece por el hecho de restringirse al ámbito privado, sino que es más sinuosa y por ello debe igualmente centrar nuestra atención. Es fácil bajar la guardia al referirnos a los mercados, especialmente en tiempos de creciente y asfixiante presión estatal como la que vivimos desde 2008. Sin embargo, ello no es óbice para que se descuide la atención al dominio que llega desde los que ambicionan levantar imperios a partir de atacar a la libre competencia, aunque merme a los individuos que participan en el mercado. En las últimas semanas, la entidad multinacional afincada en Bilbao ha puesto en su mirilla a uno de los bancos de confianza de Cataluña, siendo esto no sólo una amenaza para el accionista del Sabadell sino también para todo ciudadano español.

Debe el lector saber que el precio de las cosas depende de la relación de existente entre lo que se demanda y lo que se oferta. Si son cuantiosos los oferentes y los demandantes, la teoría microeconómica más básica enseña que el precio será el que cueste la producción del bien producido. A medida que disminuyen los oferentes, la cantidad ofertada se reduce y ante una elevada demanda, los precios suben. La banca no es indiferente a esta regla.

El mercado crediticio español tiene una singularidad que lo diferencian de países como Alemania o los Estados Unidos. Mientras que los teutones tienen en su sistema financiero cientos de cajas de ahorro con fuertes raíces locales, los estadounidenses disponen de un sistema bancario en el que la banca comercial (que atiende a los consumidores de a pie para conceder hipotecas y préstamos personales) está compuesta por cerca de 3.000 entidades. ¿Cuál es la consecuencia de esto? Que el acceso al crédito para satisfacer necesidades es más barato que si operasen menos de 10. Sin embargo, en España vemos cómo el 75% del mercado se reparte entre nueve entidades, quién sabe si ocho si se llegara a consumar la fusión. Es decir, nacionalmente nos exponemos a que el acceso al crédito para el ciudadano sea más gravoso y, en último término, contribuya a empobrecer más a quienes recurren a él y engrosar el dividendo del que presta. O, como sucede únicamente en España, puede ocurrir que la banca local apenas remunere los depósitos en contraposición a lo que sucede en todos los demás países de Occidente. Nos encontramos en una situación en la que el que se endeuda paga altos tipos de interés mientras que los ahorradores no están cobrando como deberían.

Servilismo monopolístico

¿Por qué en España no podemos asimilarnos en esta práctica a los demás países de nuestro entorno, que no se ven en esta situación en la que la baraja del dinero se reparte entre solo nueve jugadores? Tal vez sea el servilismo cada vez mayor con el que afrontamos el día a día. El cansancio, el acoso y derribo y el desconocimiento juegan en contra del hombre que solo busca vivir. Tal vez nos hayamos acostumbrado y aceptado al atropello económico cuando recibimos nuestras dosis de gobiernos de izquierda, así como a la demolición social cuando hace lo propio la derecha.

El hecho de que ciertos sectores de la economía especialmente relevantes se reduzcan cada vez más a unos pocos participantes con el beneplácito político sólo trae a la mente ese capitalismo de amiguetes que dibujaba Hilaire Belloc en su Estado servil. Un juego de suma cero en el que las empresas con mayor penetración social siguen los postulados ideológicos que dicte el poder político y sean, consecuentemente, una extensión de éste; avanzando en la revolución del hombre contra sí mismo que empezó en la Modernidad.

Ricardo Martín de Almagro
Economista y escritor. Tras graduarse en Derecho y Administración de Empresas, se especializó en mercados, finanzas internacionales y el sector bancario. Compagina su actividad profesional con el mundo de la literatura. Actualmente se dedica al análisis y asesoramiento de riesgos económicos y financieros.