Pájaros

Hace meses asistí a una representación de la Orestíada, de Esquilo. Todo bien. Hasta que te das cuenta de que es una versión libre del clásico. ¿Quién ha dicho a los directores actuales que su versión (reescritura lo llaman) será mejor y más interesante que la de un Calderón de la Barca, de un Eurípides o de Hitchcock? En concreto, en esta versión, el revisionista borraba de un tirón a los dioses. ¿Hace esto más actual el texto? Adiós justicia divina… Aparte, creo que no estamos en la mejor época para experimentos con la justicia. Eso sí, todo muy espectacular en cuanto vestuario, luces… que no nos falte lo grandilocuente y pomposo.

Por no hablar de la insistencia sobre la llamada «primera guerra cultural» actual. Rara es la obra de teatro, lectura, película y exposición que no esté dedicado al «poder del feminismo», que todo lo ocupa y que han conseguido sacarlo de madre. Como dice Rosa Belmonte, «la discusión sobre qué es ser feminista resulta tan inútil como la de los límites del humor […] Si el feminismo es la creencia de un mundo mejor, todo este griterío no es un mundo mejor». Sin embargo, siguen multiplicándose los reportajes dedicados a las numerosas autoras, cuya irrupción en el oficio tiende a presentarse como una suerte de Siglo de Oro femenino. Me decía Manuel Arias Maldonado, mientras hablábamos de (Fe)Male Gaze (Nuevos Cuadernos Anagrama), «lo único que se puede hacer es seguir observando la realidad y comprobar si los cambios que están en marcha en la cultura producen los efectos postulados por los culturalistas, o si, en cambio, hay un límite —que sería entonces biológico o somático— a lo que la cultura puede llegar a cambiar».

Afortunadamente, tenemos autoras como Juana Escabias, dramaturga con 35 obras teatrales publicadas e importantes ensayos y libros de investigación sin caer en la tentación del panfleto. En su indagación sobre la dramaturgia del XVII ha compilado la existencia de (al menos) 21 dramaturgas españolas (el Imperio Español incluía entonces Portugal y el Nuevo Mundo). Trece de ellas fueron escritoras seglares, con Ana María Caro Mallén y María de Zayas a la cabeza. Entre las religiosas, destacó Juana Inés de la Cruz (Juana de Asbaje). Y, los temas diferían del canon de la época: «María de Zayas, por ejemplo (que cultivó fundamentalmente la novela y de la que sólo se conserva una obra dramática titulada La traición en la amistad), dibuja un grupo de personajes en el que las mujeres aman libremente a los hombres, dejándose llevar por sus pasiones, sin cortapisas».

La grulla

Hoy, echo una mirada a la cartelera y a las novedades literarias y me alegra ver que la oferta en la programación se va ampliando como una frondosa atmósfera salvífica, cuando a diario no paran de clavarte espinas.

El próximo 5 de abril se estrena Pájaros, de Pau Durà. Los multipremiados Javier Gutiérrez y Luis Zahera traen una road-movie entre el drama y la comedia. ¿La trama? Nace de sus miedos, de sus fragilidades, de sus fracasos y sus dudas, de sus sueños perdidos. Ambos, como la extraña pareja de un improvisado viaje por Europa, salen en busca de una grulla inalcanzable y un futuro imposible. No sólo recorrerán Europa (España, Italia, Rumanía hasta llegar al Delta del Danubio), también su propia vida, sus relaciones, la familia, el amor, el sexo…. Les resumo: «Colombo (Javier Gutiérrez) trabaja en un garaje 24h. Mario (Luis Zahera), un tipo peculiar y aficionado a las aves, que aparece inesperadamente en el garaje, lo contrata de chófer para ir a la Costa Brava a ver grullas. Pero al llegar a su destino, le cuenta que las aves han variado su rumbo migratorio hacia el delta del Danubio, en Rumanía. Mario necesita llegar hasta allí. Y Colombo necesita el dinero. Ocultando sus verdaderos motivos, emprenden un viaje que los llevará a conocerse mejor y enfrentarse a sí mismos». No me negarán que la temática ya es diferente a lo que abunda, ideológicamente, en cartelera y demás espacios culturales.

Elogio de las manos

Otro estreno al que le tengo muchas ganas —pinta muy bien— es la nueva novela de Jesús Carrasco, Elogio de las manos (Seix Barral), y que le ha llevado a alzarse con el premio Biblioteca Breve 2024. El jurado destacó, entre otras razones, «su originalidad como parábola sobre la importancia del trabajo manual como origen último del arte». La historia (en librerías desde el 6 de marzo), arranca en 2011, cuando el narrador y su familia llegan de un modo azaroso a una vivienda casi en ruinas, situada en un pequeño pueblo del sur de España, y un acuerdo con el propietario les permite hacer uso de ella mientras él encuentra financiación para construir allí unos apartamentos. Durante los años siguientes la familia pasa largos periodos en la casa, reparándola con sus propias manos, transformándola en un acogedor lugar de encuentro y celebración, conviviendo con una docena de gallinas, varios caballos y burros, dos perros y algún ratón, sin perder de vista que terminarán llegando las máquinas excavadoras.

La experiencia en aquella casa se acaba convirtiendo en una metáfora de la vida: nos entregamos a ella aun sabiendo que termina. Carrasco justificó este elogio de las manos, durante la entrega del premio, por ser «una parte del cuerpo que nos permite operar sobre el mundo», pues «sin manos no habría escritura, ni bisontes en Altamira, ni artesanía, ni fuerza de trabajo, ni proletariado, ni capitalismo, ni revolución industrial ni descubrimiento de América».

Este fragmento, al inicio de la novela, ya me dice mucho: «Que aquel lugar terminara siendo una parte importante de mi vida, casi una extensión de mi cuerpo, es algo cuya responsabilidad sólo puedo atribuirme a mí mismo. Porque fui yo, sin que nadie me obligara, el que le entregué a la casa una parte sustancial de lo que soy: mis manos. Allí trabajé de principio a fin de los días cálidos de verano y en los húmedos del otoño. […] junto con Juanlu derribé el tabique de la cocina, tapé innumerables grietas y cerré el paso del agua que se filtraba desde la azotea. […] En el corral improvisaríamos más tarde una especie de tenderete para que Veleña, la única burra que había en la casa por entonces, se protegiera de la lluvia. ¿Qué nos llevó a trabajar tanto por algo que sabíamos que terminaría más pronto que tarde? ¿Por qué no reservamos la esperanza y las fuerzas para objetivos más plausibles? De todas las preguntas que la casa me ha formulado en este tiempo esta última es, sin duda, la pregunta crucial».

Emoción, emoción, emoción

Al gran contador de historias que es Pablo Berger —qué bonita Robot Dreams— le preguntaban, hace unos días, cuál sería el gran fraude del cine. Tras mucho cavilar apuntó, acertadamente, «el  desencanto y desapego del espectador con las salas de cine». El arte es toda una oportunidad para gozar con las cosas de toda la vida, siempre será buen momento para hablar de esperanza, de libertad, de emociones, de valores, y esto me hace volver a Carrasco. Mucho de lo que nos rodea tiene que ver con lo humano, con la tierra, los valores. Es aquello que no está dicho, pero transpira el aire, las cosas que verdaderamente interesan de la vida.

Como un juego, regreso a Berger: «¿Cuál debería ser la principal impresión que debe trasmitir una película?». «Emoción, emoción y emoción. Conmover. Emocionar al público». La cultura siempre debe ser plena y no limitada, «así es el material de nuestra imaginación, como la sustancia en la que crecen las plantas». Al igual que una luz mágica o el estallido de la primavera atrapan tu mirada, los espectadores mantienen los ojos bien abiertos y el oído atento a todo cuanto pasa en un escenario; entonces, todo esto encontrará acomodo en cualquier época de la historia. En definitiva, la emoción y la belleza como el pan nuestro de cada día.

Nieves B. Jiménez
Seré los ojos de todo lo que ocurra en Cultura. Una ventanita abierta a la belleza, a proyectos bonitos de gente interesante, tareas anotadas en mi agenda, manías (casi) inconfesables, debilidades... Tal vez me has visto en Frontera D. Jot Down. Vanity Fair. Diario La Verdad (Vocento)... ¡Y premio SIMTAC 2019 al mejor reportaje de prensa!