Justo en tiempos pandémicos —pre y post— los medios de comunicación recogieron la noticia de la creación de Puy du Fou España en Toledo, un parque temático hermano del Puy du Fou de Nantes, Francia, que recreaba momentos y escenas de la historia de España, con un estilo y una narrativa y una calidad de medios, a los que poco acostumbrados estamos en esta vieja piel de toro nuestra.
Por si no conocen la historia, Puy du Fou Francia es un proyecto de Phlippe de Villiers, creado a finales de los años 70, con el afán de recuperar y divulgar la historia y la identidad francesa, desde las convicciones católicas próximas a la tradición de su fundador, en medio de la republicana y laicista Francia de los 80, y para ello instaló un parque temático en un bosque junto a un castillo llamado Puy du Fou. Castillo que fue destruido durante la Guerra de la Vendée contra el terror de la revolución francesa, y en la que en distintas escenas, espectáculos, lugares y recorridos, con cuidados medios y guiones, mostraban lo mejor de la historia de la católica Francia.
Como modelo comercial ha sido un absoluto éxito, siendo el segundo parque temático de entretenimiento más visitado en el país vecino tras Euro Disney, y con multitud de galardones internacionales por su mezcla de entretenimiento, educación, divulgación, conservación de la naturaleza y calidad técnica.
Puy du Fou España fue instalado a unos 15 kilómetros de la ciudad imperial, en una finca agreste de los Montes de Toledo, con un proyecto de inversión de hasta 250 millones de euros a diez años desde aquel 2019 en que comenzaron los trabajos, y que ha hecho nacer de la nada arrabales, castillos, anfiteatros, casas, figones, bares y restaurantes, y hasta un pequeño pueblo, para dar forma al sueño de contar, amar y defender la identidad y la historia de España. Da trabajo a casi mil personas, con una plantilla de actores de casi 200 personas, con granjas de cuidado de animales, con un programa de conservación de aves cetreras y una yeguada de una cincuentena de caballos a los que cuidan y amaestran para sus espectáculos.
En estos años las noticias y reportajes de los medios de comunicación mayoritarios sobre Puy du Fou España han ido decreciendo más allá de los medios locales de Toledo y Castilla La Mancha… al mismo ritmo que el boca a boca y la asistencia crecen sin detenerse.
No es raro un día cualquiera laborable ver por allí a miles de espectadores que van de espectáculo en espectáculo, y ver excursiones y colegios a decenas en una mañana. Los fines de semana las colas y las aglomeraciones hablan de un modelo de entretenimiento y de parque temático, por el que pocos hubieran apostado hace unos años que tendrían tal éxito.
Y no es un éxito inmerecido ni mucho menos. Cada detalle del recinto, los guiones de los espectáculos, el cuidado de los actores y de los medios técnicos, los espacios y todo el ambiente de Puy du Fou son razones más que claras para señalar ese éxito.
Pueden contemplarse espectáculos que narran el nacimiento de España con la unión de hispanoromanos y visigodos y el papel que el cristianismo tuvo en ello; la pérdida de España ante los mahometanos, la riqueza cultural del califato y las taifas árabes; la inmensa gesta de la reconquista con figuras emblemáticas para nuestra identidad como el Cid y su mesnada; la no menos inmensa gesta del Descubrimiento de América, la España Imperial con las hazañas de Flandes, Alemania e Italia, con el inmenso regalo a la civilización cristiana de dar a luz al Continente Americano; el Siglo de Oro Español con los escritores que con una mano usaban la pluma, con la otra la espada (Cervantes, Lope, Calderón, Quevedo…) y con el corazón y los labios rezaban a Dios y se entregaban a su Rey.
Multitud de detalles ante los que hay que tener los ojos bien abiertos, que hablan de una identidad española que a veces parece que los no españoles tienen más clara que los nacionales. Multitud de imágenes religiosas que hablan del papel que la fe ha jugado en construir España, las banderas, los caballos, las espadas, las tabernas, la literatura, el arte, la aventura, la épica, el honor, la caballería, la navegación, la verdadera monarquía, el amor, la comida, la picaresca…
Sin duda el emblema estrella y el más espectacular de toda su oferta es su pase El Sueño de Toledo, un espectáculo nocturno en el que muestran todo el músculo de lo que Puy du Fou es y quiere seguir siendo —cada temporada van aumentando en los espectáculos que ofrecen—. En algo más de una hora, y con el protagonismo de la ciudad de Toledo casi como la encarnación del espíritu de España, se muestra 1.500 años de historia, desde los Visigodos a la Guerra Civil Española del siglo XX, mostrando, encendiendo y enorgulleciendo a quien lo ve, en lo mejor de la identidad española que se sustenta en lo mejor de la tradición de su historia.
Uno sale de Puy du Fou con emociones y sentimientos encontrados. Al menos a mí así me sucedió. Asombrado ante la capacidad de hacer las cosas bien, de hacerlas de otro modo, con calidad y nivel extraordinario. Emocionado y henchido el pecho con la identidad compartida de lo mejor de nuestra historia. Un tanto avergonzado porque no hayamos sido capaces nosotros mismos de tener una idea así, y quizás un poco avergonzado también de tanto compatriota que, en vez de amar, se fija en lo compartido como malo. Sorprendido de la cantidad de gente que acude y que comparte y vibra con la reivindicación de lo mejor que España tiene de su pasado y su tradición, y de la mano, sorprendido de que las cosas como nación nos vayan como nos van —elecciones, políticos y demás— si tanta gente siente de otro modo.
En fin. Que si aún no han acudido a conocerlo, no dejen de programar una visita este verano a Puy du Fou Toledo. Sin duda que una vez vayan por vez primera, querrán repetir. Yo ya lo estoy deseando.