La División Española de Voluntarios o División Azul, que sirvió en Rusia entre 1941 y 1943, fue una de las unidades extranjeras más condecoradas de Heer. También una sobre las que más se ha escrito y que mejor recuerdo dejaron entre la población civil rusa por el trato humano del que hicieron gala. De hecho, los propios rusos siguen manteniendo con sumo cuidado el memorial en honor a los caídos de la División Azul en Pankowka, Novgorod (Rusia).
La unidad contó con civiles rusos para que les ayudaran como guías o traductores, entre otras labores. Sin embargo, lo curioso es que hubo varios casos de niños y adolescentes que se unieron a los españoles en el frente y que acabaron viniendo a España con los divisionarios. Ese es el caso de Konstantin A. Iñusin, quien llegó a alistarse en la Legión en mayo de 1944.
El legionario que nació en el frío de Rusia
Tras completar un rápido adiestramiento en Grafenhwöhr, la División Azul emprendió una épica marcha hacia la batalla que les acabaría destinando, en octubre de 1941, al Frente Oriental. La División fue desplegada en una línea que cubrió más de 50 kilómetros en las posiciones de Novgorod, el lago Ilmen y a lo largo del río Volchov. Allí se les unió un muchacho menudo, de algo menos de 16 años, llamado Konstantin Alejandrovich Iñusin o Iñusen, como le conocerían después sus compañeros Legías.
El joven había nacido el 26 de octubre de 1926 en la localidad rusa de Kapikowo, en la provincia de Wologda. Konstantin, ruso blanco, se convirtió pronto en un divisionario más, ganándose el afecto de los soldados españoles con labores como «repartir rancho entre las posiciones con un carrito».
Con la creación de una Compañía de Esquiadores a finales de 1941 al mando del capitán José Manuel Ordás Rodríguez, aparece como filiado en enero de 1942 el ranchero Constantino Alejandrovich. Fue en dicha unidad, condecorada con 32 Cruces de Hierro y dos Medallas Militares Individuales tras las acciones del lago Ilmen, donde conoció al teniente Juan García Mateos, que lo trajo con él de vuelta a España con la repatriación de la División Azul.
Ya en Madrid, Konstantin se alistó a la Legión en el Banderín Central el 16 de mayo de 1944 gracias al certificado de buena conducta firmada por el teniente García Mateos y al certificado de nacimiento expedido por el jefe de Información de la División Azul, ambos con fecha del 7 de mayo de 1944.
El muchacho «blanco, rubio y de ojos azules», que no alcanzaba los 160 centímetros, es admitido con el número 11638 por el comandante jefe del Banderín, aunque no tenía la edad reglamentaria y no alcanzaba la talla. Fue destinado el 26 de mayo al Tercio Don Juan de Austria III de la Legión, en concreto al acuartelamiento El Krimda en Larache, donde hizo instrucción con la VIII Bandera. Una vez terminado este periodo, quedó encuadrado, en primer lugar, en el Pelotón de Transmisiones y, después, de enlace del jefe de la Bandera, donde estuvo hasta el final de los tres años de servicio con los que se había comprometido con La Legión.
Durante su estancia como legía, Konstantin aprovechó para estudiar y aprender la profesión de mecánico, haciendo también un curso de tractorista en la Granja Experimental del Tercio tras licenciarse como militar. Esta experiencia le valió para ejercer dicha profesión en el Servicio Agronómico de Larache.
Su puesto de Enlace hizo que se ganase la confianza del Jefe de la VIII Bandera, quien le ayudó en la solicitud de la nacionalidad española que el ruso hizo en 1951 con estas palabras: «Durante su permanencia en este Cuerpo, su conducta fue inmejorable ya que nunca sufrió correctivo alguno; por su seriedad a pesar de su juventud, por su educación, inteligencia despierta y buen carácter se supo granjear el cariño de sus Superiores y compañeros». Se le otorgaría la nacionalidad el 15 de junio de 1951.
Cómo se indica en el número 540 de marzo de 2017 de la revista La Legión, en un informe soviético del 1 de agosto de 1948 aparece mencionado un tal Constantin Alexandrovich Constantinov al servicio del contraespionaje de la División Azul en Novgorod. No está claro si ese podía ser nuestro legía, pero si es evidente que Iñusen aprovechó la oportunidad de unirse a la División 250 para poder venir a España, alistarse en La Legión y así lograr tener la vida que se le había negado en la Unión Soviética.