Oponerse a la Agenda 2030 tiene consecuencias, y Hungría y Polonia las están sufriendo, son los países más atacados por la Unión Europea, además sin ser una cuestión ideológica, ya que tanto socialdemócratas, como los miembros de Renew Europe, los verdes e incluso los populares han atacado recientemente a ambos países, clasificándolos de autoritarios.

En el caso concreto de Hungría, el pasado mes de junio, su parlamento aprobó una «polémica» ley que desató la cólera en Bruselas. La norma, de carácter educativo, tiene como objetivo proteger a los menores y el derecho de los padres a decidir sobre la formación moral de sus hijos.

Por esta simple norma, que se trata de la protección a los menores, el mundo entero estalló contra Orbán, norma que salió por mayoría de dos tercios sin ningún voto en contra. El enfado fue tal que la comisión europea llegó a congelar los fondos europeos por esta cuestión.

Yo me pregunto si a Austria también le han congelado los fondos por la vacunación obligatoria. O a Francia por pedir el pasaporte COVID. A Italia por ser obligatoria la vacunación para poder trabajar. Pues no ¿Por qué? Fácil: porque siguen la Agenda 2030.

En primer lugar, Hungría tiene todo el derecho a poner esa ley, ya que la competencia en educación es de cada Estado soberano. La Unión Europea no tiene nada que decir. En segundo lugar, respeta los Derechos Humanos.

Si no, miren lo que dice el artículo 26.3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: «Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos».

En agosto, el propio Viktor Orbán anunció que haría un referéndum sobre la ley, dándole el poder de decisión a los ciudadanos. Esta norma pone en jaque a la Unión Europea, ya que, si los húngaros votan a favor de la propuesta presentada por su gobierno, la UE no respetaría la voluntad del pueblo húngaro, imponiendo unas sanciones que no sólo afectarán al Ejecutivo, también a la ciudadanía.

El 30 de noviembre, la Asamblea Nacional de Hungría decidió que habrá un referéndum sobre si los activistas LGBTIQ podrán ir a las escuelas y educar a los niños húngaros. Así, Hungría es el único país de Europa donde los ciudadanos podrán decidir sobre esta cuestión.

Las preguntas que se realizarán en el referéndum sobre la ley de protección a menores serán las siguientes:

    • ¿Apoya las clases de orientación sexual para niños en la educación pública sin el consentimiento de los padres?
    • ¿Apoya la promoción de tratamientos de reasignación sexual para menores?
    • ¿Apoya que se muestren a los menores, sin ninguna restricción, contenidos audiovisuales de carácter sexual que puedan influir en su desarrollo?
    • ¿Apoya que se presenten a los menores contenidos audiovisuales que muestren el cambio de sexo?

Imagino que éste es el autoritarismo del que hablan los burócratas bruselenses, consistente en poner la aprobación de una ley en la decisión de sus ciudadanos. ¿Francia, Alemania o Austria hicieron un referéndum sobre las restricciones relativas al COVID? No, pero ellos son los más democráticos…

Polonia y Hungría, últimos bastiones de Europa junto a los demás países del grupo de Visegrado y los bálticos, son los que están parando este progresismo. Hacerlo tiene un precio muy caro, pero no lo pagarán. No sólo son sus políticos, también sus ciudadanos les apoyan en todo momento. Además de ser modelos de éxito, que eso es lo que en especial molesta a la Unión Europea, ya que si fuesen países que no prosperasen, ni les mirarían.