Las biciletas son para el verano y al rugby se juega cuando hace frío y en manga corta. Cosas de las tradiciones, que no suelen empezar por gusto. El caso es que ya es noviembre y, digan lo que digan los profetas de todo mal, el termómetro sigue marcando menos grados de los que nos contaron que marcaría. Al menos, el mío. Vamos, que empieza la temporada. Ya han viajado al norte las selecciones del sur. Detrás, en unos días, los aficionados que puedan —a los que les dejen, que Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Argentina ya no son sociedades libres— irán llegando a algunas de las principales capitales europeas. Y a sus campos, que este año si podrán llenarse… el Stade de France; el Olimpico de Roma; el Millennium de Cardiff, el de la duodécima Copa de Europa del Real Madrid; Murrayfield, en Edimburgo; Twickenham, en el oeste londinense; y el más antiguo y moderno de todos: el Aviva Stadium, ayer Lansdowne Road. En Dublín.
Del viejo Lansdowne Road…
La casa del rugby irlandés —el templo, si prefieren— es la consecuencia de los anhelos y la tenacidad de Henry Wallace Doveton Dunlop. Y de otras muchas circunstancias, piedras en el camino y oportunidades. Dunlop, además de deportista, era ingeniero por el Trinity College de Dublín cuando fundó el Irish Champion Athletic Club y organizó los primeros Campeonatos de Atletismo de Irlanda en 1871, con la idea de que fueran celebrados en su universidad. Pero la negativa de la institución a acoger el evento en sus instalaciones le empujó a buscar otro lugar.
Sus paseos a veces sin rumbo por el sur de la ciudad le llevaron a la calle Lansdowne. Allí, acompañado por su entrenador, Edward Dillon, dio con un terreno situado entre las vías del tren y el río Dodder. Tenía todo lo que Dunlop podía pedir: era llano y amplio. Sin darle demasiadas vueltas, lo alquiló por un periodo de 69 años, a cambio de 60 libras anuales. Allí estableció clubes de tenis, tiro con arco, cricket y el Lansdowne Rugby Football Club en 1872, que hoy sigue ejerciendo como local en el mismo lugar, junto con el Wanderers Football Club, fundado en 1869 en una ubicación diferente, pero trasladado tres años más tarde.
Con el paso del tiempo, el rugby se fue convirtiendo en el deporte rey de aquella pradera de la capital irlandesa. El primer encuentro representativo que allí se disputó enfrentó a las provincias de Leinster y Ulster (Dublín y Belfast, respectivamente) en diciembre de 1876. Sólo dos años más tarde, el 11 de marzo de 1878, Lansdowne Road acogió su primer partido internacional, entre las selecciones de Irlanda e Inglaterra, lo que lo acredita como el campo de rugby en el que se llevan disputando tests (encuentros oficiales entre selecciones nacionales) desde hace más tiempo.
Ya en el siglo XX, en 1906, la Irish Rugby Football Union se hizo con el arrendamiento del recinto por 200 libras y, dos años más tarde, levantó la primera tribuna cubierta. Las siguientes décadas, en las que la independencia de Irlanda alcanzó su fase culminante y, entre dos guerras mundiales, 26 de los 32 condados de la isla se desligaron del Reino Unido, vieron a la selección nacional establecerse en el estadio, unida pese a la división del país. Una nación y dos soberanías que hasta hoy confluyen de manera natural en un equipo de rugby que ha permanecido invariable a través de la Historia.
Por ese pasto que vio cambiar a los irlandeses generación tras generación pasaron Home Nations (el original Cuatro Naciones), incluidos aquellos años en los que Inglaterra no participó, Cinco Naciones, cuando Francia se unió a los equipos de las Islas Británicas, en los que el XV del Trébol hacía de convidado de piedra con demasiada frecuencia, y todavía alguna edición con el formato actual, desde la incorporación de Italia. Jack Kyle, Tony O’Reilly, Willie John McBride, Mike Gibson. Más de 100 ediciones del torneo deportivo más antiguo del mundo. El tiempo.
…al nuevo Aviva Stadium
En 2004 fue anunciado el proyecto de construcción de un estadio completamente nuevo en los mismos terrenos que un día eligió Henry Wallace Doveton Dunlop. Los fondos para la renovación, ampliamente más abultados que siglo y medio atrás, provinieron del Gobierno, la Asociación de Fútbol de la República de Irlanda y la IRFU. El diseño del proyecto corrió a cargo de Populous, Scott Tallon Walker y Buro Happold.
Las obras se iniciaron el 17 de mayo de 2007, cuando las dentelladas de las excavadoras comenzaron la demolición del viejo Lansdowne Road. Tres años más tarde, el 31 de julio de 2010, era inaugurado el moderno Aviva Stadium, con capacidad para 51.700 espectadores. Aquel día, Ulster y Leinster volvieron a pisar el viejo suelo a las orillas del Dodder. Entonces, formaron un solo equipo para enfrentarse al combinado formado por Munster y Connacht, las otras dos provincias de la isla.
Casi 150 años después, el hogar del rugby irlandés permanece en el mismo lugar, entre el río y el viejo ferrocarril. Hoy, la estación no está al lado, sino dentro del estadio. Donde hubo gradas sin asientos, hay butacas verdes. Donde uralita, cristal. Donde un marcador manual, pantallas LED. Donde una camilla de hule, un quirófano que ni el de Las Ventas. Como la materialización del progreso material de una nación y, en concreto, de un deporte, su epicentro, el césped más antiguo, pervive rodeado de las tribunas más modernas del rugby.
La casa de un equipo que cambió las cucharas de madera por los Seis Naciones y las Triples Coronas. El escenario que, en su metamorfosis, vio debutar y retirarse a Brian O’Driscoll, Paul O’Connell, Ronan O’Gara, Rory Best o Jamie Heaslip. Un lugar muy diferente de aquél que encontró Henry Wallace Doveton Dunlop en 1871. La misma hierba.