LUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) fue un Estado federal de repúblicas de ideología comunista que existió entre 1922 y 1991. La URSS abarcaba los territorios actuales de Rusia además de algunos de los países colindantes. Los Órganos soviéticos, tan omnipresentes y vigilantes, se apoyaban en el Código Penal de 1926. Dicho código se dividía en dos partes: la Parte General (sobre principios legislativos) y la Parte Especial, desarrollada en 148 artículos. Esta última trataba sobre los distintos delitos y se abría con el artículo 58, el cual se componía por 14 apartados.

El primer apartado trataba sobre todas aquellas acciones (u omisiones, como bien consta en el artículo 6 del Código Penal) que pudiesen debilitar el poder que los soviéticos considerasen contrarrevolucionarias. Por ejemplo, en aquella época, todo aquel obrero que no pudiese acudir al trabajo debido a su estado hambriento y desfallecido sería condenado a fusilamiento por “debilitar el poder”. Una vez devuelto el término de patria en 1934, se incorporaron a este punto cuatro apartados bajo el nombre de traición a la patria: 1-a, 1-b, 1-c y 1-d. Según estos puntos, los actos que debilitaran el poder militar serían castigados con el fusilamiento, y, solo cuando se dieran circunstancias atenuantes o cuando los infractores eran civiles, el castigo sería una pena de diez años. Todos aquellos soldados soviéticos que cayeron como prisioneros de guerra en manos del bando contrario fueron condenados a diez años de prisión a pesar de que, siguiendo el código de Stalin, deberían de haber sido fusilados. Cabe destacar que, dichos puntos sobre la traición a la patria se complementaban con el artículo 19 del Código Penal. Este artículo manifestaba que la intención de cometer un delito era en sí misma uno, pues bastaba con la simple voluntad de cometerlo para considerarse como tal y recibir el castigo correspondiente.

En cuanto al apartado segundo: la insurrección armada, la secesión violenta de alguna parte de la URSS y la usurpación del poder central o local eran considerados delito con un castigo de diez años de prisión (si era antes del vigésimo aniversario de la revolución, puesto que, a partir de éste, Stalin incorporó nuevas penas de quince a veinticinco años) y, en ocasiones, fusilamiento. En el caso de que todos los habitantes de una república quisiesen separarse de la Unión Soviética y Moscú no lo aceptara, la escisión sería considerada violenta y todos los nacionalistas cumplirían condena en prisión.

El apartado tercero habla sobre favorecer, de la manera que sea, a algún Estado extranjero que se encontrara en guerra con la URSS. Un ejemplo de favorecer al enemigo sería que, estando en territorio ocupado, un habitante proporcionase comida, ropa o cobijo a un soldado alemán. También consideraban delito que una mujer pasase la noche con un alemán debido a que estaría maximizando su espíritu bélico, por lo que muchas mujeres fueron condenadas por este punto.

El apartado cuarto trataba sobre cualquier tipo de ayuda ofrecida a la burguesía mundial. ¿Pero quién podía ser condenado por esta razón? La respuesta es sencilla: todos aquellos que emigraron antes de 1920 (años previos a la redacción del código), abandonando así la URSS. Entre 1944 y 1945 fueron condenados a diez años o fusilamiento. Este punto, así como el artículo en general, fue creado precisamente para los mencheviques que, junto a los eseristas e ingenieros del Plan Estatal y del Consejo Superior de Economía Nacional, fueron los principales colaboradores de la burguesía.

Gracias al apartado quinto podemos saber acerca del delito de inducir a un Estado extranjero a declarar la guerra a la Unión Soviética. Numerosas personas fueron condenadas a pesar de que, el mismísimo Stalin junto a su camarilla, fueron quienes condujeron a Rusia a innumerables derrotas incomparables a las sufridas durante el zarismo en 1904 y 1915.

El apartado sexto trataba sobre el espionaje en la más amplia de sus interpretaciones. Dicho espionaje para el extranjero era bastante asequible debido a su sencillez y era apto para ello tanto el delincuente poco culto como el perteneciente a la élite cultural. La amplitud de esta interpretación no abarca únicamente la condena directa por espionaje, sino también por sospecha de espionaje (PSh), espionaje no demostrado (NSh) y por relaciones que conduzcan a espionaje (SVPSh). Esta última quiere decir que, por ejemplo, si un conocido de un amigo de tu marido encargaba los trajes a la misma costurera que cosía los de un extranjero, era motivo suficiente para ser condenado de diez a veinticinco años de prisión o fusilamiento.

El apartado séptimo presenta los delitos de daño a la industria, a los transportes, la circulación monetaria, el comercio y las cooperativas. Estos daños fueron considerados como sabotaje y grandes masas fueron condenadas bajo el calificativo de “empecimiento”. La realidad era que fueron los dirigentes soviéticos los verdaderos (además de únicos) culpables de los daños, debido a los fallos cometidos por los mismos en dichos sectores.

En el apartado octavo se manifiestan los delitos de terror. Este punto carece de objetividad, puesto que únicamente se consideraban delitos de terror aquellos cometidos contra integrantes del partido. Esto significa que, si una persona asesinaba a un ciudadano corriente, se trataba de un delincuente común juzgado por el Artículo 136, el cual le permitía andar sin escolta; en cambio, si se asesinaba a un miembro del partido, sería considerado enemigo del pueblo y sería juzgado por el artículo 58, lo que significaría cumplir condenas más duras junto a un escolta que le vigilase. Además, como hemos explicado en el punto uno, la intención de cometerlo ya era en sí misma un delito. Decirle a un activista, por ejemplo, “ya verás, ya”, sería calificado de IT (intenciones terroristas) y se aplicaría, con toda su dureza, dicho artículo.

El apartado noveno trataba sobre la destrucción y/o deterioro en el sector del trabajo y la producción, mediante incendio o explosión. Cualquier error o resultado indeseado, sería calificado como “diversión” con fines contrarrevolucionarios y el trabajador sería juzgado por el juez de instrucción.

En cambio, el apartado décimo es, en comparación con el resto de los puntos, el que goza de un mayor fervor y énfasis revolucionario. En él se presentan los delitos de propaganda antisoviética, así como la publicación o difusión de contenidos que pretendiesen desprestigiar al régimen. Dicho punto consta de tres amplias y conocidas interpretaciones: 1) por “propaganda con incitación”, como por ejemplo podía ser una carta privada o una conversación en persona entre amigos en la que, la incitación,era un simple consejo personal; 2) por “socavar y debilitar al régimen” si no se difundía la misma información que aportaba el gobierno o si no mostraba el suficiente entusiasmo en dichas difusiones; y 3) por “impresión de publicaciones”, es decir, cualquier nota, diario íntimo o carta que no interesase independientemente de si se trataba de un solo ejemplar o más.

El apartado decimoprimero se diferenciaba de los demás en que éste carecía de contenido propio debido a que no seguía ningún criterio exacto. Este punto trataba de los actos llevados a cabo por una organización criminal, ¿pero qué criterios seguían para considerar a un grupo de personas como tal? Pues, por ejemplo, el simple hecho de compartir opiniones con un amigo cercano o con un familiar bastaba para culparles de ser el origen de una posible futura entidad clandestina.

El apartado decimosegundo era el que provocaba más polémica entre la sociedad, puesto que todos aquellos que supiesen acerca de una persona que hubiese cometido cualquier delito de los anteriores puntos, serían condenados por la “no acusación”. Es decir, que si tú sabías que tu vecino criticaba al régimen con su mujer y no decías nada, serías condenado a prisión o a muerte por no denunciarle a las autoridades.

Remontándonos a la época zarista, el apartado decimotercero era haber servido a la policía secreta del zar. Hay sospechas basadas en fundamentos psicológicos de que Stalin debería de haber sido juzgado por este punto, pero la mayoría de los archivos policiales fueron quemados por los comunistas durante los primeros días de la Revolución de Febrero de 1917, a pesar de que fueron ellos los que obtuvieron la victoria y no había necesidad de destruir los documentos del enemigo.

Y, por último, el apartado decimocuarto penaba la oposición a realizar determinadas obligaciones o su negligente cumplimiento de forma intencionada. Este punto era aplicado a los obreros que no entregaban alimentos, a los presos que no cumplían la cuota de trabajo establecida y a todos los koljosianos que no terminaban el número exacto de jornadas laborales impuesto. Más tarde, una vez terminada la guerra, empezaron a aplicar este punto a presos comunes que intentaban escapar de los campos de trabajo no por querer la libertad sino por “dañar el sistema de los campos”.

Una vez finalizada la explicación punto por punto del artículo 58 del Código Penal Ruso de 1926, es menester señalar que fue decisivo durante y después de la Segunda Guerra Mundial para Rusia debido a que los órganos soviéticos se apoyaron de forma constante en él, arrastrando a millones de personas a la muerte o a una prisión en condiciones infrahumanas.