Otra semana más acudo a mi cita con La Iberia, agotando los puntos que abordar para ir escudriñando en primera instancia las contradicciones que la Agenda 2030 presenta. Sus fines, como he dicho en infinidad de ocasiones, son en apariencia muy loables y no resultarían motivo de alarma. En cambio, la preocupación surge al analizar las políticas que se instrumentan para alcanzar dichos objetivos que desde el Foro Económico Mundial se plantearon. La consecuencia inmediata que observamos es la justificación de políticas que atentan contra la propia ciudadanía con el pretexto de que se hace para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, y como vamos a contemplar en estas líneas, la sostenibilidad es insostenible para el ciudadano medio, resultando ser una suerte de moda entre aquellos que disponen de renta suficiente para seguir los dictámenes de Davos.

Si bien nuestras generaciones predecesoras siendo bastante jóvenes atesoraban coche, casa e incluso ya tenían algún hijo; la nuestra no porque ni la voluntad ni la cartera dan para tanto hoy día. Por ello, recurrí a la solución del car sharing para ponerle punto final a mi descanso vacacional en el sur y volver a Madrid. En mi travesía tuve la suerte de ser acompañado por un apacible trabajador de cierta empresa del Ibex35 cuya ocupación estriba en la gestión y producción de soluciones sostenibles. Este señor, para ser más exactos, trabajaba en la capital de Perú, Lima, en un puesto de responsabilidad desde el que administraba una planta de depuración de residuos con salida al océano Pacífico.

Una ruta de más de cuatrocientos kilómetros da bastante de qué hablar, y no dejamos de compartir impresiones sobre las tendencias que el sector energético presentaba, así como del problema de la sostenibilidad. Para mi sorpresa, aquel improvisado invitado resultaba ser bastante crítico con la narrativa oficial, tal vez porque él mismo trabajaba en aquella problemática resultante de cuidar el medio ambiente y podía contrastar la veracidad de las proclamas de los políticos al estar en permanente contacto con la realidad climática.

«Emergencia climática»

Durante la travesía no pude evitar recordar el ODS 13, el cual versa sobre la que han denominado la Acción por el clima, que es el pretexto por el que se quieren justificar medidas que son ante todo impopulares, que vienen a deteriorar el bienestar del ciudadano medio. Desgraciadamente, todo vale por parte de nuestros dirigentes para lograr alcanzar los objetivos señalados, aunque sea a costa de perjudicar especialmente a las clases medias y bajas del país.

Al entrar a releer los datos por los cuales nace la emergencia climática y se crea la narrativa apocalíptica del cambio climático, los hechos por los cuales quieren convencernos son los siguientes, a distinguir: por un lado, se ha dado la conjunción del calentamiento de los océanos, la disminución de la nieve y la reducción del hielo marino del Ártico. Para aseverar esto, toman como referencia las décadas transcurridas desde 1979. A ello hay que añadir también que destacan como «probable» que a finales de siglo aumente la temperatura global en 1,5 grados centígrados en comparación con el periodo comprendido entre 1850 y 1900, añadiendo a esta previsión una hipotética crecida del nivel del mar de entre 24 y 30 centímetros para 2065 y de entre 40 y 63 centímetros en 2100. Para argumentar esto toman como referencia el aumento de emisiones de dióxido de carbono comprendido en la década que abarca desde el año 2000 hasta 2010.

Al estudiar Economía, una de las materias más importantes que pude atender fue la Estadística. Si bien a muchos puede parecerle fea y abstracta, a nivel particular me resulta realmente esclarecedora y me invita a poder analizar con más denuedo toda clase de pronóstico. Así pues, uno de los primeros y más importantes conceptos estudiados dentro de este campo es el de la muestra y el tamaño muestral. Sólo con tamaños muestrales suficientemente representativos se pueden sacar hipótesis extrapolables a toda la población. Es decir, que para poder lanzar hipótesis y predicciones de futuro es necesario que dispongamos de los datos suficientes que nos den la solidez y firmeza en lugar de extraer sesgos y reproducirlos. Dicho de otra manera, para que la información utilizada sea mínimamente fiable en los análisis y proyecciones de futuro a realizar, ésta debe estar libre de sesgos.

Llegados a este punto, toda propaganda adjunta a los datos anteriormente recogidos queda desacreditada cuando vemos que realmente no disponemos de la información suficiente para aseverar que en 2100 el nivel del mar habrá crecido hasta dichas cotas de altitud. Como científico lo menos que puedo hacer es dudar de lo expuesto desde Davos. ¿Acaso tenemos datos suficientes para llegar a las conclusiones por las que quieren inducir el miedo a la población? ¿Cuántos años de existencia tiene nuestro planeta, su climatología y ecosistemas como para aseverar que está aconteciendo el apocalipsis por una muestra informacional que no es representativa? El resultado es que atender a la información ofrecida desde las instituciones globalistas es atender a una fuente objetivamente sesgada. Los datos que manejan presentan un sesgo estadístico a partir del cual toda hipótesis extraída sería estadísticamente incorrecta.

Partiendo del error descrito en el párrafo anterior, se ha desarrollado el relato mediante el cual se pretende hacer creer que la humanidad perecerá si no se propicia un cambio ya. La propaganda para inculcar esta idea a la población occidental viene cocinada de mil maneras, desde discursos hasta películas o canciones que ven la luz dentro de sus respectivas industrias y el ciudadano medio consume. De esta manera, dicha idea cala en el credo popular y se decide actuar en consecuencia. Hago especial referencia a Occidente porque precisamente los países que más emisiones de gases y producción de residuos contaminantes generan son los asiáticos, con los casos de China y la India a la cabeza, si bien es verdad que Estados Unidos también se deja ver dentro de este podio. Bajando a nivel del ciudadano, son los países del Golfo Pérsico los más nocivos, más contaminantes per cápita. Atendiendo a todo lo expuesto, ¿deben ser tan agresivas las políticas que se lanzan contra el ciudadano occidental?

La emergencia llevada a la práctica

La acción por el clima del ODS13 comprende una serie de medidas que el espectro político español aceptó en su día cuando se aprobó la Agenda 2030. Estas medidas van encaminadas a una serie de metas, las cuales versan sobre adaptarnos, desarrollar estrategias y planes nacionales, educar y sensibilizar y movilizar recursos económicos. Sin embargo, los problemas vienen cuando la palabrería declarativa que tan bonita resulta toca tornarla realidad. Así pues, vemos cómo la traducción de este lenguaje filantrópico resulta en directivas y legislación europea que han empujado a que la ciudad de Madrid tenga que enfrentar multas por parte de las autoridades comunitarias si no se implementan las medidas en cuestión. Por ello, el laureado alcalde de la ciudad, Martínez-Almeida, no ha tenido ningún inconveniente en dejar en nada el celebérrimo Madrid Central de su predecesora, Manuela Carmena. En este recién estrenado 2022 los coches que no tengan el distintivo ambiental no podrán acceder al interior de la M-30. De momento, este plan tan agresivo se ha matizado con que el dueño además no esté empadronado en el municipio de Madrid, afectando las restricciones tanto a un conductor de Getafe como a uno de Bilbao. Otra vez es el ciudadano el que pierde, ya que no todo el mundo puede permitirse cambiar de coche. Es un nuevo atropello que nace de mano de la derecha del país, del Partido Popular, el cual es experto en excusarse cuando actúa impopularmente o cuando obra faltando a sus promesas y atribuidos principios. Que le pregunten sino a la Fundación Madrina su opinión sobre los últimos presupuestos del Ayuntamiento de Madrid.

Sin embargo, la Agenda 2030 es un instrumento globalista y tanto un espectro político como su opuesto se dan la mano para implantarla y cumplir sus objetivos, aunque redunden en la pobreza de los ciudadanos. El falso socialismo que el PSOE abandera se ha encargado de aprobar una nueva subida para el Impuesto de Matriculación de Vehículos, que va a aumentar en 1.000 euros el precio a pagar por el consumidor. Es decir, más trabas para poder adquirir un nuevo vehículo. A ello se le suma el encarecimiento de los vehículos por la escasez de microchips que sufre el mercado automovilístico dadas las restricciones productoras y comerciales de China.

Consecuentemente, tenemos por un lado que al vecino se le coacciona con multas si accede a ciertos lugares. Por el otro lado, tras la crisis económica sufrida por las medidas seguidas a raíz de la pandemia, vemos que ante la bajada de rentas que el ciudadano medio sufre se le añaden impuestos adicionales que como resultado dificultan más el poder adaptarse a las políticas medioambientales lanzadas desde las instituciones y organismos supranacionales. El efecto más inmediato que va a derivar de esta presión sobre la población es que los individuos progresivamente renuncien a la libertad de movimiento para aceptar hacinarse paulatinamente en transportes públicos, controlados por las administraciones. Resumidamente, incluso el movimiento puede estar capado por lo público. Todos cercados dentro del corral administrativo.

El motor eléctrico

Para no extenderme mucho más, expondré que la alternativa al motor tradicional es el motor eléctrico, cuyos componentes también dependen en gran parte del litio. Es decir, que hay una industria minera que se va a beneficiar del boom inducido que lleva esta manipulación del mercado al cambiar forzadamente los automóviles. Tomando como referencia el mes de marzo de 2020 (estallido de la pandemia), aquí os dejo la evolución de una compañía del Nasdaq dedicada a explotar dicho material. Vemos cómo la acción ha pasado de valer 2,7 dólares hasta llegar a un máximo de 36,5 dólares, por no mencionar el impacto medioambiental tan severo que conlleva extraer este mineral. Qué rentable está resultando ser la pandemia.

El caso del litio y su explotación pude descubrirlo gracias a tan agradable compañero de viaje que tuve para volver a la villa de Madrid, esa que cada vez es más inaccesible por las políticas cuyo credo es el climático, lejos de ser la justicia y el bienestar del ciudadano. Y como todo en esta vida, en cada paradigma hay ganadores y perdedores. Aunque personalmente prefiera hablar de lo bello y bueno de la vida, tristemente no me queda otra que denunciar la realidad de que las asperezas que sufre el individuo medio cotiza al alza en los índices bursátiles de ultramar.

Ricardo Martín de Almagro
Economista y escritor. Tras graduarse en Derecho y Administración de Empresas, se especializó en mercados, finanzas internacionales y el sector bancario. Compagina su actividad profesional con el mundo de la literatura. Actualmente se dedica al análisis y asesoramiento de riesgos económicos y financieros.