Escribo estas líneas desde una habitación de hotel con vistas a los rascacielos y la bahía de Panamá, así que es casi obligatorio continuar el tema de los hoteles memorables de la literatura y el cine. En esta segunda y última entrega, hay siete establecimientos muy distintos en los que apetece quedarse en régimen de todo incluido. Hagan sonar (clin-clin) la campanilla de recepción.

1  Carlton, Cannes (Atrapa un ladrón, 1955)

Construido entre 1909 y 1913, el Carlton está varado en el bellísimo paseo de La Croissette, pero parece que cualquier día saldrá flotando por el Mediterráneo. Hitchcock no pudo escoger un escenario mejor para una película radiante, divertida y veraniega, donde la intriga es casi una excusa para lucir el azul de la Costa ídem, la belleza de Grace Kelly y la elegancia de Cary Grant.

Por cierto, la habitación 623, desde la que Grace Kelly y Cary Grant ven los fuegos artificiales, se llama hoy Suite Alfred Hitchcock. No me he atrevido a buscar el precio. La película está en Filmin.

2  Windermere, Los Ángeles (Estaré esperando, Raymond Chandler)

La novela negra norteamericana clásica se alojó en muchos hoteles y convirtió a uno de sus empleados, el detective de hotel, en personaje arquetípico. Este relato corto de Chandler, apenas media hora de gozosa lectura, cuenta la historia de uno de ellos, Tony Reseck, y del ficticio alojamiento en el que presta servicios.

Moqueta azul, mostradores de mármol, ascensorista con botones dorados, un jarrón de mayólica acumulando polvo al final de un pasillo silencioso. Y una rubia aburrida que, como suele suceder en el género, aparece para complicarlo todo. Hay una edición Kindle del relato en español, aunque también está incluido en la antología El cuento norteamericano contemporáneo (1976), que se encuentra de vez en cuando en librerías de viejo.

3  Royale, Lago Tahoe (Malos tiempos en el Royale, 2018)

Años 60. El Royale, como se nos anuncia desde el título, ha vivido días mejores. Siete desconocidos muy diferentes -desde un sacerdote hasta una cantante de soul- llegan al desvencijado lodge a orillas del lago Tahoe. Todos ellos traen en la maleta —metafórica, se entiende— un secreto.

Aunque el argumento es algo artificioso, logra su objetivo de dosificar la intriga, en parte gracias a al brillo del reparto y de la exquisita banda sonora. En cuanto al decorado del hotel, muy logrado, parece que el diseño del Royale se inspiró en el Cal Neva Lodge & Casino que fue propiedad de Frank Sinatra. Está en Disney +.

4  Grand Hotel, Berlín (Grand Hotel, Vicki Baum)

Lo leí específicamente para escribir este artículo y me gustó. Como tantos best sellers de su tiempo, Grand Hotel pasó de una estruendosa popularidad —en las décadas centrales del siglo XX— al olvido. Es posible que, si buscan bien, lo encuentren acumulando polvo en la estantería de su biblioteca familiar.

Y merece salir de ahí, porque es una excelente novela, con una estructura muy imitada en las historias hoteleras —varios personajes cuyas historias se cruzan en los pasillos y el comedor, entre puertas que se cierran y se abren. Y, si necesitan otro motivo, porque retrata bien un tiempo y un lugar, el Berlín de entreguerras, que ha sido todo un filón para la literatura. Ha sido reeditada recientemente en español por BlackList.

5  Fontainebleau, Miami (James Bond contra Goldfinger, 1964)

Podría dedicar una entrega solo a los hoteles de las películas de James Bond, como me sugirió hace poco Isaac Martín, pero de momento me limitaré a elegir uno. Después de muchas dudas, me quedo con el Fontaineableau de Miami Beach, que aparece abarrotado y esplendoroso en James Bond contra Goldfinger, sobre todo en la larga secuencia de la piscina. Está en Prime Video.

6  Magnífico, Bournemouth (Las brujas, Roald Dahl)

Si se encuentran a una señora con guantes, un sospechoso picor en la cabeza, horribles zapatos puntiagudos y enormes fosas nasales, pónganse en alerta. Si se la encuentran en Bournemouth, una hermosa ciudad del sur del Inglaterra, mejor escondan a los niños cercanos. Y si está, rodeada de otras amigas similares, en un congreso filantrópico (¡cuántas maldades se disfrazan de filantropía!), no hay duda posible: es una bruja.

El libro me impresionó de niño, y cuando volví a releerlo hace unos años me pregunté cómo no está prohibido todavía. Si la historia central es buena (¡y lo es!), el ambiente del Hotel Magnífico, el establecimiento de lujo al que llegan Luke y su abuela, cazadora de brujas, es otra de las grandes virtudes de esta novela infantil que se puede, y se debe, leer de mayor. Está editada por Santillana, de momento -creo- sin censura. En cuanto al cine, la versión de 1990 es buena; la de 2020, más mediocre, traslada el hotel a la costa de Alabama.

7  Park Hyatt, Tokio (Lost in translation, 2003)

Hay gente que la ama y gente que la odia; a mí me gusta más por la parte melancólica que por la graciosa, que también la tiene. El Park Hyatt es confortable, frío, azul y confuso; un marco ideal para la historia de Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johanson), víctimas del jet-lag, el choque cultural y el spleen. Está en Netflix.