Hace unas semanas, uno de mis buenos amigos de Terra Ignota tuvo a bien mandarme una invitación que esperaba con la seguridad de saber que me llegaría, pero con la incertidumbre de saber la fecha. ¿Cuándo sería el próximo documental de este grupo que comparte amistad y afición por la cerveza? Con la citación llegada a mi teléfono, sabía que sería el 28 de noviembre y la temática era magnífica: el gran engaño que supuso no solo el procés catalán, sino también sus precuelas.
Los domingueros ignotos están tomando la costumbre de hacer una producción al año y, para añadir más mérito a la hazaña, están acostumbrándose a repasar temáticas escabrosas para la opinión pública y los consensos sociales impostados en nuestros días. Primero, las incógnitas sobre el 11M. Después, la verdad del Valle de los Caídos. Ahora, las mentiras detrás del nacionalismo catalán y, por extensión, de todo el espectro que conforman la anti-España.
Sabiendo que dentro de poco volverán a abrir un melón de los que ni el socialismo ni la tibieza patria quieren hablar, dejo por aquí lo que fue la presentación del día 28: un pabellón abarrotado con un corte de edad esperanzadoramente joven, un espíritu inconformista que quiere romper los moldes de lo contemporáneo para explorar aquello que nos es ignoto, pero al mismo tiempo nos es esperanzador. La chavalada apuntaba en la misma dirección al comentar el extracto de 60 minutos del documental: muy buena pinta, entrevistados de lujo y un Pirata con una capacidad inigualable para marcar los tiempos durante la narración, todo ello aderezado por las buenas artes de Ciríaco, un tuitero capaz de bajar al terreno de la música cualquier genialidad.
Sin ánimo de extenderme más, recomiendo encarecidamente el visionado del documental. El pasado fin de semana salió el primer y segundo capítulo y de verdad que merece la pena escuchar y, sobre todo, aprender. Hay que darle la enhorabuena a este grupo de amigos, porque gracias a su entrega nos demuestran que «la vida ignota es la vida mejor».