Termina agosto, se acaban para muchos las vacaciones y toca ir poniendo fin, mejor sin aterrizajes bruscos, al veraneo. En Haleakaloha, además de recorrer los mejores artículos publicados este mes en la prensa digital, queremos ayudarle a hacer un balance de su verano a modo de checklist. Si no ha faltado ninguno de estos elementos, habrá sido usted un veraneante excelente.
Saque el lápiz, que arrancamos: no puede haber verano sin buenos amigos, viejos o nuevos. Cuca Casado habla en formato largo sobre el tema en Ideas, el suplemento de La Gaceta, partiendo de los clásicos. «La amistad nos salva de nosotros mismos», dice, «nos salva del egoísmo». Sus ejemplos de grandes amistades ilustres —Stefan Zweig y Romain Rolland, por ejemplo, se intercambiaron 275 cartas, nada menos— son especialmente jugosos.
No pueden faltar tampoco las lecturas de verano, y mejor si en ellas hay algún cadáver y un detective pintoresco. Dice Iñako Rozas aquí mismo, en LA IBERIA, que «no hay crimen más amable que el que cabe en 200 páginas y se resuelve antes de que se derrita el helado». Y en Haleakaloha estamos muy de acuerdo. Su selección de sabuesos también la firmo sin reservas.
Siguiendo con los libros, Javier Torres nos ofrece una maravillosa lista en La Gaceta, aunque me temo que nadie, ni el más voraz de los lectores, sería capaz de devorarla en solo un verano. Dumas, Stevenson, Galdós, Foxá, Passuth… Es fácil adivinar que Javier y yo compartimos referencias literarias, y algunas de ellas las encontramos hace años en la polvorienta y bien nutrida biblioteca de cierto colegio mayor.
¿Cuál ha sido la banda sonora de sus vacaciones? La música en esta temporada remite inevitablemente a la canción del verano, pero hay referencias estivales más elevadas, de los Proms a Bayreuth. Yo, la verdad, no asocio a Shostakóvich con el verano, aunque algunas de sus obras más ligeras y luminosas sí pueden sonar bien al borde de la piscina. En todo caso, el artículo que le dedica Ricardo Ruiz de la Serna en LA IBERIA es tan bueno que no puede faltar en esta selección. «Es, pues, un tiempo propicio para escuchar su precioso y popular Vals nº 2 —un feliz clásico en las bodas— y volver la vista al siglo XX, el siglo soviético, a cuya sombra seguimos viviendo».
Huya de un verano demasiado cargado de actividades: en la fórmula secreta no puede faltar una piza de pereza. Enrique García-Máiquez toca el tema, con mucha guasa, en La Gaceta. Divagaciones del vago estío, se titula. «Si ahora me preguntase con un grito mi mujer qué hago, me costaría mucho decirle que, naturalmente, estoy trabajando. Hoy me he dado el comodín del vago estío».
Aunque los grandes estrenos de verano ya no son lo que eran, hay que acercarse al cine alguna tarde, y no solo por el aire acondicionado. Yo he ido hace poco a ver la misma peli que Salvador Otamendi y, como de costumbre, estoy de acuerdo con él. Weapons, nos dice, «es, simple y llanamente, un largometraje fiel a las características propias del cine de entretenimiento: busca ofrecer un rato de esparcimiento en una tórrida tarde de agosto viendo una historia curiosa y disfrutona». En concreto, una historia de miedo original y, al mismo tiempo, clásica. Su crítica la publica LA IBERIA.
Cierro con un bellísimo texto estival de José Antonio Montano, en el filo entre la columna y el relato, que condensa la fórmula a la perfección. Lo publica The Objetive y se titula El verano de Arquíloco. «La imagen que tengo de aquella tarde es ideal: mi bici puesta boca abajo en la arena y los tres soltando bromas con material culto. Hasta entonces me había faltado eso. Qué felicidad de pronto estar hablando de altos temas y a la vez gamberrear y reírse».
Nos leemos en septiembre en Haleakaloha con otra selección de artículos intemporales para hacer más liviano el regreso.