Las elecciones extremeñas han confirmado tendencias, patrones y sensaciones más o menos generalizadas. El desplome del PSOE, el avance sostenido de Vox y la incapacidad del PP para rentabilizar el desgaste del partido de Pedro Sánchez. Un reparto de escaños que, sin un profundo propósito de enmienda de María Guardiola, poco cambiará la gobernabilidad de la región.
El resultado, un fracaso (casi 10.000 votos perdidos y sólo un escaño más que en 2023) que no sirve a la candidata convocante para alcanzar una mayoría absoluta con la que esquivar la tediosa tarea de pactar, poco tiene de foto fija o de anomalía local. Extremadura, tradicional feudo socialista que el PP juega a heredar sin cambiar, evidencia que el mapa político no volverá a ser el mismo y deja lecciones sobre el panorama político español.
1 La coherencia da votos
Hablar del principal problema de España en todos los rincones de España, sin matices ni discursos contradictorios según el territorio, genera confianza. Las elecciones extremeñas confirman que la coherencia política, tan despreciada por los estrategas cortoplacistas, sigue siendo electoralmente rentable. Hablar de la invasión migratoria, hasta donde todavía se sufre en menor medida, da votos porque importa a los votantes.
2 El votante tradicional del PSOE prefiere quedarse en casa o recurrir a Podemos que apoyar al PP
Cuando el candidato socialista es nefasto —más que corrupto—, seguramente el peor que jamás haya comparecido a unos comicios autonómicos en cualquier lugar, el electorado de izquierdas prefiere refugiarse en Podemos o, directamente, abstenerse antes que votar al PP, aunque su candidata sea tan progre como la más woke del PSOE.
3 Cuando Vox presiona al PP, baja el PSOE
El crecimiento de Vox no se produce tan a costa del Partido Popular como repiten los medios afines a Génova 13. Cuando Vox planta cara precisamente al PP, por paradójico que todavía resulte para algunos, crece en barrios y municipios donde los populares nunca han cosechado nada significativo. Eso de que Vox da oxígeno a Sánchez y patrañas similares vuelve a quedar desmentido, como ha confirmado el resultado de Óscar Fernández.
4 El tiempo corre a favor de Vox
El sistema está muerto lo dirija quien lo dirija y sus dos conductores habituales, en decadencia acelerada. Entre 2023 y 2025, el PP retrocede un 3,83%, el PSOE se desploma un 44,31%, mientras Vox crece un 79,44% y Podemos un 47,11%. Más allá del resultado puntual, la dirección del voto es clara. El tiempo corre a favor de Vox y Extremadura anticipa una tendencia que pronto se repetirá en otros territorios, empezando por Aragón, Castilla y León y Andalucía.
5 Insultar al votante no es buena idea
Llamar «señoros» —término, a diferencia de «charo», obsoleto desde la primera vez que se usó— a los electores del partido al que después tocará pedir ayuda tiene poco de estrategia inteligente y mucho, cuando menos, de torpeza. El desprecio hacia el candidato y el votante rival no moviliza a los propios, mientras consolida el rechazo. Hay a quien todavía le cuesta entender que Vox no fue fundado para apuntalar los malos resultados del PP. Quizá a partir del 21D les resulte más comprensible.
6 Un fracaso electoral que sólo ha servido para que Gallardo quede aforado
La convocatoria anticipada de elecciones, fruto de la incapacidad para negociar unos presupuestos autonómicos, ha costado alrededor de siete millones de euros a los extremeños. El resultado apenas acerca a María Guardiola a la mayoría absoluta, pero sí ha permitido que el imputado Miguel Ángel Gallardo pase a estar aforado. ¿Capricho o movimiento políticamente sospechoso?
7 Inmigración y voto de reacción
Allí donde la invasión migratoria se percibe como un problema directo, el voto a Vox se dispara. En Talayuela, el municipio extremeño donde más se sufre esta presión, ha ganado Vox. A más inmigración, más respaldo a quien habla claro sobre el problema. Ocurre en todo Occidente, y la tendencia no hará más que acelerarse.
8 Sánchez acelera la caída del PSOE
Pedro Sánchez está haciendo más por erosionar al PSOE que cualquier oposición o gobierno de derechas desde la fundación del partido, a excepción del franquismo. Cuanto más tiempo se aferra a La Moncloa, más se desangra el partido. Extremadura, feudo histórico, es un ejemplo especialmente evidente de ese desgaste. El resultado de las elecciones generales del 23 de julio de 2023 se está demostrando nefasto a la larga para el PSOE, cuyos socios más fieles son etarras y golpistas. Unas alianzas que poco a poco cuestan votos en casi toda España.
9 El peor resultado de la historia del PSOE
No es una exageración, el PSOE ha obtenido en Extremadura el peor resultado de su historia en cualquier región, municipio o en elecciones generales. El partido que dominó la Junta de Extremadura durante décadas ha quedado reducido a una expresión política menguante y desorientada.
10 Vox puede y debe hacerse valer ante Guardiola
Con los resultados del 21D, Vox tiene legitimidad política más que de sobra para exigir al PP un acuerdo claro, ambicioso y real. También, por qué no, para plantear un candidato alternativo si los de Feijoo quieren presidir realmente la Junta de Extremadura. Se trata de asumir un nuevo equilibrio de fuerzas resultante de un órdago de Guardiola entre desprecios a quien ahora vuelve a necesitar para conservar la Presidencia. Mala jugada. Si la pierde no será responsabilidad de Vox.
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Las primeras elecciones de este ciclo confirman que el sistema de partidos español atraviesa una fase de reordenación profunda. El eje izquierda-derecha aquí también se ha roto. En Extremadura la derecha no ha obtenido el 60% de los votos. No va de eso. El tiempo es otro, el eje globalismo-patriotismo comienza a emerger y nunca se había observado con tanta claridad en España.
El resultado, en especial el de Vox, consolida una tendencia estructural. En Extremadura comienza otro tiempo para España. Tal vez no el inicio de un nuevo régimen, pero sin duda el principio del final del sistema de partidos del 78.


