Diego de Gardoqui fue un hombre adelantado a su tiempo. Comerciante, diplomático y patriota español, fue el primer embajador de España en los Estados Unidos, un cargo que desempeñó con habilidad y dedicación entre 1785 y 1789. Sin embargo, pese a su relevancia internacional, su figura ha permanecido en gran medida en la sombra, tanto en España como en los Estados Unidos. ¿Por qué, entonces, es importante recordar su legado hoy?
A pesar de su papel crucial en la independencia estadounidense, Gardoqui ha sido históricamente eclipsado por otras figuras más prominentes. En España, su nombre no figura entre los grandes héroes nacionales, ninguna estatua honra su memoria y apenas encontramos su apellido en las listas de personajes históricos.Hasta su Bilbao natal tiene una calle con su apellido, pero honra la memoria de su hermano Francisco, cardenal de la Iglesia Católica.
Algo similar ocurre en los Estados Unidos, donde su contribución ha sido reconocida sólo en círculos académicos y diplomáticos ciertamente limitados. Durante el siglo pasado hubo un buque de la Segunda Guerra Mundial en la Armada de los Estados Unidos que honraba a la familia Gardoqui: el USS Gardoqui. Pero nada más: su nombre fue eliminado en 1946 y el buque fue vendido a su anterior propietario. Esta falta de reconocimiento oficial ha contribuido a que su legado se diluya con el tiempo. Y esto no puede seguir así, claro.
Recuperar figuras como la de Diego de Gardoqui es esencial para una comprensión más completa de nuestra historia, que durante siglos se ha forjado a ambos lados del océano. Su labor diplomática y su apoyo material a la causa estadounidense fueron fundamentales en un momento crítico. Por eso reconocer su contribución nos permite corregir omisiones en la narrativa histórica y ofrecer, además, una visión más rica de las relaciones internacionales de la época. De Bilbao salió un embajador universal que sin embargo ha quedado oculto en los rincones de la historia.
Otro punto nos apoya: la vida de Gardoqui no es cosa del pasado. Su impacto en la diplomacia contemporánea es palpable. No en vano su enfoque pragmático y su habilidad para navegar en un entorno político complejo todavía actúan como guía para los diplomáticos actuales. Además, su figura comienza a ser reivindicada en eventos y conferencias que subrayan la importancia de su legado en las relaciones bilaterales entre ambos países.
Uno de los ejemplos más evidentes lo encontramos en una conferencia organizada el año pasado. En 2024 —tanto ha tenido que pasar, sí, para empezar a recuperar su memoria—, el Instituto Franklin de la Universidad de Alcalá organizó una mesa redonda titulada «Revisando la figura de Don Diego de Gardoqui», donde se discutió su influencia en la independencia estadounidense y su relevancia en la diplomacia moderna. Poco a poco instituciones tanto españolas como estadounidenses van creciendo en su interés por nuestro primer embajador en Norteamérica.
La memoria de Gardoqui es don pero también es tarea. Afortunadamente en los últimos años ha habido un renovado interés por la figura de nuestro bilbaíno más universal. En 2022, la Fundación Consejo España-Estados Unidos rindió homenaje a su figura en un acto que destacó su papel en la historia compartida de ambos países. Además, estudios académicos recientes han profundizado en su vida y obra, revelando aspectos desconocidos de su contribución a la independencia estadounidense.De su amistad con Benjamin Franklin o John Jay a su envío de mantas palentinas, Gardoqui fortaleció con su ayuda la capacidad de las colonias.
Por todo esto, recordar a Diego de Gardoqui no es sólo un ejercicio de recuperación histórica, sino un acto de justicia. Su vida y obra encarnan el espíritu de colaboración y entendimiento que ha caracterizado las relaciones entre España y los Estados Unidos. Al reconocer su legado, no sólo honramos a un hombre que desempeñó un papel crucial en la historia, sino que también reafirmamos el valor de las contribuciones españolas a la construcción de la nación estadounidense. Mirar al pasado nos permite descubrir en Diego de Gardoqui un faro que ilumina la importancia de nuestras raíces compartidas: algunas figuras de nuestra historia forjaron desde la sombra puentes que todavía hoy mantienen vivo el legado español en la cultura de los Estados Unidos.