Apuntes desde el pupitre

En el primer Haleakaloha del curso nuestros columnistas favoritos se ponen serios y vuelven a las aulas con los lápices bien afilados

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Si hace un mes tocaba hacer balance del veraneo, en el primer Haleakaloha del curso nuestros columnistas favoritos se ponen serios y vuelven a las aulas con los lápices bien afilados. Varios de los mejores textos de estos días hablan de estudiar, de leer, de escribir, de pensar. En un mes de crisis cercanas y lejanas, hablar de actividad intelectual no es una frivolidad ni una pérdida de tiempo, sino un deber y una necesidad urgente. Abramos el bloc.

En Nuestro Tiempo, Enrique García-Máiquez propone educar por la vía ardua, sin atajos. «La vida es una aventura, y cualquier aventura sin pruebas difíciles y trances duros no es una aventura: es una excursión o un videojuego. Propongamos ideales altos, estudios exigentes, lecturas enriquecedoras. Que los jóvenes se enorgullezcan de sí mismos. Los mejores se alegrarán y los que todavía no lo son serán mejores, y se alegrarán». Creo que la receta, pensada para jóvenes, sirve para todos.

Pablo Mariñoso entrevista en LA IBERIA al ensayista Jorge Freire, y le saca varias frases dignas de subrayador fosforito. Me quedo con esta reflexión: «La filosofía ha intentado emanciparse de su base literaria, pero es literatura, y no la más noble: la poesía lo es más. Cuando olvida su condición literaria, entrega textos indigestos, escritos en jerga académica, con la excusa de que el mensaje es tan profundo que no necesita estilo. Eso es mentira. Es más claro un diálogo de Platón que un ensayo de Judith Butler». Volviendo al párrafo anterior: no confundamos lo exigente con lo oscuro.

También aquí, en LA IBERIA, debuta Clara Esteban, quien promete traernos buenos ratos hablando de libros con buen gusto y una generosa dosis de espíritu iconoclasta. En uno de sus primeros artículos, por ejemplo, nos habla de sus relecturas o, en sus palabras, de sus lecturas reincidentes. Delibes, Stoker, Dumas, Du Maurier y Buzzati. Tiene buen gusto, ¿no?

Del cuidado de la biblioteca nos habla también Iñako Rozas en Alfa y Omega. O, mejor dicho, nos habla de la antibiblioteca, de esos libros que nos miran desde el estante y que quizás no abriremos jamás. O sí. «En mi casa, los libros se multiplican como la hiedra», nos cuenta: «Trepan por estanterías insuficientes, se amontonan en pilas inestables, aparecen en rincones insospechados. Los que esperan siempre son más que los que he terminado. Y, sin embargo, he aprendido a ver en ese exceso no un fracaso, sino un espejo de mi pequeñez».

Daniel Capó nos desliza un par de consejos excelentes para el nuevo curso: llevar un diario y cuidar el jardín. Lo hace al hilo del escritor búlgaro Gospodínov, cuyo nombre, por cierto, me apunto en mi libreta. «La escritura, la jardinería, la paternidad me parecen rarezas en un mundo fascinado por la eficacia. La universidad, el saber, responde a una lógica similar. Cuando posamos nuestra mirada y nuestro corazón sobre el auténtico cuidado de las cosas, observamos cómo emerge una realidad en la que no rige ninguno de los criterios habituales con los que solemos juzgar». Su artículo lo publica Nuestro Tiempo.

Cerramos con Paula Fernández de Bobadilla, que reseña en Alfa y Omega, Breve, alegre, útil, el libro Creatividad, de John Cleese. Ser creativos, nos dice, «no es algo marginal, reservado a escritores y artistas, sino que nos atañe a todos». Apúntense el reto.

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