Thyssen

Durante la última semana he escuchado a tres personas decir cosas interesantes. Creo que las tres historias pueden estar relacionadas.

Una. Vuelvo al Thyssen. Hacía tiempo que no iba. JJ es nuestro guía de confianza. Nos hace un recorrido general por la historia de la pintura: La adoración del niño, de Daret. Un poco de Rubens, un Caravaggio, algo de los impresionistas, una anécdota de Van Gogh… JJ sabe contar historietas y encima dice frases chulas tipo: «El arte es al alma de una época». Al final de la visita Corco pregunta por qué tantos artistas se suicidan. JJ dice que un artista tiene una sensibilidad muy desarrollada. «Claro, si tienes mucha sensibilidad y no tienes fe lo raro es no suicidarte». Tiene sentido. Si lo que te rodea no es bonito, si percibes el horror de la guerra, las injusticias, la violencia… y no crees en Dios pues lo normal es estar muy fastidiado.

Dos. En el metro escucho un podcast que descubrí aquí en LA IBERIA. Se llama Club Dalroy. Un experto habla con voz grave sobre The Last of Us, una serie sobre un mundo duro y hostil donde un hongo convierte a las personas en zombis. En The Last of Us no hay una imaginación católica, pero hay un grito porque el mundo está mal hecho. Los narradores posmodernos hacen la mejor narración posible en un mundo descreído. Se adentran en los abismos del ser humano y encuentran un vacío insoportable. Pero es coherente. La crisis está en el otro lado: la gente que cree en Dios no hace ficción. Necesitamos contrarrestar el nihilismo con historias admirables. Una mirada católica es, entre otras cosas, una mirada optimista sobre el mundo. Una mirada esperanzada. Que cuando termine la película o el libro te quedes con la sensación de que el mundo está bien hecho.

Tres. Escucho otro podcast en un viaje en coche. José Brage (sacerdote) cuenta que un amigo suyo se enteró de que iba a tener un hijo con síndrome de Down. El hombre reunió a todos sus hijos y les dijo: «Dios nos ha mandado un ángel a la familia para que lo cuidemos. Como es un ángel y está acostumbrado a vivir en el cielo, aquí en la tierra, por la atmósfera, no puede manifestarse como lo que él es. Hablará un poco más lento, andará más torpemente. Pero es un ángel al que tenemos que cuidar». Uno de sus hijos llegó emocionado al día siguiente al colegio: «¡Profe, Dios nos ha regalado un ángel a mi familia!». Y contó la historia. La profesora se echó a llorar, porque en su familia habían vivido algo parecido, pero se habían hundido en la tristeza.

El Thyssen, el Club Dalroy, la meditación de José Brage… son tres puntos fáciles de unir. ¿Yo puedo hacer algo para apoyar una mirada de esperanza? Quizás sí. De momento puedo escribir un artículo cada semana. Para intentar animar el cotarro. Luego quién sabe.