El pasado sábado se celebró la II Capea Popular de Terra Ignota y volvimos a casa sabiendo que la posibilidad que se intuía ya es una realidad. Estos seis amigos que empezaron charlando en YouTube sobre cualquier cosa que se les pudiera ocurrir, están conformando una comunidad en derredor que, si bien ha de madurar y asentarse todavía, ya camina con fuerza.

La mañana empezó entre saludos tímidos y animada conversación en el autobús camino a la finca donde pasamos el día. Reconozco que yo ya iba conquistada por un caballerete de dieciocho meses, rubio, de ojos verdes, que conocí la noche anterior cenando con sus padres, así que imagínense la alegría que me dio encontrármelo nada más llegar, paseando con su camiseta azul de La Orden y sus zapatillas blancas de velcro. El día no podía empezar mejor.

Poco a poco nos saludamos y tomamos posesión del lugar y avanzamos adonde se celebra la misa de campaña. Desde primera hora, un sacerdote estuvo confesando a quien lo pidió y los demás curas presentes estuvieron a disposición de quien quiso consultarles a lo largo del día. Terra Ignota es manifiestamente confesional. Católica. No hay que ser creyente ni católico para formar parte de esta comunidad, hay ateos, agnósticos, en noche oscura, algún judío, y seguro que hay de otras confesiones cristianas, pero todos sabemos que es una comunidad con unas ideas y una propuesta de vida muy concreta, aunque pueda vivirse de diferentes maneras. No se separa el rito de la vida. El humanismo cristiano entrelaza la manera de estar en el mundo, de relacionarse con él y de acoger al prójimo. Resulta reconfortante encontrar a amigos que vinieron solos a la primera capea y, sin embargo, después de un año de risas y buenos encuentros, han vuelto trayendo a su familia. Es así, recibiéndonos unos a otros en el momento personal y espiritual en el que nos encontremos, como esta comunidad ha ido creciendo y fortaleciéndose.

De la misa pasamos a la zona donde comimos. Para esta ocasión se propuso que cada uno llevara comida para sí y algo más. Hubo más algomás que personas empadronadas en un pueblo pequeño. Impresionante. No sólo la generosidad de muchos que llevaron de más para los que aportamos menos, sino también la dedicación en la preparación de tantas recetas deliciosas, y tantas que me dejaré atrás. Croquetas, tartas, quesada, licor casero, café, una receta húngara a base de masa frita y crema agria, sin mencionar las dos paellas enormes, un bocadillo de jamón, carne a la brasa, el pan buenísimo, uvas, embutidos y chacinas. Madre mía, qué cena aquella a base de cecina, chorizo, cruasanes rellenos y tiramisú, entre participaciones de lotería y midiendo el nivel del dolor de los revolcones de las vaquillas en relación a los pelotazos de goma de los días de Ferraz.

A primera hora de la tarde, los más pequeños tuvieron un magnífico espectáculo de magia. Los chiquillos disfrutaron de lo lindo pero los padres mucho más. Alguno aún se está preguntando donde está la moneda.

Una sobremesa muy grata antes de ir a la plaza, del momento del apurado recorte de las vaquillas y el toreo fino. Tuvimos hasta despedida de soltero con novio dándolo todo. Se le desea lo mejor al matrimonio. Hasta trombón y pasodoble tuvieron los maestros. Y la maestra. Y tarta de cumpleaños. Poco puedo decir de la faena porque me quedé en la tertulia con algunos amigos menos taurinos y un tipo con capa y capucha, haciéndonos fuertes a la sombra cumpliendo con la copa y el puro de las grandes ocasiones, pero cuentan las crónicas taurinas ignoteras que triunfó el mejor torero y fue, en consecuencia, sacado a hombros.

Una liturgia que parece cristalizarse en las reuniones de ignotos alrededor de, y en la capea, es coger al vuelo lo que sea que uno esté bebiendo o comiendo, alzar chiquillos del suelo y buscar un tejadillo o soportal para cubrirse de la lluvia porque el frente gallego es incapaz de salir del terruño sin llevar consigo el agua y la humedad. Al mismo tiempo se quejan de la manera en que cae el agua, pero que nos llueve, nos llueve.

Fui a buscar las llaves del coche para coger algo de abrigo y media hora después seguía inmersa en una conversación con tres jóvenes sobre amores posibles, fe y deseo que te olvida que hace frío. Porque, ¿qué hay más importante a los veinte años que poder estar con aquella persona a quien quieres? La batalla del ser humano a los veinte, a los treinta y a cualquier edad: amar lo bueno, amar bien y para bien. Cuando llegué al coche ya había anochecido. Me cuentan que poco después, en ese mismo aparcamiento se estuvo cantando el éxito de la canción protesta «por que la ley», con actuación sorpresa de su autor. Y charlando sobre Platón casi perdemos el autobús de vuelta.

Sólo he traído alguna hebra de lo compartido el sábado por unas doscientas personas. Familias, de alguna vinieron tres generaciones, otros solos, amigos, padres, hijos, abuelos, chicos y chicas, en fin, de todo perfil. Un día estupendo. Y nada hubiera sido posible sin el inmenso cariño y espíritu de servicio de algunos, más allá de los organizadores, que dedicaron su fin de semana para que los demás estuviésemos atendidos en todo momento. En los autobuses, en la barra, yendo a por hielo, encendiendo el fuego, haciendo las paellas, braseando carne, yendo a por hielo, atendiendo la barra otra vez, trayendo y llevando viandas para que las probaras porque te escucharon decir que te gustaba, yendo a por hielo, poniendo mesas, repartiendo comida, limpiando mesas y recogiendo basura. El día entero fue una concatenación de pequeños actos de amor. Tengo en mi escritorio mi concha gallega con rastro de arena y mar, que me recordará el cariño recibido y el agradecimiento debido.

Pasada esta segunda capea de éxito, muchos se van a querer a apuntar con afán de sacar provecho de un grupo que ya es exitoso. Hasta ahora, una de la grandes fortalezas de esta comunidad es su no pertenencia a ningún partido, sin que eso sea óbice para que tengan sus preferencias. Pero la no hegemonía partidista o de grupo es básica para el desarrollo y crecimiento del proyecto.

Que no se engañe nadie, todo el afán por limitar la libertad en redes sociales busca evitar precisamente lo que en Terra Ignota ya es una realidad: que las personas normales, de cualquier estrato social, con aprecio a su país, dudas ante el sistema, con sentido de la trascendencia, amor a la familia y afán por trabajar, crecer, ser libres y poder celebrar la vida y la fe sin miedo ni vergüenza, constaten que no son los personajes aislados y orillados en su entorno de origen. Estas personas que llevan años siendo señaladas por los medios de comunicación, políticos, ficción y grupos sociales como si fueran personajes peligrosos, resulta que sólo quieren reunirse en paz con amigos, cantar algunas canciones, haciendo bromas, estableciendo relaciones personales sanas y proyectos de trabajo fructífero, y defender las causas que sean de su interés.

De la mano de Terra Ignota hemos recibido el mejor documental sobre el 11M que se ha hecho en España, ocho capítulos que pueden ustedes ver en su canal de YouTube y otras plataformas. Apoyo a las iniciativas provida. El documental en defensa del Valle de los Caídos, en dos capítulos, y que también está disponible en su canal de YouTube. Entrevista y tertulia semanal de interés cada domingo por la tarde. El programa El Avispero, puesto en pie durante el curso pasado en una radio digital por uno de sus integrantes, nos ha tenido conectados diariamente.

Terra Ignota podría llegar a configurarse como la primera opción benedictina patria, nacida digital, y con posibilidad de dar lugar a varias realidades concretas en distintas zonas de España. Esta comunidad permitirá a sus miembros tejer las relaciones personales y profesionales necesarias para establecer nuevos tejidos vitales y sociales.

Es lógico que los que aún no conocen a estos seis amigos y vean el revuelo que levantan quieran saber qué hay detrás. Sin embargo, a mi juicio, la pregunta adecuada no es lo que hay detrás sino lo que hay delante, cómo va a evolucionar este proyecto y esta comunidad, siendo, además, generador de proyectos de otros. Esa es la verdadera incógnita y también la esperanza, ese terreno desconocido de mañana. Bienvenidos a la Terra Ignota.