Hablo sobre el Transhumanismo en clase y propongo una actividad. Se trata de responder por escrito la siguiente pregunta: «¿Por qué no quiero ser inmortal?». Nada más terminar la actividad en una clase, añado una regla en los demás grupos: que nadie diga que si morirán todos tus seres queridos y te quedarás solo. Tampoco vale decir que habría sobrepoblación. Son los dos argumentos más típicos y tampoco son tan importantes.

Al día siguiente sale gente a la pizarra a leer sus argumentos. El principal motivo es la pérdida del sentido de la vida. Nuestras elecciones tienen valor porque cuando elegimos una opción renunciamos a otras. Elegir una carrera universitaria, por ejemplo, no tendría gracia si fuésemos inmortales: daría igual estudiar Medicina, Derecho o Arquitectura. Si voy a vivir para siempre puedo estudiar todas las carreras.

Otra idea parecida es la falta de urgencia. Estudiamos para un examen cuando queda un día, una semana, o, como mucho, dos semanas. Pero si tienes un examen dentro de treinta años no te vas a poner a estudiar hoy. Queremos hacer cosas porque el tiempo nos apremia. Un chico añade que perderíamos la capacidad de asombrarnos. Por ejemplo, veríamos una estrella fugaz, pero daría igual: después de vivir mil años habríamos visto muchas. Otra chica lee una idea parecida: «Nuestra existencia está ligada a la temporalidad y, si no fuésemos finitos, se desvanecerían nuestras ganas de vivir». Aquí un alumno dice con énfasis que esa frase ha salido de Chat GPT (cosa bastante probable, por otro lado). Yo le digo que él ni utilizando la IA ha escrito una redacción. La clase celebra la respuesta. Quizás parezca cruel, pero el chaval puede soportar eso y mucho más.

Después de varias redacciones pregunto: «¿Alguien ha escrito algún argumento distinto de los que ya han salido?». El argumento religioso suele aparecer en esta segunda ronda: «Yo no quiero ser inmortal en esta vida porque me quiero ir al cielo». Aquí intento que terminen una frase redonda: «Yo, como cristiano, no quiero ser inmortal porque… Ya lo soy». Cuesta un poco, pero siempre hay alguien que lo dice.

Luego sale otro argumento recurrente: poca gente podría pagar el tratamiento. Aparecería una nueva especie: los inmortales ricos frente a los mortales pobres.

Ya hemos dicho casi todo, pero todavía queda un rato de clase. ¿Alguien tiene algo más? Una chica dice que la humanidad se estancaría al no existir relevo generacional. No se me había ocurrido, pero me parece interesante. La humanidad avanza porque surge gente con ideas frescas y se hace un hueco. Pero, si la gente no envejece, es difícil que existan huecos para los jóvenes.

Otro punto, desaparecería una parte importante de los cuidados. Aquí meto una frase de José María Torralba: «En el cuidado a otra persona resplandece nuestra humanidad». Claro, si fuésemos invulnerables, si no tuviésemos fragilidad corporal, sería más difícil cuidar y dejarse cuidar. Esto, aunque yo lo haya aderezado, se la ha ocurrido a una niña de dieciséis añitos.

En la última clase del día (viernes a última hora) la actividad no sale bien. Hablan mucho y no consigo establecer el silencio. Termino echando a dos y a otros tres les digo que sus redacciones no las voy a leer. Salgo enfadado de clase. Encima, como es viernes, me voy a casa con sensación de fracaso. Pero bueno, es un recordatorio claro: ni los humanos son inmortales ni yo soy el profesor Keating en El club de los poetas muertos.