Después de que el PIB de Bolivia alcanzó un crecimiento de 6,5% el año 2013, la prensa internacional empezó a venderle al mundo dos mitos: el milagro económico boliviano y a Evo Morales como el gran estadista de origen indígena.

Mucha mala leche pasamos quienes nos atrevimos a cuestionar la narrativa oficial. Incluso, una periodista de Buenos Aires me gritó: «racista», cuando le expliqué que el «milagro» boliviano era, tan sólo, una burbuja. Parecía que el sentido común se había tomado unas vacaciones a la hora de opinar de Evo o Bolivia.

Sin embargo, una década después, la economía boliviana colapsa por todos lados. Ya nadie se come el chamuyo del blindaje, la estabilidad o la solidez.

¿A qué viene todo ese cuento?

Existen bastantes similitudes entre la historieta del «milagro» económico boliviano y la fábula de Nayib Bukele, en especial, su «combate» a las pandillas. Veamos.

Bukele lleva casi cuatro años disparando la deuda y el déficit a niveles con los que no parece querer tener demasiado cuidado. Ahora resulta que propone bajar impuestos, pero sin reducir el gasto público. Algo totalmente ineficiente en términos económicos, pero bastante óptimo para capturar incautos.

De igual manera, en junio del 2021, Bukele anunció que su país sería la primera nación en adoptar el BITCOIN como moneda de uso legal. No fueron pocos quienes asumieron que esa medida era un hito para la libertad financiera. Pero no se percataron de un detalle: el presidente lanzó esa polémica ley luego de varios impases con Estados Unidos. Los mismos que le dificultaron el acceso 1.300 millones que esperaba de instituciones como el FMI.

Asimismo, imitando a otros caudillos de la región, bajo el subterfugio de «apoyo sin condiciones», firmó un acuerdo por 500 millones con China.

Es decir, Bukele no estaba interesado en sacar a flote la economía de su país, mucho menos en buscar la libertad monetaria de los salvadoreños, su intención era tener fondos en sus manos para repartirlos, igual que muchos de los tiranos de Hispanoamérica.

El polémico tema de las pandillas

Bukele, lejos de ser un campeón de la ley y el orden, ha estado negociando secretamente con las pandillas de su país durante años, según varias investigaciones periodísticas bien documentadas del periódico digital El Faro. Por ejemplo, el gobierno salvadoreño, entre otras cosas, evitó la extradición de líderes de las maras y redujo sus sentencias a cambio de que disminuyeran el número de asesinatos y apoyaran al partido gobernante en las elecciones. Ergo, parecería que su guerra contra las pandillas es, a lo mucho, una interna entre mareros. Al respecto, el grupo Insight Crime, en un artículo titulado: Futuro de la seguridad en El Salvador, afirma lo siguiente:

De acuerdo con la investigación, el gobierno del presidente Nayib Bukele ofreció privilegios a la ranfla de las pandillas (particularmente a integrantes de la MS13 y las dos facciones de Barrio 18) a cambio de la promesa de mantener bajo control las tasas de homicidios. Ahora bien, si las distintas facciones de la MS13 y Barrio 18, en especial, luego de la traición de Bukele, actuaran como un frente unido contra un enemigo común encarnado en el gobierno, el país estaría en puertas de otro capítulo sangriento en esta historia sin fin de las pandillas vs. las instituciones salvadoreñas.

Tuve la suerte de hablar con varios periodistas salvadoreños, todos coinciden en algo: «Lo que hizo Bukele solamente ayudó a reducir los homicidios temporalmente, sin mermar el poder ni el tamaño de las maras». Apreciación con la cual yo coincido plenamente, pues las pandillas salvadoreñas mueven más dinero que el propio gobierno nacional.

Resumiendo, el video de los pandilleros corriendo a la prisión más grande de Centroamérica es solamente una mega producción televisiva, parte de su estrategia de marketing en busca de su reelección. Pero acá un detalle, veo a muchos, que, al menos en teoría, afirman ser críticos con el poder y los dictadores, defender a un showman de la política, a un caudillo tan peligroso como Fidel Castro, Evo Morales, Hugo Chávez o Nicolás Maduro.