Inteligencia artificial, esclavitud real

El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, anunció el pasado mes los planes de su gobierno para implantar un sistema obligatorio de tarjetas de identidad digital (BritCard) para todos los trabajadores, que entraría en vigor en 2029. El pretexto, siempre hay una desgracia —provocada por sus políticas—, que les «obliga» a tomar decisiones liberticidas, es que se dificultará de esta manera la inmigración ilegal.

Estas medidas que sin duda son un paso hacia la vigilancia masiva y control estatal, nos hacen recordar que Larry Ellison, cofundador y mandamás de Oracle, predijo hace justo un año, un futuro de «estado de vigilancia moderna» impulsado por IA, donde «los ciudadanos tendrán su mejor comportamiento porque estamos grabando y reportando constantemente todo lo que está pasando».

Se puede discutir si el plan de Starmer acerca a Europa al tipo de vigilancia que Ellison promueve (ambos están relacionados por el Instituto Tony Blair), lo que es innegable es que el freno de mano está quitado para comenzar a adoptar medidas en las que los datos biométricos de los ciudadanos estén registrados y asociados a su estilo de vida, cuenta corriente y compras. Se hace realidad la amenaza de vivir subyugados a la cuota de carbono asignada.

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