Hughes La Iberia

Casi sin querer, como se ven las cosas en las redes sociales, he visto un vídeo en el que Alvise le contaba a un youtuber una de sus ideas digamos que electorales. Contaba que metería en la cárcel a 40.000 tíos, así dicho, incluso a los que llevaran un simple tatuaje de banda, incluso a las familias, y que para ello construiría a las afueras de Madrid la cárcel más grande de Europa.

A mí esto me ha recordado lo que decía Juan Benet, que desearía ser ministro del interior francés durante veinticuatro horas para poder meter en la cárcel a Maurice Chevalier, un cantante francés un poco irritante que siempre llevaba sombrerito. Hemos llegado a este punto en el que, roto Overton, casi todo se puede desear y hasta decir. ¿Por qué no?

Yo, ante el video y ese estilo youtuberiano de entrevistas a lo Bobo de la Colina, lo he tenido claro: «Hughes, ¿tú qué harías realmente?» y mi deseo real, lo que realmente me pide el cuerpo es meter en la cárcel a los youtubers. Yo los mandaría a la trena a todos —salvo a unos pocos amigos, claro—. Cualquiera que haya emitido un solo minuto de tabarras verborreicas desde un habitáculo, a la cárcel. Cambiaría la Constitución y el Código Penal y me saldría de la UE para poder hacerlo. Es más, sacaría a España de todos sus compromisos internacionales para que no me dieran la lata diplomática. Dejaría a España en una soledad digna de Corea del Norte para que nadie se inmiscuyera en mi proyecto político: todos a la putísima cárcel (ahora les imito, ¡hablo como ellos!). Todos los youtubers y reporteros intrépidos y Batmans con micro a la reputísima cárcel a hablar entre ellos y darse mutuamente el coñazo con sus respectivas elocuencias y sus peroratas y sus basadeces. Cualquier persona que hubiera dicho alguna vez en su vida «en mi canal» sería buquelizado preventivamente por sospechoso de transmitir mierdas cerebrales a la juventud de España o (mucho peor) de dar eco a la bumerez.

Pero yo iría más allá. No construiría la cárcel más grande de Europa en las afueras de Madrid. Expropiaría los Corte Ingleses y los edificios de Telefónica y la Ser y la haría en el centro, en plena Gran vía. Para ejemplarizar a los modernos de Fuencarral. A esos efectos, la condena incluiría que Gomá les diera unas charlitas. A los que hubieran castigado a la población con debatitos filosóficos de tres horas, a los que mezclan «mi canal» y «mi libro», les condenaría a ver en unas pantallas 24-7 entrevistas de Gomá en bucle.

Al contrario que el socialdemócrata Alvise, yo no me conformaría con meter 40.000 tíos. Nada de eso. ¿Por qué limitarse? Firmaría convenios de colaboración con otros países para poder encarcelar a más gente, e iría también a por sus amigos y colaboracionistas financiadores. ¿Que salen 250.000? Pues 250.000 tíos a la reputísima calle, qué cojones (¡soy uno de ellos, hablo como ellos!). ¡Cómeme el nardo, Bernardo! ¡Lamed mi fucking escroto, lúseres!

Igual que ahora meten aviones con subsaharianos, yo sacaría aviones nocturnos con chorros y chorros de youtubers, y dueños de cuentas de Telegram y predicadores de TikTok y gurús financieros y cryptobros y los de «holdea, holdea» y dejaría España en un bendito silencio. ¡Pero nada de Andorra! Que se vayan a disfrutar de la ausencia de Estado y a crear riqueza a Burundi. Por supuesto, firmaría un tratado e intercambiaría gustosamente inmigrantes africanos por youtubers. No me escondo: ofrecería una sustitución demográfica parcial concentrada en ellos y en los que son como ellos, el Pequeño Reemplazo la llamaría, y si viniese la ONU a decirme que violo derechos humanos fundamentales —que lo dudo mucho—, me descojonaría también y sacaría a España inmediatamente de allí.

Ése es mi programa, y tampoco considero que sea radical, porque sólo aspiro a una España vivible, libre de vendeburras, charlatanes, sacamuelas y cansalmas, como era la España de mis mayores. ¿O acaso creen que un Cervantes o un Larra o un Azorín serían posibles rodeados de semejante volumen de cometarros?

Cerrados como están para mí los medios del Consenso, sé que mi programa no podré difundirlo porque los mismos youtubers, que están todos mancomunados y se dividen la pantalla como los Brady, harán imposible que llegue a sus estupidizadas audiencias. Silencio es lo que me viene ahora. Un silencio alpino. El desierto. La soledad mística. Así que agradezco mucho a La Iberia poder difundirlo.

Hughes
De formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en LA GACETA y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.