Otrosí digo: el mes pasado hablé de unos cuantos letrados de ficción a los que llamaría sin dudarlo desde el teléfono de pared de un calabozo. Hoy sigo mi recorrido por los despachos y las salas de vistas, contratando a mis abogados favoritos de la literatura y el cine. No todos son virtuosos ni brillantes, pero todos son divertidos. Se declara abierta la sesión.

1  Willie Gingrich (En bandeja de plata)

Me recordaba Iñako Rojas que no podía faltar en la lista, y no, no puede. A Willie Gingrich (Walter Matthau) no le darán este año el premio a la Ética Jurídica. Es un picapleitos con muchos recursos y pocos límites, quizás el contraejemplo de Atticus Finch. Cuando su cuñado (Jack Lemmon) sufre un ridículo accidente en un estadio de fútbol americano, ve una oportunidad redonda para hacer dinero fácil. El genio de Billy Wilder nos desliza por un tobogán de diálogos afilados, chistes inteligentes y, de fondo, una melancolía muy humana. Está en Filmin.

2  Kinzo Otsuka (La chica de Kyushu, Seicho Matsumoto)

De Kinzo Otsuka sabemos que es un abogado caro —más de mil quinientos yenes por caso, más gastos y plus de éxito— y prestigioso, con despacho en un discreto edificio de Tokio. Tiene cincuenta y dos años, las sienes plateadas y un hoyuelo en el mentón. Cuando la chica de Kyushu —una joven mecanógrafa que evidentemente no puede pagar sus honorarios— llama a su puerta, lo hace porque sabe que es uno de los pocos que podrían salvar a su hermano, acusado de robo y de homicidio, y que tiene fama de ayudar de vez en cuando a personas sin recursos si cree en su inocencia.

El estilo narrativo de Seicho Matsumoto mezcla lo mejor de la novela negra europea y americana con un inconfundible ritmo oriental, pausado y detallista. Tres de sus novelas, incluida esta, las ha publicado recientemente en España Libros del Asteroide. Aquí lo que escribí hace un tiempo sobre el autor.

Puede llamar a un abogado (I)

3  Henry, Hank, Palmer (El juez, 2014)

Nacido y criado en un pequeño pueblo de Indiana, hijo de un estricto juez que es toda una institución local, Hank Palmer (Robert Downey Jr) es hoy un exitoso y agresivo abogado del foro de Chicago. Hace mucho que se alejó de su familia, y aunque a su padre (Robert Duvall) le une el vínculo de su formación jurídica, están separados por casi todo lo demás. Cuando regresa a su hogar para asistir al funeral de su madre, Palmer se verá en una situación insospechada: tendrá que asumir la defensa de su progenitor, que se ha metido en un lío muy gordo con su cadillac. Al hilo del proceso irán surgiendo asuntos familiares y sentimentales de mucho calado. Disponible en HBO Max y en Prime Video.

4  Sir Wilfrid Roberts (Testigo de cargo, 1957)

Basada —aunque muy libremente— en una obra de teatro de Agatha Christie y dirigida con mucha chispa por Billy Wilder —sí, es la segunda suya en esta lista—, esta peli es una de las mejores de la historia en su género, el de juicios, y sentó muchas de las bases que hemos visto cientos de veces en estrenos posteriores. Excesivo y elocuente, orondo y ácido, armado con un peligroso monóculo, Sir Wilfrid Roberts, interpretado genialmente por Charles Laughton, es uno de los personajes más brillantes que han pisado jamás una sala de vistas. Está en Filmin.

5  Teniente Tom Cantrel (El sargento negro, 1960)

Sugerencia de fray Vicente Niño, aunque ya estaba en mi selección previa. Basada en un relato del gran James Warner Bellah, publicado en el Saturday Evening Post, y dirigida por John Ford, esta peli no puede ser más oportuna en el momento actual. La historia del consejo de guerra contra el sargento Rutledge está contada con originalidad y maestría

6  Fernando Mello de Sequeira (La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, de Antonio Tabucchi)

Si requieren de sus servicios, lo encontrarán en Oporto, en la Rua das Flores. No tiene placa, así que tendrán que preguntar a su portera. Orondo y excéntrico (conociendo la proverbial amistad luso-británica, no me extrañaría que hubiera sido amigo de Sir Wilfrid Roberts), el abogado Loton, así le llaman, es uno de los puntos de equilibrio de esta novela redonda. «Yo defiendo a los desgraciados porque soy como ellos, esa es la pura y simple verdad», nos explica. «De mi ilustre estirpe utilizo sólo el patrimonio material que me han dejado, pero, como los desgraciados a los que defiendo, creo haber conocido las miserias de la vida, haberlas comprendido e incluso asumido». Publicada en nuestro país por Anagrama.

7  Tom Hagen (El padrino, 1972)

Bueno, ya lo sé: Tom Hagen no es solo un abogado, aunque se presenta como tal. El consigliere de la familia Corleone hace mucho más que redactar demandas. Tampoco podríamos contratarlo, porque tiene un único cliente. En todo caso, una lista sin él resultaría gravemente incompleta. Nacido en una familia germano-irlandesa, Hagen fue acogido por los Corleone y estudió Derecho con brillantez.

Cuentan que su personaje está inspirado, al menos en parte, en Frank de Simone, abogado de la familia criminal de Los Ángeles. La trilogía está en Netflix, incluyendo las dos únicas en las que aparece el personaje, la uno y la dos. De hecho, su ausencia en la tercera se nota demasiado.

8  Peter Marbury (El señor Marbury, de Alfonso Paredes)

El señor Marbury se formó como pasante en el bufete del famoso señor Ward, y hoy tiene su propio despacho, pequeño y no muy boyante, según intuimos, en la apacible localidad de Somerset. Defiende a sus clientes con determinación y paciencia. No sabe cocinar -salvo tortilla de patatas, receta que aprendió en España-, reflexiona en los viajes en tren, juega al tenis de vez en cuando, lee mucho. «Le gusta pensar», nos dice el autor, «que en todo lo rutinario hay una mínima oportunidad para la sorpresa».

Que nadie espere una trama judicial, o mejor, que nadie espere una trama, a secas. Entrar en este librito, hecho de recortes de la vida del señor Marbury y familia, provoca una sensación tan confortable como la de calzarse unas pantuflas mullidas después del trabajo. Editado por Homo Legens.

9  Ann Laszlo (La caja de música, 1989)

Una de las pelis más convencionales de Costa-Gavras —ya habrán notado si me leen que yo nunca uso «convencional» para descalificar, sino todo lo contrario—, este thriller judicial y melodrama familiar, con narración exquisitamente clásica, cuenta la historia de un inmigrante húngaro acusado en Estados Unidos de un turbio pasado durante la Segunda Guerra Mundial. Su hija Ann, reconocida penalista, decide asumir su defensa. El giro de guion, dramático pero nada tramposo, hará que todo encaje. Está en Filmin.