Es por tu bien. No vivas. Corres el riesgo de morir. Quédate en casa. No pises la calle. Si lo haces, como muy lejos, dentro de los límites de tu provincia.

Obedece a tu presidente autonómico, aunque no sea nadie para dictar dónde ni cuándo te puedes mover. A su hora en casa. Acata cada arbitrio escrito en piedra, por muy ilegal que sea. Nadie los cuestiona. No lo hagas tú.

Obedece al policía que abre de una patada tu puerta y asalta tu domicilio con la excusa de que pasas un buen rato. Obedécele también cuando te pregunte a dónde vas, cuando te ordene volver a casa, cuando te siga hasta el portal. Cuando transgreda la ley. Son normas. No las ha puesto él.

Cubre tu rostro. Es por tu bien. Con lo que sea. Con algo quirúrgico, aunque lleve semanas en tu bolsillo. No muestres tu sonrisa. No veas las de los demás si es que te cruzas con alguna. No te reconozcas en los escaparates de las tiendas que aún no han cerrado para siempre. Acepta la desaparición de los paisajes de tu infancia. No serían esenciales.

Es por tu bien. Calla. Sospecha. Recela del vecino. Teme al amigo. Incrépale. Delátale orgulloso. Cuanto más solo, más sano. Cuanto más lejos, aunque al lado, más seguro. Sé buen ciudadano. Ignora los hechos. Desconfía de la falta de síntomas. No los necesitas. Cumple las normas. Cualesquiera. Son normas. No las has puesto tú.

No corras. No saltes. No hables en el transporte público. De casa al trabajo. Olvida el ocio. Es cosa de un pasado en el que la vida no estaba reducida a supervivencia, en el que la Verdad no permanecía secuestrada por la percepción. No reces. Produce. Si te dejan. Y regresa. Del trabajo a casa. En silencio. Por el camino más corto.

Mira la tele. Otra vez los informativos. Cambia de canal. No importa. El programa de siempre. A cualquier hora. Sigue mirando. Conoce la jerga. Repítela. Memorízala. Asúmela. Difúndela. Repítela. Otra vez.

Saldremos más fuertes. Mejores. Dos semanas. La curva. Un último esfuerzo. Los héroes. La guerra. La pauta. La inmunidad. De rebaño. 

Es por tu bien. No los abraces. No los visites. No te despidas. No los entierres.

Obedece. Corres el riesgo de vivir.