Por qué faltan camareros y albañiles españoles: los salarios reales se hunden desde 2008

Los sectores que más mano de obra requieren son precisamente aquéllos en los que la asfixia burocrática y la invasión migratoria más han castigado el poder adquisitivo de sus trabajadores

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España nunca ha acogido a tantos turistas ni ha tenido tanta demanda de vivienda nueva. Sin embargo, nunca ha sido tan difícil encontrar personal para sostener esa actividad. Hosteleros que cierran turnos porque no logran montar equipos, constructoras que renuncian a obras por falta de cuadrillas y empresas que compiten por perfiles cada vez más escasos revelan una realidad incómoda: los sectores que más mano de obra necesitan son precisamente aquéllos en los que la asfixia burocrática y fiscal y la invasión migratoria más han castigado los salarios en términos reales durante los últimos 15 años.

La escasez no responde a falta de vocación o a un súbito cambio cultural entre los jóvenes, sino a un deterioro medible y persistente en la remuneración. Si un camarero medio cobrase 3.000 euros, los españoles competirían con entusiasmo por esos puestos de trabajo. Los datos muestran las señales del mercado laboral: trabajar en la hostelería o en la construcción es, hoy, un negocio menos rentable que hace dos décadas.

Hostelería: salarios estancados y poder adquisitivo en retroceso

La hostelería es una de las principales ramas de actividad de la economía española, con 1,84 millones de ocupados a cierre de 2024, solo superada por el comercio y la industria manufacturera. Sin embargo, ni su peso laboral ni su centralidad en el turismo bastan para atraer trabajadores. La razón: los sueldos reales se han deteriorado casi un 10% en 16 años.

Según la Encuesta Anual de Coste Laboral del INE, el salario real del sector pasó de 18.499 euros en 2008 a 16.777 en 2024, una caída del 9,3% corregida ya por inflación. El retroceso es continuo desde 2012 y solo se aprecia un ligero repunte en el último ejercicio.

Tampoco puede atribuirse la pérdida de poder adquisitivo a un descenso de horas trabajadas. Los ocupados a tiempo completo pasaron de 155,7 horas mensuales en 2008 a 151,9 en 2024, una reducción mínima. El deterioro salarial es, por tanto, real y suficiente para explicar por qué no hay colas ante bares, hoteles o restaurantes.

Construcción: menos trabajadores, sueldos más bajos y un déficit de 700.000 empleados

El panorama es similar, sino peor, en la construcción. España necesita edificar más vivienda, pero carece de trabajadores realmente capacitados y con voluntad de hcerlo. Caixabank Research estima un déficit de 515.000 viviendas por el desfase entre creación de hogares y visados; la patronal del sector cifra en 700.000 los trabajadores que faltan para atender esa demanda.

En paralelo, el empleo se ha desplomado: de 2,68 millones de ocupados en 2008 a 1,48 millones en 2024. Pero la explicación central vuelve a estar en los salarios. Entre 2008 y 2024, el sueldo real en la construcción pasó de 27.600 euros a 25.561, lo que supone un descenso del 7,4%. Bajo los gobiernos de Pedro Sánchez, el retroceso acumulado desde 2018 es del 4,8%. Tampoco aquí hay un aumento de productividad por hora: las horas mensuales trabajadas prácticamente no han variado (151 en 2008 frente a 149,9 en 2024).

A esto se une un factor cualitativo: la construcción exige un esfuerzo físico considerable. Si el poder adquisitivo cae y el trabajo es duro, muchos jóvenes optan por empleos menos exigentes en otras ramas del sector servicios.

Un problema estructural y agravado

Sectores con enorme demanda laboral ofrecen salarios que retroceden desde hace más de una década. El resultado es el que ya vemos: escasez de camareros y de albañiles, colapso en picos de actividad turística y un mercado de vivienda estrangulado por las trabas burocráticas y la insuficiencia de mano de obra realmente cualificada.

Sólo las empresas gigantes del sector, muchas de ellas altamente dependientes del sector público tienen margen para revisar políticas salariales, pero el marco regulatorio tampoco ayuda. Exceso de trabas administrativas, fiscalidad elevada y rigideces laborales limitan la capacidad de las compañías para competir por talento en un mercado cada vez más corto de mano de obra. La invasión migratoria, nada casual, agrava el problema: a España llegan cada año —y se suman a los que vinieron antes— miles de personas dispuestas a aceptar un salario imposible para un local.

Mientras los salarios reales sigan hundidos, seguirán faltando trabajadores españoles. No porque rechacen trabajar, sino porque las condicoines no permiten llevar una vida acorde a las promesas de un sistema que les ha fallado en beneficio de los «nuevos españoles».

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