Acaba el año, suenan el Auld lang syne y los valses de los Strauss y llega el momento de hacer propósitos. Podría ser peor no es un lugar adecuado para los propósitos morales, los económicos ni los deportivos: me quedaré en los culturales. Se anuncian tiempos duros y grises, así que necesitaremos buenos libros, películas y cómics para mantener el sosiego y elevar el ánimo. Feliz y próspero 2023, amigos.
1 Leer más literatura de viajes
¿Tiene sentido leer relatos de viajes mientras Instagram nos enseña cansinamente los desplazamientos ajenos a ciudades, playas o montañas? Yo creo que sí, y de hecho me propongo frecuentar más el género en 2023.
Los libros de viajes no nos hablan solo viaje ―aunque, ojo, nos hablan del viaje: cuidado con los que se van al otro extremo y solo hablan de ellos mismos―; nos inspiran, nos dan envidia y nos enseñan otros mundos. Hay una editorial que nunca me ha decepcionado en el género: Ediciones del Viento, especializada en recuperar relatos clásicos de viajeros, casi siempre con una dosis de aventura.
2 Reconciliarme con Indiana
Hay muchos factores que invitan al escepticismo ―la decepción de la última entrega, la edad de Harrison Ford, el hecho de que no la dirija Spielberg, el zeitgeist que reina en Hollywood…―, pero los fans de Indiana queremos creer, y el trailer de la quinta película, titulada Indiana Jones y el dial del destino, es prometedor. Comienza en tono nostálgico («echo de menos el desierto, y también el mar, levantarme cada mañana preguntándome qué aventura nos deparará el nuevo día»), hay escenas de tono épico, arqueólogos nazis, muchas explosiones y hasta escenas a caballo. Se estrena el 30 de junio. Confiemos en Indy.
3 No ver Autodefensa
Hay poco tiempo y muchas cosas que ver, así que me basta y me sobra con lo que ha escrito Víctor Lenore en Vozpopuli sobre la serie.
4 Volver a Astérix
En octubre se publica el nuevo álbum de la saga, todavía sin título. Dicen que el nuevo guionista, Fabrice Caro, se propone volver a las esencias y dejar atrás los tics woke que hicieron perder vigor y gracia a los últimos tebeos. «Quiero ser fiel a las especificaciones, o al menos a lo que hace que Astérix sea tan encantador», ha declarado. «Con ingredientes clásicos, como anacronismos, juegos de palabras, etc. Y, sobre todo, ser fiel a los personajes», Ojalá sea verdad. ¡Seguiremos defendiendo la aldea gala!
5 Ver todas las pelis de John Sturges
Hace poco me encontré con la última de su filmografía ―¿por qué no la habría visto antes?―: Ha llegado el águila, 1976 (en Prime Video y en Filmin), y vaya peliculón. Seguí con la inmediatamente anterior: McQ, 1974, con John Wayne, una policíaca simpática que se puede alquilar en Prime. Me apetece mucho seguir con el resto, revisitando las que ya he visto (Caballos salvajes, La gran evasión, Los siete magníficos…) y descubriendo las que no. Me parece uno de esos artesanos del cine que pasan desapercibidos para los cinéfilos exquisitos, pero que entienden como pocos, como casi nadie, los toques de ritmo y estética que convierten una buena historia en una buena película. Más aún: hace que parezca fácil.
6 No ver la mejor película de la historia según Sight and Sound
Jeanne Dielman, 23,quai du Commerce, 1080 Bruxelles. Qué pereza.
7 Leer más historias de surf
No me he puesto jamás encima de una tabla, aunque tengo buenos amigos que disfrutan jugando con las olas, pero los dos últimos libros que he leído son tan buenos que empiezo a pensar que ese deporte es un material literario de primera calidad. O quizás simplemente es que he tenido suerte, no sé. El primero fue Años salvajes, de William Finnegan, un texto autobiográfico que narra la búsqueda de la ola perfecta, de California a Sudáfrica, de Indonesia a Fiyi. Un libro pausado y minucioso, pero que logra contagiar la pasión por un modo de vida. La ha editado Libros del Asteroide.
El segundo, que me gusto todavía más, es una novela negra: Huntington Beach, de Kem Nunn, quizás la mejor que he leído en 2022. Ambientada en una costa californiana llena de surferos, moteros y punks, chicas bronceadas y tipos duros, la novela tiene una trama clásica, un protagonista creíble, un envoltorio original y mucho vuelo literario. La ha publicado la misma editorial. A ver si este año encuentro otras historias surferas para un chapuzón lector.
8 Reivindicar a Dorothy L. Sayers
Agatha Christie está de moda, ¡por fin! Después de unas décadas de relativo descuido, en las que sus libros se editaban y se leían pero habían dejado de ser cool, hoy la fórmula de la reina del misterio ―con un centón de adaptaciones, reinterpretaciones y hasta plagios― es sinónimo de éxito. Un buen momento para recuperar a una amiga suya que fue otra maestra del género detectivesco, menos prolífica pero igual de talentosa, y que se acercó a la novela-enigma desde claves parecidas: Dorothy L. Sayers.
Experta en lenguas clásicas y modernas, traductora de Dante, amiga de CS Lewis y de Chesterton, Sayers dio vida a un detective muy británico y muy aristocrático, culto, conservador y diletante: Lord Peter Wimsey. En España está publicando su obra Lumen Editorial. Mi favorita, y un buen comienzo para aproximarse a su estilo, es Los secretos de Oxford.
9 Seguir enganchado a Amor Towles
Tengo en la lista de pendientes, para empezar el año, La autopista Lincoln, su última novela, publicada por Salamandra. La anterior, Un caballero en Moscú, la historia del conde Aleksandr Ilich Rostov ―ya hablé de ella en esta sección― me pareció uno de los libros más elegantes, divertidos y originales de los últimos años. Normas de cortesía también me gustó mucho.
10 No perder la esperanza en Tom Cruise
Resulta refrescante encontrarse en estos tiempos con un actor que parece consciente de que su misión no es darnos la brasa ―«concienciarnos», si prefieren― ni cambiar el sistema político, sino sencillamente entretenernos. Tom Cruise es así, y pone todo el empeño en ello, como demostró este año en Top Gun: Maverick (mi opinión sobre la peli). Hablando de misiones, Misión imposible 7 se estrena el 14 de julio, y el trailer tiene tan buena pinta como el de Indiana. Nos espera un verano divertido en los cines.
11 Leer muchas cosas de otros lugares, culturas y épocas
Acabo con un propósito general. Hace poco se hizo viral un tuit de @proyearner: «Para una persona de color, leer a los clásicos es divertido hasta ese momento inevitable en el que te das cuenta de que ninguna parte de la historia se creó pensando en alguien como tú, que tú no eres el lector imaginado, y que, aunque tú ames la historia, esta no puede amarte a ti».
No puedo estar más en desacuerdo. La literatura, y el cine, tratan justo de lo contrario: de disfrutar de una historia precisamente por lo que tiene de universal, aunque la ambientación te quede muy lejos. Últimamente, por ejemplo, me he sentido muy cómodo con unos relatos rusos de finales del XIX, un noir japonés o una novela mexicana sobre la guerra de los cristeros. Desde luego, más cómodo que con autores españoles nacidos a finales de los ochenta, que sería mi nicho natural. En 2023, espero seguir leyendo muchas cosas que me interpelan directamente porque son muy buenas, aunque transcurran a miles de kilómetros, o a miles de años, de un lector llamado Mario.