Después de una triste y calamitosa legislatura de Alan García al frente del Ejecutivo, que demostró ser un excepcional orador y un inepto estadista, un prometedor político de origen japonés, matemático e ingeniero agrónomo llamado Alberto Fujimori, gana las elecciones generales de 1990.

Decidido a dar un contundente golpe a las estructuras de Sendero Luminoso y a su aparato militar, el flamante presidente, figura que más tarde sería largamente discutida y debatida, da un giro radical en la estrategia y metodología establecida para combatir el terrorismo. Dota de importantes recursos técnicos y económicos al hasta entonces precario Grupo Especial de Inteligencia del Perú, convirtiéndolo en una unidad de élite, y en acciones conjuntas de la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y los denominados comités de autodefensa, valerosas rondas de campesinos que le plantaron cara a los senderistas, se logra el arresto de preponderantes dirigentes de la organización.

De esa forma, comienza un marcado agotamiento y declinación de la banda, sin embargo, la fiera continuaba siendo capaz de atinar letales y salvajes zarpazos.

Los perros de Deng Xiaoping (II)

Como muestra de ello, en 1992 varios sediciosos ametrallan a la teniente de alcalde de Villa el Salvador, María Elena Moyano, de 33 años, un símbolo de la resistencia de Lima ante Sendero. Cuando culminaba uno de sus innumerables actos altruistas y de labor benéfica a favor de los jóvenes socialmente más desfavorecidos de la comarca, recibió una ráfaga de disparos a discreción. Ella, no dudo en hacer de escudo humano para proteger a sus dos hijos y a los demás niños que la acompañaban. Luego, ya sin vida, su cuerpo fue despedazado por los terroristas. No siendo esto suficiente para sus asesinos, cuatro días después hicieron explosionar su tumba.

Igualmente, ese mismo año, dos brutales detonaciones tuvieron lugar en la Avenida Larco, en el área comercial de Miraflores. Sendos camiones, cargados con alrededor de una tonelada de dinamita cada uno, explotaron en plena calle matando a 25 personas e hiriendo gravemente a otras 155. Las ondas expansivas hicieron añicos 183 viviendas, 400 negocios y 63 automóviles.

El país seguía desangrándose. La violencia se acentúa más aún en la capital, donde el Estado, a través del controvertido Grupo Colina, unidad de inteligencia del Ejército, actúa duramente contra los subversivos, transformándose Lima en un verdadero campo de batalla. Entre tanto, nada se sabía sobre el paradero de Abimael Guzmán.

La captura del siglo: un apagón y una vela

Tras dos años y medio de una encomiable y solida actividad encubierta, la Administración de Fujimori, mediante la Dirección Nacional contra el Terrorismo, consigue sellar con éxito la Operación Victoria, dando caza a Guzmán en una vivienda de dos plantas del limeño barrio de Surquillo.

El cerco era cada vez más estrecho y la casa se encontraba desde varios meses atrás bajo sospecha y extrema vigilancia, aunque sin pruebas concluyentes de que Abimael se hallara en su interior. La noche del 12 de septiembre de 1992, se produce uno de los recurrentes apagones en la ciudad. Un agente observa desde la calle que alguien enciende una vela en una estancia del segundo piso y de repente, estupefacto y estremecido por la emoción, susurra por radio a sus compañeros «¿ven lo que mis ojos están viendo?». A través de las cortinas, la luz que desprendía el pequeño hachón permitía distinguir palmariamente la inconfundible silueta y los característicos rasgos de Abimael Guzmán: el mayor criminal de la historia del país acababa de cometer un error fatal.

El Grupo Especial de Inteligencia interviene sin vacilación y el líder sedicioso es detenido sin oponer resistencia. Con él, además, es arrestada Elena Iparraguirre, su número dos, y otros relevantes e «ilustres» acólitos senderistas que lo escoltaban sin descanso.

La conocida como captura del siglo asesta un mazazo decisivo y casi definitivo a Sendero Luminoso. La banda, ahora guillotinada, decae estrepitosamente y sus cabecillas, acorralados por el Estado, comienzan a ser apresados.

Abimael Guzmán es condenado a cadena perpetua por una corte militar de jueces sin rostro, siendo recluido en una celda de la base naval del Callao, de máxima seguridad. En 2006, un nuevo juicio, esta vez ante un tribunal civil, ratifica la sentencia. Continúa purgando su pena entre rejas hasta el 2021, cuando muere a los 86 años de edad. Considerándose a sí mismo en todo momento como un preso político, jamás mostró arrepentimiento ni pidió perdón a sus víctimas.

80.000 muertos. Prohibido olvidar

Es deber de la sociedad peruana y la comunidad internacional estar atentos y ojo avizor, ya que Sendero Luminoso permanece debilitado y languidecido pero vivo. No en vano, actualmente es considerada como organización terrorista por Perú, Canadá, Estados Unidos y la Unión Europea​.

Hoy, la banda ha terminado transmutada en una reducida guerrilla narcoterrorista que cobardemente se esconde en inexpugnables e itinerantes campamentos ocultos en las entrañas del país, en el VRAEM, valle por donde discurren los ríos Apurímac, Ene y Mantaro. Sin embargo, sigue manteniendo un perseverante adoctrinamiento y una rigurosa impronta ideológica. Además, el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF), su brazo político, ha conseguido una cierta e inquietante aceptación entre algunos sectores de la población.

Sería una equivocación de consecuencias nefastas permitir que el paso del tiempo y el blanqueamiento político diluya en la memoria y en la conciencia de los peruanos que la barbarie de Sendero costó al Estado 22.000 millones de dólares, el equivalente al que fue el total de su deuda externa, y, sobre todo, los 80.000 muertos que provocó su lucha armada. Si esto se olvida, se estaría abriendo de nuevo la puerta al terror.

Este periodo tenebroso y sombrío de la historia del Perú supuso un recrudecimiento de su grado de pobreza y escasez, una acentuación de su tradicional división social y lo sumió, más si cabe, en un atraso económico atroz.

El origen y causa del advenimiento de este monstruo llamado Sendero Luminoso, y de su raudo y exitoso crecimiento, es misceláneo. Fue una catastrófica combinación entre un desmesurado culto a la personalidad enmarcado en un desmedido fanatismo ideológico; la miseria y marginación extrema que azotaban todo el país, en general, y las regiones de la sierra y la selva, en particular; un hondo y agudo analfabetismo; y una funesta y corrupta gestión política ejercida durante décadas.

Sin duda, la profunda falta de integración y el abandono de las grandes mayorías indígenas, que verdaderamente se inició muy atrás tras el ocaso del Virreinato español y de su intrínseco mestizaje, jugó un papel más que determinante para que el Perú estuviese muy cerca de ser completamente devorado por la distopía de la hoz y el martillo, la doctrina que, recordemos, ha causado ya la muerte de 110 millones de personas en todo el mundo.

Rafael Angulo Hidalgo
Nacido en Sanlúcar de Barrameda, Cádiz. Diplomado en Relaciones Laborales por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Los derroteros profesionales le llevaron a residir durante varios años en Inglaterra, Perú y Chile, aunque actualmente se encuentra asentado en España. Amante del turf por encima de todas las cosas.