Pocos géneros más codificados y cerrados en sí mismos que el de las fugas carcelarias —apenas hay opciones para variar el argumento—, pero hay algo fascinante en disfrutar de nuevo de una de estas historias, aunque la hayamos visto o leído mil veces. Túneles, cerraduras, escondites, ángulos muertos. El espacio claustrofóbico de la prisión lleva al límite a los personajes, se presta a la camaradería, saca chispas a la acción y agita el suspense. En esta entrega de Podría ser peor comparto algunos libros y películas de evasión —en sentido literal— que me hacen contener el aliento.

Papillon, de Henri Charriere

En el París canalla de los años 30, Henri Charrière fue acusado injustamente de asesinar a un proxeneta. La condena: trabajos forzados a perpetuidad en la temible colonia penal de la Isla del Diablo, en la Guyana francesa, y otros «alojamientos» próximos. Allí empezaría una aventura que fascinó como pocas a los lectores de todo el mundo en los 70: nueve intentos de fuga en los que derrochó coraje, ingenio y determinación.

Mucha gente me habló de Henri Charriere en Caracas, donde vivió muchos años después de alcanzar la libertad, regentó el icónico Gran Café de Sabana Grande y fue un personaje popular en una sociedad floreciente. Últimamente dicen que no todo lo que contó en el libro es exacto, que mezcló experiencias propias con otras de sus compañeros de presidio, pero no me parece importante: su verdadero mérito, más que escapar del infierno, fue contarlo tan bien, mezclando la minuciosidad extrema con la épica. Su historia, por cierto, se ha llevado al cine en dos ocasiones, en 1973 y en 2017. Ambas adaptaciones son más que dignas, pero recomiendo empezar por la novela, fácil de encontrar en librerías de viejo.

La evasión (1960)

El mejor cine francés es el de antes de la Nouvelle Vague. La evasión (en francés: Le trou, «el hueco»), la última película de Jacques Becker, es un ejemplo de cómo sacar el máximo partido a un argumento escueto. Sin trampas ni artificios, dibujada en un blanco y negro perfecto, con un suspense que nace de la verosimilitud y el detalle. Está en Prime Video.

Fuga de Alcatraz (1979)

Si la dirige Don Siegel y la protagoniza Clint Eastwood —la última colaboración de ambos, por cierto—, no puede ser mala. Este thriller áspero y sombrío se basa en una de las huidas más famosas de todos los tiempos, la de Alcatraz en 1962, una historia con final abierto: nunca se supo si los fugitivos sobrevivieron a las aguas de la bahía. El de la película es, en fin, un poco menos ambiguo. Está en Netflix.

Tan lejos como los pies me lleven, de Josef Martin Bauer

Si fugarse de una cárcel es difícil, qué decir del gulag, ese infierno gélido que llevó la represión política a extremos inalcanzados de crueldad y eficacia. Este libro novela la historia real de Clemens Forell, un antiguo teniente del ejército alemán que escapó de su campo en Siberia y atravesó miles de kilómetros de estepa, bosques y montañas, a pie, durante tres años, hasta llegar a Irán.

Tanto la parte inicial, que relata la reclusión en una mina, pura claustrofobia, como el larguísimo viaje, lleno de emoción y épica, están narrados con destreza. Editado en español por Edhasa. Hay una película de 2001, titulada en España Hasta donde los pies me lleven, que adapta la historia con eficacia y una bella fotografía (está en Rakuten).

Vacaciones en el infierno (2012)

Ya hablé de ella en el Podría ser peor del pasado agosto, pero no podía dejarla fuera de esta selección, porque es una de las entregas más frescas y trepidantes que ha dado el subgénero carcelario en los últimos años. Está en Filmin y en Prime Video.

El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas

Es mucho más que la historia de una fuga, pero es también la historia de una fuga, la de Edmundo Dantés del Castillo de If, una de las más inmortales de la historia de la literatura. Hay ediciones para todos los gustos, pero una buena y reciente es la de Grandes Clásicos Random House.

Fuga de pretoria (2020)

Sudáfrica, finales de los 70. Jenkin y Lee, dos jóvenes blancos y acomodados, acaban en la famosa penitenciaría de Robben Island por oponerse al Apartheid. Muchos han intentado escapar, pero nadie lo ha logrado.

Sobria y bien construida, conscientemente deudora de los clásicos del género, no cae en la tentación de la apología política, sino que se limita a narrar la peripecia con buen pulso, ritmo perfecto y… música de Mozart. Está en HBO Max y en Filmin.

Cadena perpetua (1994)

La huida no es tan importante en la trama, aunque está resuelta de forma elegantísima, casi como un truco de prestidigitador. Basada en un relato de Stephen King, Shawshank Redemption es, ante todo, una de las mejores historias de amistad que se han contado en las últimas décadas. Está en HBO Max.

Puente sobre el río Kwai, de Pierre Boulle

Como casi todos, yo vi antes la película de David Lean, que es buenísima. Llegué mucho después a la novela, y no pude sacarme la melodía silbada de la cabeza durante la lectura. Pierre Boulle fue un consagrado autor de bestsellers que escribió también otro exitazo cinematográfico: El planeta de los simios. Boulle noveló sus experiencias reales en la Indochina francesa, de las que sacaría —además de la Legión de Honor, la Croix de Guerre y la Médaille de la Résistance, casi nada— una tonelada de experiencias para escribir un clásico del género bélico.

Bélico, sí, pero de evasión, también: aunque aquí haya más espacios abiertos, selva y calor que túneles y galerías, los protagonistas son inquilinos de un campo de prisioneros. Todo está contado con ritmo, emoción y una pizca de humor. Hay una diferencia importante entre el final del libro y el de la peli que prefiero no contarles. El primero tendrán que buscarlo en librerías de viejo, y la segunda está en Prime Video.

10  La gran evasión (1963)

Dejo para el final mi favorita, la que da título a esta entrega. Experto en fugarse —protagonizó también Papillon y La huida—, Steve Mcqueen personaliza como nadie el atractivo de este subgénero. La fuga del Stalag Luft III, un campo de prisioneros de guerra en la actual Polonia, es una aventura insuperable, en lo ético y en lo estético. Véanla de nuevo (está en Filmin) y díganme si John Sturges no es uno de los mejores directores de la historia.