La teoría de la rueda del hámster es muy sencilla. Si eres joven y soltero en Madrid puedes ir a mil planes. En el caso de los católicos la dinámica común es el safari de adoraciones y picotear en varios movimientos. Pero la teoría se puede aplicar a todo tipo de gente.

¿Cuál es el problema de la rueda? Pues que te puedes marear con tanta actividad. Decía Kierkegaard que el ansia es el mareo de la libertad. Con tantos eventos conoces dos o tres chicas a la semana (voy a hablar de chicas, pero supongo que a la inversa también funciona). Eso son unas cien chicas al año. Cien chicas al año revuelven el corazón a cualquier experto en yoga. Entras en una rueda de hámster en la que van pasando nombres y caras. Igual que entran van saliendo. Claro, si te pasa dos veces a la semana no puede ser definitivo. Conoces a una chica y enseguida encuentras un pequeño defecto facial, un gesto un poco raro, el tono de voz más agudo o más grave de lo normal… Cualquier chorrada que genere un colchón de desapego por si acaso no funciona. Una red para evitar el golpe. Porque para qué vas a ir a tope si pasado mañana conocerás a otra. Quizás ella te dice que te peines. En cualquier caso, como el porcentaje de éxito es pequeño mejor no apostar muy fuerte. Sin más, la conoces, te ilusionas y luego te desilusionas. La mayoría de las veces ni siquiera va más allá de eso.

Un cantante dijo en una entrevista estar «enganchado a la primera parte de las relaciones». Un amigo lo compara con una rotonda. Mientras das vueltas todo son opciones abiertas, hasta que eliges una salida y se cierran el resto. Uno de los dramas contemporáneos es identificar libertad con opcionalidad. Ser libre como sinónimo de poder elegir siempre. Pero, como dice María Calvo: «La libertad sin vínculos es una forma inédita de esclavitud». Esclavos del placer, del dinero, de la fama… o de tener muchas opciones pero no elegir ninguna. Es cierto que hay mucha oferta, pero eso da igual. Eres tú quien decide no decidir. O sea que el problema no es del mercado. Es tuyo. Es mío.

¿Para qué sirve la teoría? Hombre, servir lo que se dice servir… para poco. Pero si te ayuda a identificar un problema quizás te ayude a resolverlo. ¿Cómo se resuelve? Gran pregunta. No creo que la solución sea dejar de ir a planes ni dejar de conocer a gente. La solución va por dentro y tiene que ver con formas de llenar el corazón. Otro tema eterno sobre el que Alfonso Paredes ha escrito una serie de artículos en La Iberia.