La llave de la caja

Andan algunos de los cabecillas de ERC muy ufanos después de haber logrado un preacuerdo con el PSC, bendecido por la empresa radicada en Ferraz, que les entrega nada menos que la llave de la caja, grosera expresión que suena a música celestial para los cultivadores del «España nos roba», lema arrumbado hace tiempo. Cuando estas líneas se escriben, se desconoce el veredicto de unas bases que, habitualmente, suele coincidir con el criterio de los negociadores. Decimos que andan ufanos algunos, porque el silencio de Junqueras quizá albergue cierta sed de venganza sobre el fugado Puigdemont. Al cabo, Junqueras dio con sus huesos en prisión durante un tiempo, mientras el de Amer disfrutaba de una tan pomposa como ridícula corte en la cual no ha faltado algún que otro bufón fraseante.

«La llave de la caja». La expresión es gráfica. Por algún motivo, me ha hecho evocar las manos del cuadro El cambista y su mujer que cuelga en las paredes de El Prado. Uno imagina a los nuevos funcionarios que manejarán la llave, dotados de dedos finos, retorcidos, que hurgan en la cerradura mientras miran, nerviosos, el interior de la caja. Una caja rota, por más que los asesores de Sánchez hayan colocado el adjetivo «solidario», de efectos demostradamente taumatúrgicos entre la grey socialista.

Ha llegado el momento de los argumentarios que, sin duda, se están ya redactando mientras a los tertulianos orgánicos se les pide que rebajen la tensión. No se conocen los detalles del acuerdo, dicen. No es momento de pronunciarse, todavía, mientras recuerdan, con razón, el entreguismo de Aznar y de Rajoy. Paralelamente, los republicanos celebran la pieza cobrada, a la que rodean otras de máximo simbolismo. Ejemplo de ello es el impulso a las selecciones deportivas catalanas, que podrían, en un futuro, vengar la afrenta de 1714.

Ha llegado, también, la hora de recordar, así lo hizo Sánchez en su obscena comparecencia ante los medios, cuyas preguntas fueron despachadas por su carácter valorativo, que se avanza en la vía federal, término fetiche que goza de enorme prestigio entre los autodenominados sectores progresistas. Como es sabido, a lo que en realidad se refiere Sánchez es a una confederación, por supuesto, desigual. A garantizar, mediante operaciones como la salida de Cataluña del régimen común, la desigualdad entre españoles. Nada nuevo dentro de la gestora de secesionistas manejada ahora por el antiguo alumno del Ramiro de Maeztu. Al cabo, su organización siempre se ha postrado ante los supremacistas, hasta el punto de desaparecer de sus terruños. Autoexcluidos, los reaccionarios de Ferraz, cuyas políticas nunca han sido rectificadas por los gestores de Génova, constituyen la mayor amenaza para la supervivencia de la nación española.

La concesión del concierto económico catalán es, no obstante, una medida lógica, previsible, pues si la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral —repare el lector en este vocablo— Navarra, en virtud del régimen de libertades «que nos hemos dado», ya disponen de privilegios basados en derechos llamados históricos ¿por qué no entregar a los catalanes la llave de la caja?

Iván Vélez
Arquitecto, director de la Fundación DENAES e investigador asociado de la Fundación Gustavo Bueno. Autor, entre otros, de los libros: 'Sobre la Leyenda Negra', 'El mito de Cortés', 'La conquista de México', 'Nuestro hombre en la CIA y Torquemada. El gran inquisidor'. Además de publicar artículos en la prensa española y en revistas especializadas, ha participado en congresos de Filosofía e Historia.