Este 1 de mayo de 2025, el fútbol español pierde a uno de sus mayores símbolos populares: Manuel Cáceres Artesero, más conocido como Manolo ‘el del Bombo’. El carismático aficionado ha fallecido a los 76 años en Vila-real, víctima de una afección respiratoria. Nacido en San Carlos del Valle, Ciudad Real, el 15 de enero de 1949, Manolo dedicó gran parte de su vida a seguir a la Selección Española allí donde jugase, marcando el ritmo de la grada con su inseparable bombo durante más de cuarenta años.
Su historia comenzó en las gradas de equipos como el Huesca o el Real Zaragoza, pero fue en el Mundial de 1982, disputado en España, cuando su figura se hizo icónica. Recorrió miles de kilómetros haciendo autostop para seguir a «La Roja», y desde entonces, su figura se convirtió en parte del paisaje de los grandes torneos. Manolo asistió a diez Mundiales y ocho Eurocopas, siempre con la misma entrega y entusiasmo, convirtiéndose en un rostro querido por aficionados de todas partes.
Además de su presencia en los estadios, también fue conocido por su bar «Tu Museo Deportivo», situado junto a Mestalla, en Valencia. Allí no solo servía copas, sino que compartía su pasión por el fútbol a través de recuerdos, fotografías y objetos que había recolectado en sus incontables viajes. Sin embargo, no todo fue alegría: tras años de dificultades económicas, se vio obligado a cerrar su bar en 2011, y durante un tiempo vivió en condiciones muy precarias.
Su última aparición animando a España fue en marzo de este mismo año, durante un partido de la Nations League contra Países Bajos en Mestalla, el estadio que tantas veces fue su casa. No pudo estar en el Mundial de Catar 2022 por problemas logísticos y falta de apoyo, algo que le causó una profunda tristeza.
Tras conocerse su fallecimiento, la Real Federación Española de Fútbol, jugadores y miles de aficionados han expresado su dolor y gratitud hacia quien fue, más que un hincha, un símbolo viviente del amor incondicional por la Selección. Manolo no solo animaba, unía a la afición. Su bombo, que durante décadas marcó el compás del corazón rojigualdo, queda ahora en silencio. Pero su eco permanecerá, como parte inseparable de la memoria colectiva del fútbol español.