Bajo la luz dorada del desierto y con las pirámides de Guiza recortadas en el horizonte, Egipto ha inaugurado el Gran Museo Egipcio (GEM), su proyecto cultural más ambicioso del siglo XXI. Veinte años de obras, más de mil millones de dólares de inversión y la participación de 80 delegaciones internacionales culminan en un complejo que el primer ministro Mostafa Madbuli definió como «un sueño hecho realidad y una declaración de confianza en el futuro».
Situado a apenas dos kilómetros del conjunto piramidal y a quince del centro de El Cairo, el museo se extiende sobre una superficie de 480.000 metros cuadrados, el doble que el Louvre y más del doble del Museo Británico. Concebido como un puente entre el Nilo y la meseta, el edificio se levanta en una suave pendiente que simboliza el ascenso desde la vida hacia la eternidad. La fachada principal, de alabastro translúcido, se tiñe de ocres y dorados con la luz del atardecer, mientras un velo de piedra y vidrio refleja la geometría de las pirámides.
Diseño irlandés
El diseño fue elegido mediante un concurso internacional anunciado en 2002, con más de 1.500 propuestas de 82 países, uno de los mayores de la historia. Lo ganó el estudio irlandés Heneghan Peng Architects, cuyos fundadores, Róisín Heneghan y Shi-Fu Peng, concibieron un edificio en forma triangular que no compite con las pirámides, sino que prolonga su horizonte. Las obras corrieron a cargo de la empresa belga BESIX y de Orascom Construction, bajo la supervisión de los ingenieros de Arup y Buro Happold. El coste total ascendió a 1.100 millones de dólares, de los cuales 300 millones fueron financiados mediante préstamos del Gobierno japonés.
El museo fue inaugurado con una ceremonia que reunió a 39 jefes de Estado, reyes y príncipes, entre ellos los monarcas españoles, además de delegaciones de otros 40 países. El espectáculo combinó desfiles inspirados en el antiguo Egipto, juegos de luces sobre las pirámides y mensajes de líderes internacionales. «Egipto se convierte hoy en el centro de la egiptología», afirmó el ministro de Turismo, Sherif Fathi, que espera que el complejo atraiga hasta cinco millones de visitantes anuales.
El recorrido comienza en el Gran Atrio, dominado por una estatua de Ramsés II de 11 metros y 83 toneladas, trasladada desde la plaza Ramsés de El Cairo. Desde allí parte una escalera monumental que conduce a doce galerías donde se narra la historia de cinco milenios de civilización. La colección supera las 100.000 piezas, de las cuales unas 50.000 se expondrán de forma permanente.
Su joya indiscutible es la colección completa de Tutankamón, presentada por primera vez en su totalidad desde el hallazgo de la tumba por Howard Carter en 1922: más de cinco mil objetos, entre ellos la máscara funeraria de oro, los sarcófagos, el trono, los carros y las joyas personales del faraón. Muchas de las piezas se muestran por primera vez al público tras años de restauración en los laboratorios del museo, que ocupan 32.000 metros cuadrados bajo tierra y están conectados por un túnel de 300 metros al edificio principal.
Conservación al más alto nivel
El GEM dispone de diecinueve laboratorios especializados: de cerámica, piedra, metales, madera, e incluso un laboratorio de momias destinado a conservar los restos humanos y animales del Antiguo Egipto. Los visitantes pueden observar parte de estos procesos desde el centro de restauración, que se ha convertido en referencia regional.
El diseño interior combina tradición y tecnología. Las salas están equipadas con sistemas de realidad virtual y aumentada, modelos 3D e instalaciones interactivas desarrolladas por la firma italiana Goppion. En su conjunto, el museo cuenta con 122 vitrinas de alta protección para conservar materiales frágiles, además de un museo infantil, un centro de conferencias, talleres educativos y amplias zonas ajardinadas con especies autóctonas.
El edificio principal, de 50 metros de altura, integra paneles solares que generan parte de la energía necesaria y un sistema de climatización sostenible. Los jardines que lo rodean, con palmeras datileras y especies del valle del Nilo, buscan crear un microclima que mitigue el calor del desierto.
Las obras comenzaron en 2005, pero la inestabilidad política posterior a la revuelta de 2011 paralizó el proyecto durante años. Con la llegada de Abdel Fattah al Sisi, el Gobierno reactivó su construcción como símbolo de modernización y estabilidad. El museo abrió parcialmente en 2023, y su inauguración plena marca ahora la apertura total al público.
El mayor proyecto cultural de Egipto en milenios
El Ejecutivo egipcio confía en que el GEM sea un motor económico. En los nueve primeros meses de 2025, Egipto recibió 15 millones de turistas, un 21% más que el año anterior. Se prevé que el museo, junto al nuevo aeropuerto de Sphinx y la futura conexión con Saqqarah, constituya un corredor cultural y económico en la región.
A diferencia del antiguo Museo Egipcio del centro de El Cairo, inaugurado en 1902 bajo dominio británico, el GEM es un espacio abierto y luminoso. Desde su explanada presidida por un obelisco suspendido hasta el Atrio de Cristal que filtra la luz del desierto, el conjunto busca reconciliar la herencia faraónica con la modernidad arquitectónica.
Bajo el cielo de Guiza, entre el polvo y la luz del desierto, Egipto entrega al mundo su mayor proyecto cultural. Un museo que no solo custodia su pasado, sino que lo traduce en promesa de futuro.


