La División Azul, según los especialistas

Ni discursos panfletarios ni propaganda adoctrinadora, sino el resultado de años de paciente investigación, trabajo y esfuerzo de cada autor, según su especialidad

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Laus Hispanie, revista necesaria y valiente, publica la gran oportunidad que nos ha brindado a un conjunto de especialistas de poder ofrecer una serie de artículos que, de una forma seria, científica y honesta, combatan la leyenda negra anti División Azul que aún hoy día sigue circulando. Toda leyenda negra nace siempre en campo enemigo, con la intención de que se acabe asumiendo en campo propio. Así, con su tergiversación del pasado, pretender alterar y acondicionar el presente a su favor para conseguir el futuro. Y de eso, esta revista sabe mucho.

No vamos a hablar de la Leyenda Negra antiespañola y la reivindicación y orgullo de un gran proceso histórico, nunca superado, que fue el Imperio Español, que no colonización por mucho que algunos sigan insistiendo en ello. Vamos a tratar otra leyenda negra: la que la izquierda española inició nada más crearse la División Española de Voluntarios, es decir la División Azul. En su siempre hábil maquinaria de propaganda —no hay que negar qué en esto de la propaganda, la izquierda siempre ha sido mucho más inteligente, preparada y creativa que sus adversarios—, los partidos frentepopulistas que habían perdido la guerra, reactivaron su aparato de difamación y embrutecimiento ya desde los mismos orígenes de la División Azul. Sus disparos iban dirigidos a la mismísima línea de flotación, circulando rápidamente insidias y mentiras y, sobre todo, callando y ocultando la verdad. ¿Y cuál era esa línea de flotación? Muy sencillo, hoy lo sabemos pues siguen erre que erre con lo mismo: que aquellos jóvenes españoles que se alistaban en masa para ir a combatir a Rusia, ni eran voluntarios ni lo hacían por ideales, que la mayoría de ellos iban sencillamente por hambre, obligados, o lo más absurdo, pero a la vez más efectivo, que los sacaban directamente de las cárceles para mandarlos a combatir a Rusia. Pero la propaganda, inteligente y muy bien construida, no paraba ahí, porque claro había también que justificar de alguna manera a los «falangistas puros y nobles» que se alistaban voluntariamente y que no eran pocos y se sabía. Lo tuvieron fácil con la invención de un absurdo e inexistente plan urdido en El Pardo, para quitárselos de encima mandándolos a morir a las trincheras rusas, y así desmontar a esa Falange pura y recalcitrante.

No voy a desmentir aquí ni una sola de estas acusaciones que, insisto, aún perduran. Para ello contamos con estos magníficos artículos que, cada uno en su especialidad, nos van a ir explicando quiénes, por qué, para qué y cómo combatieron al comunismo en el país que lo vio nacer. Por qué cincuenta mil jóvenes cambiaron el todo por el todo, pagando por ello un altísimo precio en vidas humanas, heridas, enfermedades, congelaciones e incluso algunos de ellos, años y años de cautiverio en el GULAG soviético. Dejemos pues que sean estos grandes especialistas quienes nos resuelvan la ecuación. Quiénes de forma contundente en su verdad, verdad nacida de años de trabajo e investigación y no de dimes y diretes, van a ir enviando cada una de las mentiras flotantes al cubo de la basura de la historia.

División Azul¿Alguien se ha preguntado alguna vez porqué estos artículos no fueron escritos por profesionales de la Defensa en los años cincuenta y sesenta? En esas décadas vivían la mayoría de veteranos de la División Azul. En las filas del Ejército los había ya con empleos importantes, incluso con especialidades que les aportaban sabiduría sobre el tema, como por ejemplo artilleros, infantes, zapadores, médicos, enfermeros, titulados de Estado Mayor, etc. Y sin embargo callaron. Repasen ustedes las publicaciones militares de los años cuarenta hasta los setenta, un desierto de difusión de lo que fue y lo que representó la División Española de Voluntarios. Apenas unos pocos artículos ¡entre 1941 y 1942! es decir mientras la Wehrmacht arrollaba toda Europa, ¿después? La nada. Sírvanos de argumentación a esta reflexión las palabras del historiador y gran especialista en el tema que nos ocupa, el profesor Carlos Caballero, que en el número 736 del Blau División correspondiente al mes de noviembre de 2020 manifestaba: «Pero es que editar textos referidos a la División nunca fue fácil, al contrario, era muy difícil. Ni la editorial del Movimiento, ni la del Ejército, ni la de la Aviación, ni la Editora Nacional, publicaron más allá de un título cada una sobre nuestra unidad. Las editoriales comerciales eludían el tema. Sólo un puñado de fieles amigos de la gesta divisionaria daban acogida en sus modestas editoriales a estos libros, pero tampoco eran ninguno de los grandes sellos editoriales de nuestro país».

Quienes conocían y dominaban los respectivos temas, callaban. La excepción fueron unos muy pocos de ellos, como el propio general Emilio Esteban-Infantes, quien publicó su libro La División Azul. Donde Asia empieza, en 1956 en una modesta editorial dirigida precisamente por otro divisionario, Tomás Salvador, y no en una de las grandes cadenas editoriales del régimen. Si miramos atrás en aquellas fechas nos sonarán sólo estos títulos: División 250 del citado Tomás Salvador (1954); Embajador en el Infierno, de Luca de Tena y Palacios Cueto (1955); y la extensa obra, pero excesivamente dispersa, de Fernando Vadillo publicada en pleno franquismo (1967, 1971 y 1975) y en la misma editorial que Esteban-Infantes: AHR de Barcelona. Esto en el plano editorial, pero ¿y en las revistas y publicaciones especializadas, sobre todo las militares? Insisto, la nada. Lo poco que se publicaba nacía directamente de los propios divisionarios, evidentemente sobre todo desde el que podríamos llamar «sector civil».

El enemigo no callaba, con sus correas de transmisión intelectual seguían lanzando su veneno contra lo que representó la División Azul. Algunos, sobre todo los más jóvenes, pueden llegar a pensar que exagero y que la izquierda tuvo su manto de silencio durante todo el franquismo. Para muestra un botón: las denuncias que lanzaban los propios divisionarios a través de sus publicaciones internas, como ésta del boletín de la Hermandad de la División Azul de Alicante, el Blau División, correspondiente al número 124 de diciembre de 1969, y firmado por un incombustible defensor de su historia que fue Armando Sánchez Oliva, que nos trae unas palabras que nos suenan a total actualidad: «La recluta fue un éxito indiscutible, los trenes sacaban de España, por Irún, lo más valeroso de nuestra juventud con el orgullo de sentirse defensores de una causa justa. ¿Quién lo dudaba entonces? Hoy han menudeado los juicios hechos a distancia tratando de poner en entredicho el verdadero carácter de aquella cruzada. Allá cada cual con los móviles que le impulsaron hacia el Este. […] Pero los nuestros, nuestros hombres, no tienen nada que justificar ni nada de que avergonzarse. Lo hemos repetido y habremos de repetirlo hasta la saciedad, seguros a pesar de todo, de que ello no será bastante para hacer relucir la verdad ante la envidia y la cobardía de muchos».

Con la izquierda y la extrema izquierda en el poder, los padres del relato contra la División Azul han conseguido de nuevo silenciar por decreto, orden y circular, toda voz discordante con su leyenda negra. La misma, la de antes, la de siempre. Para sus voceros las subvenciones, los sillones y los foros universitarios. Para ello han creado una ley de memoria hecha a su corte y medida: el que se mueve no sale en la foto, o lo que es peor, a lo mejor sí sale, pero en la de su propia ficha policial, previa a su ingreso en prisión. Primero fue todo el sistema educativo, reconvertido en arma de adoctrinamiento. Tristemente el Ejército ha sido su segunda víctima, prohibiendo tajantemente que se pueda ni siquiera tratar el tema divisionario en cualquiera de sus instalaciones, incluyendo al que debería ser un foro de estudio y debate, como es el Instituto de Historia y Cultura Militar, y sus delegaciones provinciales.

Por eso Laus Hispanie es necesaria y valiente, porque hay que serlo hoy día para dar voz y difusión a estos dieciocho especialistas que, inasequibles al desaliento, han trabajado durante semanas pro bono et amore para que este monográfico dedicado a la División Azul resultara con la altura y dignidad que se merece. El lector no va a encontrar ni discursos panfletarios ni propaganda adoctrinadora, sino el resultado de años de paciente investigación, trabajo y esfuerzo de cada autor, según su especialidad, de una forma evidentemente resumida, debido a las limitaciones propias de la publicación. Estas primeras síntesis nos dan la oportunidad de dirigirnos hacia trabajos más solidos, más desarrollados, que estos mismos autores han ido publicando a lo largo de su vida. Querido lector, esta es una ocasión única para que con argumentos sólidos y contundentes puedas combatir, allá donde estés, esa otra leyenda negra: la que distorsiona y pretende atacar a la División Azul.

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