El Café Central, alma musical de la Plaza del Ángel y símbolo del Madrid cultural, ha logrado un inesperado compás de espera. Lo que hace apenas tres meses parecía un cierre definitivo se ha transformado en una prórroga: el icónico club de jazz continuará en su histórico local, al menos, hasta comienzos de 2026.
«Hemos alcanzado una situación legal que nos permite, para júbilo de todos, prorrogar nuestra estancia en este hogar», anunciaba el equipo del Central en sus redes sociales, en un mensaje tan prudente como esperanzado. Tras más de siete años de negociaciones frustradas con los propietarios del inmueble, el acuerdo supone —como ellos mismos lo definen— un «pequeño milagro temporal».
El anuncio ha sido recibido con alivio entre músicos y aficionados. El local, que abrió sus puertas en 1982 en una antigua cristalería de 1908, es uno de los grandes templos del jazz europeo. En sus 43 años de vida ha acogido más de 14.000 conciertos y ha recibido a más de un millón de espectadores. Allí tocaron Tete Montoliu, Pedro Iturralde, Benny Golson, Ron Carter, Sheila Jordan, Brad Mehldau, Chano Domínguez o Silvia Pérez Cruz. En 2002, la revista Down Beat lo incluyó entre los mejores clubes de jazz del mundo, el único español en la lista.
El Central se convirtió pronto en un espacio de culto, no sólo por su programación diaria y rigurosa, sino por su atmósfera: esa mezcla de madera, penumbra y humo de saxofón que lo ha hecho reconocible en películas, series y fotografías. También ha sido refugio de escritores, artistas y melómanos, un café donde el jazz se confundía con la conversación y el aroma del café.
Mientras se estudian nuevas vías para garantizar su continuidad a largo plazo, el local ha preparado una programación especial para celebrar la prórroga: Guillermo McGill, Pepe Rivero, Sheila Blanco, Federico Lechner, Fernando Egózcue, Joan Chamorro o Lluís Coloma figuran entre los nombres que pasarán por su escenario antes del cierre definitivo, si llega.
«Extender nuestra permanencia hasta principios de año es un triunfo colectivo que nos regala la oportunidad de encarar el fin de año donde tantos recuerdos hemos forjado», dice la dirección. Y lo cierto es que el Central, más que un café o un club, es una manera de entender la ciudad. Madrid, por ahora, seguirá teniendo su corazón de jazz latiendo junto a la Plaza del Ángel.