En abril de 2024 Fernando Navarro publicó Algo que sirva como luz, un libro que expone la historia de Supersubmarina. Es un libro que cuenta la historia de muchas historias, una narración que nos transporta a una Baeza milenaria, al cielo de la música, al infierno de un terrible accidente de tráfico que supuso un antes y un después en la vida de los integrantes de la banda y del panorama musical español.

Supersubmarina es un grupo formado por José «Chino» (vocalista y compositor), Jaime (guitarrista), Pope (bajo) y Juanca (batería) en la jiennense Baeza. Se trata de una banda formada mucho antes de que un sello los escuchara por primera vez, incluso mucho antes de que ellos lo supiesen. Es un grupo formado por la propia vida, la amistad de aquellos que se conocen en los años felices e inocentes de la niñez, que se unen por las anécdotas y la convivencia al resguardo de la muralla que los vio crecer.

Llenaron plazas, salas y el Palacio de los Deportes. Vendieron discos por miles y, a día de hoy, siguen siendo un grupo de referencia para aquellos músicos que comienzan. Un 14 de Agosto de 2016 todo esto se trastocaría. El SEAT Alhambra gris que los llevaba a casa tuvo una colisión frontolateral con una furgoneta que los enviaría a una oscuridad que poco a poco parece que va desvaneciéndose.

A «Chino» se le dio por muerto y Jaime, tras más de 20 operaciones en apenas tres meses, casi prefirió estarlo. Pope y Juanca sufrieron lesiones de las que físicamente pudieron recuperarse mejor que sus amigos. «Chino» sufrió daños cerebrales que le impiden rememorar lo grande que fue, lo lejos que llegaron sus canciones. No recuerda los llenos en La Riviera, los conciertos en el Sonorama, ni cantarle al Paseo de los Tristes en «LN Granada».

De manera individual trataron de recuperar el cuerpo, esperando que el alma sanase en el proceso. Se parapetaron en su ciudad amurallada, guardados por miles de olivos a modo de soldados de terracota que los han protegido de cualquier injerencia externa que pudiera perturbar su búsqueda de paz.

Paradójicamente, cuando uno escucha algunas de sus letras parece que hubiesen sido escritas después del accidente. Como si el «Chino» de antes del accidente se comunicara con el José que no lo recuerda, dándole pistas para volver a ser quien era.

Cuando sanaron parte de sus cuerpos los miembros de Supersubmarina tuvieron que buscar una razón de ser, una forma de llenar el vacío que dejaban los escenarios, los acordes y el inmenso calor de la gente. Ni los trabajos al uso, ni el cariño de su familia parecía suficiente.

Las canciones que hicieron sonreír y saltar, que dieron consuelo a miles no causaban sino tristeza a aquellos que la crearon. En parte sería por el recuerdo, por la incertidumbre de si esos momentos volverían, quizá por la sensación de que con apenas 30 años su vida ya había acabado. Como tantos otros, los Supersubmarina se dieron cuenta de que los caminos por separado no tienen sentido si no convergen en uno común. Que los rodeos y lo accesorio nos distancian de esa chispa que una vez encendió el fuego.

Para volver a ser Supersubmarina tenían que dejar de serlo, debían volver a ser «Chino», Jaime, Pope y Juanca. Ser los cuatro amigos que se conocieron jugando al fútbol, que se forjaron como músicos en una banda municipal. Los chavales que quisieron comerse el mundo desde una cochera.

Su luz la encontraron en los pliegues más pequeños de su ser, lejos de los años de amnesia de «Chino», de los focos, los medios, los fans y los hits que no paran de sonar. Alguien dijo una vez que la vida es muy fácil porque se trata de disfrutar de las pequeñas cosas, de esas sonrisas que vemos por rutina, esa cerveza con amigos, las tradiciones que nos reúnen cada año como si estos no pasasen, de ese disco que suena y suena sin parar.

A día de hoy, «Chino» sigue sin recordar e imposibilitado para cantar y tocar, pero nadie ha sido capaz de quitarle la sonrisa. Juanca ha vuelto a la música bajo el nombre de «Melifluo», grupo al que ha terminado por incorporarse Jaime. Pope ha cambiado el bajo por el carrete y es el fotógrafo oficial de la banda de Juanca.

Fernando Navarro ha conseguido plasmar a la perfección el shock que debe de producir vestir la púrpura y caer a un pozo sin fondo en cuestión de segundos. La emoción de unos chavales que quieren poner la industria patas arriba y el hastío de unos jóvenes que se dan por muertos en vida. La capacidad de volver a sentir cuando cualquier amago de hacerlo supone un sufrimiento.

La fe de Supersubmarina sigue siendo una incógnita. Pero eso ya no importa. Porque Supersubmarina sigue más vivo que nunca mientras haya quien siga sintiendo algo con sus canciones, mientras haya una legión de adeptos a la espera de su vuelta y, sobre todo, mientras sus miembros hayan vuelto a encontrar algo que sirva como luz.