Durante año y medio escribí en El Debate de Hoy, que fue uno de los medios digitales más creativos y originales de los últimos años, una sección titulada Podría ser peor. Todo empezó cuando Pablo Velasco, un buen tipo y un director brillante —ahora que ya no es mi jefe nadie sospecharé que le estoy haciendo la pelota—, compró mi idea de una columna de descubrimientos de literatura y cine y me llamó, con perdón, «influencer». La sección, mensual, era poca cosa: una entradilla y cinco o seis ideas para el fin de semana que buscaban huir del aburrimiento y la pedantería. Pero alrededor de ella se creó una comunidad de amigos que no sólo compartían mis recomendaciones, sino que las mejoraban con sus comentarios, sugerían otras y enriquecían la conversación. Me lo pasé en grande escribiendo y me alegró saber que ayudé a algunos, sobre todo en los tiempos oscuros que empezaron en 2020 y que aún no se han ido del todo, a pasar algunas tardes de felicidad.

Ahora, tras una pausa, me acoge La Iberia (¡gracias, O’Mullony!), un proyecto que sube como la espuma, y espero seguir haciendo lo mismo: charlar, entre colegas, de libros, películas, series y cómics para pasárselo bien. De detectives, indios y vaqueros, aventureros o espías. De fondo habrá algunas ideas sobre el mundo y la sociedad, ¡las mías, claro! Pero prefiero que vayan decantándose, recomendación a recomendación, pista a pista, como casi todas las cosas interesantes, en lugar de ensuciar la tarjeta de visita con sustantivos políticos.

De modo que empiezo con la Navidad, con permiso de la Comisión Europa. En concreto, con seis planes que apetecen en esta época del año. Feliz Navidad, y bienvenidos a casa.

1  Escribir un cuento de Navidad para los amigos, como hizo Philip Van Doren con El regalo más grande

Ocurrió en plena guerra, en 1943. Erudito de otra guerra, la de Secesión, Philip Van Doren Stern (1900-1984) terminó un relato navideño de unas 4.000 palabras. El título: El regalo más grande. Mejorable, convengamos. Intentó primero vendérselo a alguna revista o encontrar un editor, pero, harto de negativas, decidió imprimirlo por su cuenta y enviárselo a 200 amigos como regalo, acompañado de una tarjeta.

Una de las entregas llegó a un productor de la RKO, y el relato terminó convertido en guion y protagonizado por James Stewart. Ya se imaginan, claro, que hablo de Qué bello es vivir. Yo llevo muchos años de adicción a la película, pero descubrí hace no mucho el relato original, que no se ha editado, me temo, en español, y que contiene, en esencia, todos los ingredientes principales de la película: frescura, humor y una ingenuidad que no cae en lo cursi. Por si leen en inglés, se titula The Gratest Gift. Vale la pena. Y si escriben un cuento de Navidad este año, me lo mandan.

2  Bendecir la mesa como Kevin en Solo en casa (1990)

Puede que la bendición de Kevin McCallister, Macaulay Culkin, no figure en ningún devocionario, pero lo tiene todo —espontaneidad, buen humor y ausencia de adjetivos innecesarios— para colarse en cualquier lista de Podría ser peor. «Bendice estos macarrones con queso calentados en el microondas y a los que los han vendido. Amén». Ninguna excusa es mala para volver a ver las dos entregas, la de 1990 y la de 1992, a ser posible seguidas. Ambas están disponibles en Prime Video.

3  Soportar una fiesta de Navidad en la oficina como la de El topo (2011)

Puede que esta historia de espías, inspirada en un novelón de John Le Carré, no encaje en los cánones del subgénero navideño, ni por el tema ni por el tono. Densa y sutil, llena de textura, con una fotografía tan sobria como bella, impecablemente interpretada, El topo requiere un esfuerzo de concentración por parte del espectador, pero da mucho a cambio. Intriga, tensión y personajes desarrollados en profundidad.

Y la fiesta de Navidad de la oficina, aunque ocupe una parte pequeña del metraje, le da a toda la película un tono y un sabor, y un sentido, muy propio de la época. Eso pensé, al menos, cuando la vi por primera vez, en una sala de los Renoir de Cuatro Caminos. Un diciembre, juraría. Y el frío de aquella tarde, y de aquella historia, todavía me hace abrigarme cada vez que vuelvo a verla. Como anécdota, en la secuencia aparece, interpretando a un personaje borracho como un piojo, el propio Le Carré. Está en Filmin.

4  Hacer compras de última hora, como en este viejo anuncio de Four Roses

Este comercial del bourbon Four Roses, del año 1955, parece una escena de Mad Men, y quizás se diseñó en algún despacho de Sterling Cooper . Para mi gusto, es uno de los mejores anuncios navideños de todos los tiempos. Hace sentir el frío, y el calor, como pocos. Aunque este año, con los problemas de suministro, quizás no sea bueno dejar las compras de licores para la tarde del 24 de diciembre.

5  Leer una novela de detectives navideña, como La dama del lago, de Raymond Chandler

El género negro no cierra por vacaciones. Los malos no descansan, así que los buenos deben estar alerta. Los sabuesos melancólicos, como Phillip Marlowe, sin familia ni esperanza, no lo pasan muy bien en diciembre, así que se merecen una visita.

La dama del lago, ambientado en Navidad, es una novela redonda. La historia empieza cuando un hombre contrata a Marlowe para que localice a su esposa, desaparecida sin dejar rastro poco antes de las fiestas. Todo se complica cuando el detective se topa con una segunda mujer, que también se ha esfumado, y después con un cadáver. Editada por Debolsillo (Penguin).

6  Viajar en tren. Por ejemplo, en el Polar Express (2004)

Juraría que leí en algún relato de Scott Fitzgerald (no he sido capaz de encontrarlo, ¿me ayudan?) una frase memorable sobre los trenes que llevaban a casa a los universitarios antes de la Navidad, llenos de luz dorada. Por alguna razón, los trenes y lo navideño son dos conceptos entrañablemente unidos, y todavía más desde que se estrenó Polar Express, una historia sobre la voluntad de creer.

De todas las películas dirigidas en los últimos años a un público infantil, esta es quizás la más cargada de significado navideño, la más profunda y la que mejor aguanta las revisiones, aunque en lo técnico se haya quedado anticuada. Yo la vi ya de mayor, y no me importa reengancharme cada vez que la ponen en la tele. Disponible en Amazon Prime.