La noche del 5 de noviembre celebran los ingleses la llamada Bonfire Night o Noche de Guy Fawkes. En ella recuerdan cómo el rey de Inglaterra Jacobo I con toda su familia y todos los Lores de la Cámara Alta, se salvaron de morir en el Complot de la Pólvora planeado para el 5 de noviembre de 1605 por un grupo de católicos dirigidos por Sir Robert Catesby entre los que se encontraba Guy Fawkes. En esta noche se lanzan fuegos de artificio, se hacen grandes hogueras y se quema un muñeco que simula al propio Guy Fawkes, aunque éste fue ajusticiado, meses después, por su participación en la conjura por ahorcamiento y no en la hoguera…
La Conspiración de la pólvora tenía por objeto derribar el Parlamento, que se encontraba, como hoy, en el Palacio de Westmister, con una enorme carga de explosivos situados en las bases del edificio, en una cripta bajo la Cámara de los Lores que habían alquilado los conspiradores tras el intento fallido de cavar un túnel debajo. Asesinando al rey y a todos los parlamentarios, derribarían un gobierno protestante que provocaba brutales persecuciones de católicos. Muerto el perro, acabaría la rabia. Pretendían los conspiradores provocar una revolución popular que llevara al trono inglés a un monarca católico, terminando así con la tiranía protestante. Guy Fawkes, también conocido como Guido Fawkes, que había servido en el ejército español en Flandes, era el encargado de hacer explosionar la pólvora quizás por su experiencia militar.
Días antes, el 26 de octubre, Lord Monteagle, próximo a posturas católicas, recibió una carta anónima advirtiéndole de que se mantuviera alejado del parlamento el día 5. Éste le mostró la carta al rey Jacobo que ordenó la investigación. A tempranas horas del 5 de noviembre, Fawkes fue descubierto y detenido cuando salía de la bodega que habían alquilado. Dentro se encontraron barriles de pólvora debajo de leña y carbón.
Fawkes fue torturado para tratar de extraerle información sobre sus compañeros en la conspiración, pero sólo tras varios días lograron que hablara revelando algunos nombres de los conspiradores, aunque sólo dio los de aquéllos que estaban muertos o los que las autoridades ya conocían. El 31 de enero fue llevado a juicio, donde se le halló culpable. Llevado al Old Palace Yard en Westminster, fue ahorcado allí mismo. Su cuerpo sin vida fue descuartizado y las partes de su cuerpo fueron repartidas por las cuatro esquinas del reino como advertencia para otros posibles rebeldes.
Un episodio más o menos marginal de la historia de Inglaterra, —marginal pero que podría haber cambiado toda la historia de Europa, éso sí— pasó a la cultura popular, festiva y tradicional de las gentes de Inglaterra, para en estos comienzos del siglo XXI revitalizarse y cargarse de nuevos significados. Una miniserie de la BBC producida y protagonizada por Kit Harington —el Jon Snow de Juego de Tronos— narra bastante verazmente lo sucedido. pero no fue esa serie la que revitalizó la historia. Fue una película V de Vendetta de James McTeigue, basada en un cómic de Alan Moore y David Loyd, que le ha dado un signo totalmente contrario al histórico a este 5 de noviembre.
En la historia de V de Vendetta el protagonista se cubre con una máscara con los rasgos de Fawkes y se inspira en él y en la Conspiración de la Pólvora para luchar contra una tiranía neofascista en la Inglaterra de un futuro no muy lejano. De ser el malo de la historia, Fawkes se ha ido transformando y su figura cargándose de los rasgos del héroe que lucha por la libertad y la justicia contra la tiranía. Así ha sido tomado al menos como icono —muy pocos sabrán la historia real subyacente— por los grupos de indignados con este sistema económico-financiero-tecnológico. La máscara con los rasgos de Fawkes se puede ver en las marchas, manifestaciones y acampadas de los indignados de todo el mundo. También es el logo tomado por los grupos de hackers autodenominados Anonymus que en teoría lucha contra la censura y la manipulación de internet por los grupos económicos y políticos.
Guy Fawkes, el católico que con la violencia quiso liberar a su nación de la tiranía, se ha convertido cuatrocientos años después, aunque pocos sepan quién fue realmente, en un signo de libertad y justicia contra un mundo que sólo se mueve por la codicia olvidándose de la gente de la calle. A veces parece que hemos avanzado muy poco en la humanidad.
Remember, remember, the 5th of November. Guido Fawkes y el heroísmo. Terrorismo se le llamaría sin duda ninguna hoy. Pero algo épico tiene la historia del Gunpowder. Desde Santo Tomás y la Escuela de Salamanca se defiende el tiranicidio cuando no hay forma alternativa de defenderse ante el abuso, la injusticia y la persecución. La Guerra Justa —con sus condiciones bien marcadas para que sea tal— es doctrina asentada casi desde san Agustín. Era antes de los inanes y absolutos pacifismos eclesiales, antes de esa extraña defensa absoluta de la vida por encima de todo —Cristo entregó su vida y no la conservó por encima de todo. Ojalá no nos veamos nunca en una como la que los católicos ingleses se vieron entonces o como durante la República Española se vivió aquí. Quizás entonces no nos parecería tan adecuado el término terrorismo, sino el de legítima defensa. Pero cada día más en este mundo se dan pasos contra la libertad de pensar, creer, o vivir conforme a lo que se cree. Ojalá nunca llegue a ser tarde para decir que algo deberíamos haber hecho antes.