Después de explicar a Nietzsche en clase propongo una actividad. Supón que eres cristiano. Supón que te encuentras con Nietzsche. Te dice que vives sometido por la moral de esclavos. Te han impuesto unas normas que te quitan libertad y reprimen tu instinto vital. Eres como un camello que carga con su joroba por el desierto triste.

¿Qué le responderías a Nietzsche?

La actividad sale regular. En un par de clases trato de leer las redacciones en voz alta. Entre pedir a los alumnos que se callen, echar de clase a uno que tira un papel, amenazar al otro con quitarle alguno de los exiguos puntos que le quedan… aparece un texto luminoso. A pesar de ser última hora, de estar cansado y medio enfadado, de querer que se termine el día… me doy cuenta de que ocurre algo especial: una niña a la que no venderían alcohol en un supermercado mira a los ojos a un gigante de la Filosofía y le dice que se equivoca. El texto dice así:

Querido Nietzsche:

Sé que quisiste ser el superhombre, rebelarte y no rendir cuentas a nadie más que a ti mismo. Ser autor de tu propia vida, eso decías, ya que los valores que se basan en Él carecen de sentido. Nadie te convenció de lo contrario.

Hoy vengo a cuestionar tu filosofía. Vengo a anunciar que Dios es creador, el único autor, quien nos da la vida y ante quien respondemos. Solo al reconocerlo podrás entender que mi moral no es una moral de esclavos, sino de locos enamorados y LIBRES.

Una vez que acepto que Dios me supera, no puedo más que aceptar mi condición humana, que es condición limitada porque es pecadora y débil. Yo necesito el amor del Padre. Él es quien me salva y me da la vida, entregando la suya por puro amor. Los valores cristianos, que ponen al sujeto siempre por debajo del prójimo, como siervo nunca servido, solo son entendibles en este contexto. Si Dios se hizo hombre y sufrió y me amó hasta la muerte (pudiendo evitarlo), ¿será que me hago grande en la pequeñez y en el amor? ¿Cómo voy a ser yo, que me reconozco como una mísera necesitada de Dios, grande o poderosa? Eso sí es antinatural. Lo necesito para vivir. Ser cristiano es pro-instinto vital.

Increíblemente, esto no es incompatible con la libertad porque Dios no se impone, sino que espera que lo amemos. Si decidimos estar con Él, nos acompañará durante todo el camino (caminaré en la Verdad y la Verdad me hará libre). Solo su yugo es llevadero y su carga ligera. Cuando vives dando y recibiendo amor, no puedes plantearte volver a la oscuridad, a la esclavitud del pecado. Dios da sentido a nuestra vida. Por eso vivir no es un juego de azar. Mi vida es un proyecto de Dios, es sagrada y llena de significado.

Ahora que sabes todo esto, ¿de verdad puede nadie decir que su vida fue una obra de arte? Si alguna lo fue, fue la de Jesús, el hombre perfecto, y culminó en la cruz, con el mayor sacrificio humano y divino, pues abrió las puertas del cielo a la humanidad. Si eso no es arte, no sé qué es arte. Además, si cada uno es su propio juez, el juego está amañado. Nadie va a querer morir admitiendo que su vida no fue una obra de arte porque, de todas formas, nadie sabe con exactitud qué es eso. Si no tenemos referencias y todo es bueno según me convenga, la verdad se relativiza y deja de ser importante.

Imagina ahora que en vez de preguntarte «¿Desearías que todo lo que te ha sucedido en la vida volviera a ocurrir infinitamente?», se te juzgue según lo que amaste. La pregunta es más simple: «¿Amaste?». Si asumes el eterno retorno, serías un superhombre. Fin. ¿Qué sentido tiene decir que repetirías tu vida infinitas veces? Yo prefiero decir: «He amado cuanto pude, pidiendo perdón por mis faltas y poniendo amor donde faltabas, Papá. Quise ser instrumento con mi vida para que hicieras con ella tu obra de salvación. Amé a amigos, enemigos… porque tú los amas como a mí, sin merecerlo. Papá, quiero estar contigo y escuchar: Hija, ven aquí que yo he reservado un lugar para siempre a mi lado. He vencido a la muerte para que puedas vivir por años sin término».

Figúrate, Nietzsche, que te amó incluso cuando tú lo negaste tan rotundamente. Te esperó con los brazos abiertos y llora tu pérdida, respetando tu libertad.

Con amor siempre.

Una cristiana.