Las recientes elecciones legislativas de la República Checa llegaron con el primer ministro Andrej Bavíš como favorito para imponerse con claridad y continuar en el poder, a pesar de unos últimos meses adversos, convulsos, especialmente en lo que al virus se refiere.

Cumpliendo levemente con los pronósticos, el partido de Bavíš, ANO, ganó las elecciones en escaños por la mínima, pero no en votos. La lista con más respaldo popular fue la de SPOLU, la coalición de partidos de derechas liderada por Petr Fiala. El politólogo es el gran protagonista de la política checa de los últimos días.

Otro de los nombres propios es el partido europeísta Piratas, que alcanzó la tercera posición y, de alguna manera, la llave de la gobernabilidad del país. Detrás quedó el SPD, que aboga por el control drástico de la inmigración, en especial la musulmana, con una visión euroescéptica.

Dado el reparto de escaños, no será fácil la formación de gobierno. Tampoco para Bavíš, el gobernante que, con el respaldo de Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki, en los últimos años compaginó la bonanza económica con la defensa de los principios de Visegrado, con la defensa de las fronteras de su país como principio político.

La desaparición parlamentaria de la izquierda checa

La gran derrotada de las elecciones fue la izquierda. Tanto el Partido Socialdemócrata como el Partido Comunista, ambos sin el porcentaje de voto necesario para entrar en el parlamento de Praga. Los mayores perdedores, de hecho, fueron los comunistas, con el peor resultado de su historia, siempre presentes en la cámara desde la Segunda Guerra Mundial.

¿Por qué?

El pasado. La nación checa aún se mantiene escarmentada de totalitarismos del siglo XX que sufrió durante décadas en su territorio, lo cual, además, comparte con sus vecinos.

La economía. Las medidas aplicadas en los últimos años han dado unos resultados evidentemente positivos. Si hace tan solo tres décadas, Europa central y del Este vivían bajo el yugo de la Unión Soviética, actualmente la República Checa es el país de la Unión Europea la tasa de paro más baja. Un 2,9%, cifra que se considera pleno empleo. Además, sus impuestos son muy competitivos; su mercado laboral, flexible y la inversión extranjera encuentra facilidades. Ha superado en PIB per cápita a España, Italia, Portugal y Grecia.

Los eslóganes. Socialistas y comunistas checos no han sabido resultar atractivos a los jóvenes. En sus actos y mensajes siguen apelando a las mismas consignas de hace medio siglo. Las nuevas generaciones, además de conocer las vivencias de sus padres y abuelos, no muestran intereses por esa narrativa todavía exitosa en el sur de Europa.

La familia. El éxito económico es importante, pero no es lo único. La República Checa, con Andrej Bavíš, ha situado la familia como el pilar fundamental de la sociedad. La nación checa, pese a presentar unas elevadas tasas de ateísmo, rechaza la mayoría de los postulados progresistas imperantes en la Europa Occidental.

La vacuna frente al totalitarismo de la que frecuentemente habla Viktor Orbán no funciona sólo en las generaciones que lo sufrieron personalmente, que aún suponen una porción muy grande de la sociedad checa, también sirve para los más jóvenes, que tienen los relatos de sus mayores. las vivencias de sus padres con gran cercanía.