Es posible que ustedes se hayan enterado del caso de una mujer, una mujer valiente, que está siendo perseguida y juzgada por expresar sus creencias religiosas en Finlandia. El delito que se le imputa conlleva una pena máxima de dos años de prisión. En su caso, el fiscal ha pedido que se le imponga una fuerte multa. Su supuesto delito es haber cuestionado el liderazgo de la Iglesia a la que pertenece a través de un tuit con unos versículos, en concreto Rom 1, 24 -27. Esta mujer valiente ha sido diputada nacional durante más de 25 años, presidenta de su partido y ministra del interior. Ha contribuido al desarrollo de su país, primero, a través de su trabajo fuera de la política como médico y, luego, representando los intereses de sus conciudadanos ante el parlamento, y, desde siempre, como una devota cristiana. Su vida es un ejemplo de compromiso, entrega y dedicación a los demás.
En 2004 escribió un folleto sobre la visión cristiana del matrimonio y la educación sexual dirigido a los miembros de su congregación. Entiende que un tema tan importante no es ajeno a la misión de la Iglesia y que su experiencia personal y profesional, como madre y como médico, puede ayudar a esclarecer este tema.
Ha demostrado grandes dotes de servicio y liderazgo en su vida profesional y personal, pues es esposa, madre y abuela además de médico, política y cristiana. Esposa de Niilo, pastor protestante, con el que ha estado casada durante más de 25 años, madre de cinco hijos y abuela de 10 nietos.
Es Päivi Räsänen y ha sido juzgada en su país por compartir públicamente sus convicciones religiosas. Oficialmente, los cargos a los que se ha enfrentado han sido los de ethinic agitation, agitación étnica o también llamado «delito de odio». Estas acusaciones se basaban en el folleto que escribió hace más de 17 años, el mencionado tuit con los versículos de la Biblia y unas declaraciones que hizo en un debate en la radio en 2019. Se la acusa de todo esto, pero realmente el motivo por el que la juzgan es otro. Está siendo juzgada por compartir sus convicciones en público.
Päivi no es la que ha cometido la agresión. Es ella la que está siendo agredida en pro de la corrección política que pretende impedir que la gente hable libremente. La sociedad democrática occidental tiene, como uno de sus principios básicos, la libertad de expresión, que implica la libertad de decir cosas que algunos podrían considerar impopulares y susceptibles de ofender a alguien. Poder expresar desacuerdos en público y debatir sobre ellos es fundamenta ya que es ahí, en el desacuerdo y en la confrontación de opiniones, donde la sociedad se fortalece y crece.
Digo que Päivi es una mujer valiente porque ha levantado la voz en contra de aquello que le parecía injusto e incoherente y que en el caso del tweet venía de aquellos a los que considera hermanos. Es por esta razón por la que Päivi me parece aún más valiente. Lo dijo Dumbeldore en el salón de Hogwarts, alabando a Neville Longbottom, que había intentado impedir el paso a sus amigos, dispuestos a luchas contra Voldemort: «Hay que ser muy valiente para enfrentarse a los enemigos, pero mucho más para enfrentarse a los amigos». Su ejemplo ha suscitado numerosos apoyos dentro de su congregación, despertando a aquellos que antes estaban dormidos.
El pasado 30 de marzo, Päivi fue absuelta de todos los cargos de manera unánime. No es sorprendente, ya que los cargos difícilmente pueden sostenerse. Lo que sí es sorprendente es que la fiscal vaya a apelar una sentencia tan abrumadora. Es reconfortante ver cómo la misma Räsänen afronta la apelación de la sentencia con el convencimiento de su inocencia y la firme voluntad de defenderse de las acusaciones de la fiscalía que constituyen un ataque flagrante contra la libertad de expresión. Ella misma ha dicho que está «consternada por el hecho de que el fiscal no deje de lado esta campaña de acoso contra mí». Pero que está «dispuesta a defender la libertad de expresión y religiosa», no sólo por ella, sino «por todos los que puedan verse afectados en un futuro».
En esta lucha, Päivi se juega mucho. Aquí, Europa se juega mucho. Todos nos jugamos mucho.