Virgen María

Cómo viviría la Virgen María, su madre, estos días. ¿Qué harías si supieras que vas a perder a quien más quieres en apenas unas horas? El amor de una madre, su entrega total, su intuición, desde el principio, desde niño —una espada te traspasará el corazón—, de la pérdida, es un inmenso dolor. Saber que tu hijo no es tuyo, no es para tí, que todo el amor que puedas darle es sólo una parte del inmenso amor que Dios tiene pensado para la humanidad.

Nos resitúa ese no tenernos por un todo absoluto nosotros con nosotros mismos. No sé si realmente terminamos de ser capaces de acoger y aceptar alguna vez que no somos el centro del universo. No sé si somos capaces de aceptar que nuestra vida, nuestro amor, nuestra identidad, no son todo lo más importante que hay. Líbranos, Señor, de la absurda creencia que todo debe ser como nosotros queremos que sea, pensamos que sea, deseamos que sea… Quizás algo así decimos con que María nació sin pecado original, sin esa tendencia al yo-mi-me-conmigo, sin esa inclinación egoísta a ser el centro absoluto de todo. María amando, entregando todo, hasta a sí misma, todo su amor, su Hijo. Todo eso está en su Sí, todo eso está en su abrazo. Todo eso estará cuando, ya muerto Cristo, lo coja en brazos. Como cuando era niño.

Este día, en medio de la Semana Mayor, puede ser un buen día para intentar situarnos. Para mirar a la Virgen María, la Madre del Señor, nuestra Madre del Cielo, la Madre de la Iglesia, y que nos enseñe que no somos el centro de lo que hay. Que el centro está siempre más allá y más acá. Que la única puerta para que Dios llene nuestra vida pasa por vaciarla nosotros de nosotros mismos.

Vicente Niño
Fr. Vicente Niño Orti, OP. Córdoba 1978. Fraile Sacerdote Dominico. De formación jurista, descubrió su pasión en Dios, la filosofía, la teología y la política. Colabora con Ecclesia, Posmodernia, La Controversia y la Nueva Razón.