Mi abuela siempre contaba que su amiga más fiestera, la que antes empezó a fumar, la que calzaba los tacones más largos, la que menos hubiera parecido monja, se metió al convento en la veintena y en setenta años no salió de allí. Recuerdo de niño ir a visitar en Zarauz a la hermana Lolo, siempre sonriente tras la rejilla. Cualquiera podría pensar que Lolo, vivita y coleando a sus 96 años, no es una monja al uso, como Sor Citroën tampoco lo era. Pero Bosco Films, productora y distribuidora de cine religioso, ha venido a enseñarnos que, en el fondo, ninguna monja de nuestro país lo es. Todas ellas conocieron la fiesta, los cigarros y la ropa de moda, antes que el gregoriano, el incienso y el hábito.
Libres: Duc in altum, se llama la película de Bosco Films, junto a otras productoras como la Asociación Católica de Propagandistas. La película se estrena el próximo 21 de abril en distintos cines de España y en ella quedan recogidos los testimonios de distintos monjes, religiosas, frailes y hermanas de diversas comunidades. Queda claro desde el principio del documental que la vida del monje implica una pequeña renuncia, como bien conoce el fraile andaluz que explica con salero el cambio de la Feria de Abril por las paredes del convento. Una renuncia pequeña, un no minúsculo, que abraza el sí a lo grande. Uno de los protagonistas, por ejemplo, pintaba en la capital francesa junto a la pompa y el boato parisino, pero en Toledo conoció la vida monástica y se enganchó al silencio. Porque el silencio engancha.
Claro que de la vida de los religiosos mucho podría decirse, pero la película Libres aborda precisamente los temas esenciales: ¿se puede ser verdaderamente libre dentro de un convento? ¿Hay libertad en la soledad del silencio? ¿Es cierto que sólo Dios basta? En la película de Bosco Films queda claro que sí. La respuesta es rotundamente afirmativa: «La gente busca energías en el Himalaya, la luz en aficiones extrañas, el positivismo… Pero la energía de verdad es Jesucristo, y esa energía, esa presencia de Dios, está en los monasterios». Queda también claro que esta energía no es constante, como tampoco la oración es siempre un diálogo fructífero. Libres muestra, de hecho, la trastienda de varios monasterios y en el testimonio de los monjes vemos que su vida es más que un diálogo: es un encuentro.
Preguntados sobre la soledad y sus dudas, en Libres: Duc in altum el espectador comprende que existe una soledad monástica, que implica intimidad de lo creado con el Creador, frente a la soledad del mundo moderno, que es el individualismo. Una monja resume el asunto a la perfección, parafraseando a San Pablo: «Sé de quién me he fiado». Una fe férrea que no deja de plasmar algunas dudas. «Yo vivo mi vida como una batalla campal contras las dudas. Muchas veces nos llaman retaguardia orante, pero yo siento que vivimos en la vanguardia, me veo delante del todo, en la vanguardia orante del mundo». Libres, en fin, nos deja conocer los entresijos de esta vanguardia que lucha por conocer la verdad. Precisamente porque la verdad nos hará libres.