Las elecciones autonómicas madrileñas del 4 de mayo fueron un verdadero terremoto político de consecuencias aún inciertas. Lo que quedó patente es la debilidad de los partidos que forman el Gobierno de España. El PSOE, en tercera posición. Un resultado catastrófico teniendo en cuenta que hablamos de la comunidad de la capital de España y del primer partido a nivel nacional. Podemos, por su parte, no corrió mejor suerte. El partido morado quedó en última posición con un Pablo Iglesias ya caído en desgracia. Un resultado ridículo para quien estuvo a punto de adelantar al PSOE hace tan solo cinco años.
Sin embargo, no todo fueron malas noticias para la izquierda patria. Más Madrid, con Mónica García (médica y madre) como candidata, consiguió el segundo puesto del pódium. Medalla de plata. Sin duda, todo un éxito para un partido que tiene poco tiempo de vida política.
Los resultados fueron un mazazo para la moral de la izquierda y pusieron de manifiesto que los partidos del gobierno nacional se encuentran en horas bajas. En esta situación de desánimo y desasosiego, algunos medios de comunicación, en especial la izquierda mediática y las élites progres, han comenzado la búsqueda de una nueva estrella a la que adorar y poner la alfombra roja allí por donde pasa. Y ya la han encontrado: Íñigo Errejón.
Asistimos desde el 4M a un tour de Errejón por todos los programas de todas las cadenas de televisión. Y, también, a un blanqueamiento por parte de los medios. Todos, sin excepción, le han tratado con una suavidad inusitada. Recuerda a aquella operación que vivimos en 2014 y por la cual los dirigentes de Podemos, incluso antes de las elecciones europeas, pasaban horas y horas en distintos platós de televisión. Fue algo realmente increíble, pero por alguna razón desconocida –o no– un partido que no tenía representación parlamentaria ocupó muchísimo espacio en los medios. Una campaña electoral impagable.
Algo parecido estamos viviendo en la actualidad, aunque con distintos personajes. Ahora es Errejón el que se pasea por los platós y no Iglesias. Podemos poner cualquier cadena de televisión que tendremos la “suerte” de encontrarle en pantalla.
Camino verde
En muchas ocasiones es tratado por los periodistas como una especie de mesías. Una suerte de iluminado que ha llegado caído del cielo para guiarnos y dar solución a todos nuestros problemas. Todo ello con el ecologismo como única solución a todos los males que asolan España.
Es precisamente ese el camino que quiere seguir Errejón: el del ecologismo. Intenta sumarse a la ola verde que está cubriendo toda Europa. En Alemania, los verdes han conseguido un ascenso fulgurante y ya están muy por delante de los socialdemócratas e incluso de la todopoderosa CDU de Merkel. Sin duda, que un partido de estas características lograse gobernar el motor económico de Europa sería un hecho que sacudiría los cimientos de la política del viejo continente.
Ya en 2016 los verdes consiguieron una importante plaza: la presidencia de la República de Austria. Nuestra vecina Francia tampoco ha quedado libre de la nueva marea ecologista. En 2020, los verdes consiguieron importantes alcaldías como Lyon, Marsella o Estrasburgo.
Viendo el éxito de esta nueva izquierda, Errejón no quiere renunciar a hacer lo propio en España. A simple vista, podría resultar sorprendente una apuesta tan firme y decidida por el ecologismo por parte de Errejón, pues todo el mundo que haya seguido un poco su carrera política sabe perfectamente que este personaje no viene de la tradición ecologista y en sus inicios nunca hizo del medio ambiente su principal bandera política.
Nuevas banderas, viejas ideas
Realmente no es tan sorprendente. Tras la caída del muro de Berlín, el comunismo entró en colapso y tuvo que llevar a cabo una transformación. Todo el mundo pudo ver la miseria, represión y falta de libertades que traía la ideología de la hoz y el martillo. Con el muro de Berlín cayó aquel mito de comunismo como esa especie de Arcadia feliz que sus promotores intentaban vendernos. Los comunistas fueron entonces conscientes de que necesitaba nuevas banderas para hacer atractivo su proyecto y poder engañar fácilmente a las masas. A partir de entonces cambiaron de estrategia y abandonaron la lucha de clases, haciendo del feminismo y el ecologismo los pilares fundamentales de su discurso. Reinventarse o morir.
Junto a esta mutación del comunismo, Errejón también ha tomado muy buena nota de los errores de Podemos en los últimos años. Cualquier persona que sepa algo de estrategia política conoce que una de las razones que impidió un mayor crecimiento de Iglesias fue precisamente el miedo que transmitía su figura en buena parte del electorado. Su figura movilizaba al electorado de la derecha y generaba cierta intranquilidad en algunos sectores de la izquierda. Es algo que quedó de manifiesto en las elecciones generales de 2016 y en las recientes elecciones madrileñas del 4M.
Iglesias siempre ha presumido de ser un asustaviejas y es precisamente eso lo que quiere evitar Errejón. Tras las elecciones generales de 2015, era partidario de un pacto con el PSOE e incluso con Ciudadanos, mientras que Iglesias soñaba con una repetición electoral y cumplir así su anhelo de dar el sorpasso al PSOE. Finalmente, Podemos fue a esas elecciones en coalición con IU y obtuvo peores resultados, fracasando en su intento de sorpasso. También de aquello tomó buena nota Errejón.
Consciente de todo lo anterior, Errejón ha optado por disfrazar su proyecto totalitario de un falso ecologismo que impera en toda Europa y, al mismo tiempo, dar una imagen de moderación que Iglesias no tenía. Junto a esa cara aniñada, muestra cierta simpatía, tiene un perfil más institucional y menos asambleario y tiene una relativa buena imagen física. El eterno lobo con piel de cordero.
En esa estrategia de moderación, Errejón ha abierto la puerta incluso a pactos con Ciudadanos. Desde esa atalaya de falsa superioridad moral que tiene toda la izquierda, los dirigentes de Más País han decidido perdonarle la vida a la formación naranja. Según ellos, Ciudadanos tiene derecho a la reinserción y merece una segunda oportunidad. Se ve que la izquierda le ha cogido gusto a dar indultos.
“Tres comidas al día”
Pero no podemos confundirnos. Por mucho que Errejón se vista de seda, Errejón se queda. No se puede olvidar que este sujeto creció bajo las sucias faldas del chavismo. Él, junto a toda la anterior cúpula de Podemos, se paseaba por el palacio de Miraflores como Pedro por su casa.
El propio Errejón, antes de saltar al ruedo político, alardeaba sin ningún tipo de complejo de su condición de chavista convencido. En marzo de 2014, llegó a decir textualmente que “el sur de Europa necesitaba esos aires cálidos latinoamericanos”, en referencia a la necesidad de implantar en España las políticas de Hugo Chávez
Durante los primeros años, los líderes de Podemos guardaron un silencio muy medido y calculado sobre la situación en Venezuela. Era un tema que no daba votos y tampoco era cuestión de correr riesgos.
A pesar de esos años en silencio y de su aparente moderación, a finales de 2018 Errejón concedió una entrevista en Chile que no dejó indiferente a nadie. En esa entrevista, el líder de Más País aseguró que en Venezuela se respetan los derechos políticos de la oposición y que los venezolanos no pasan hambre ya que hacen “tres comidas al día”.
Tamaña barbaridad solo la puede decir alguien que en su foro interno siente algún tipo de simpatía por ese régimen criminal y corrupto. A todos nos termina saliendo lo que llevamos dentro y a él le salió el chavista que lleva dentro.
Además de dejar constancia de su simpatía hacia las políticas chavistas, con esas declaraciones Errejón demostró una absoluta falta de sensibilidad ante el drama humanitario que vive la población venezolana. Él, que está tan preocupado por la pobreza en España, por el ecologismo y por la salud mental.
Mismo proyecto, distinta estrategia
Errejón tiene el mismo proyecto totalitario que tenía Iglesias, pero el líder de Más País ha sido más inteligente y ha conseguido camuflarlo. Un proyecto que es contrario al libre mercado, a la separación de poderes y a las libertades individuales. En definitiva, un modelo contrario a la democracia liberal.
La diferencia entre ambos es de estrategia política, no ideológica. Mientras que Iglesias tiene un aspecto desarrapado, poco higiénico y muestra una gran violencia verbal, Errejón cuida más su imagen física e interpreta cierta moderación a la hora de hacer discursos.
No podemos confiarnos y creer que con la salida de Iglesias se acabó el peligro del totalitarismo. Ahora tenemos a Errejón, que es infinitamente más peligroso que su antiguo maestro. El virus chavista todavía acecha. Está en nuestras manos no caer en la trampa.