Un día, un sacerdote amigo me dijo en confesión que mi historia, mi vida, es un lugar sagrado, porque por él había pasado Dios. Y ya no es sólo el hecho de que Dios haya entrado en nuestra vida, que es lo más importante, sino porque en el camino de conversión, nos vemos removidos hasta en los rincones más recónditos de nuestro corazón, en los que Dios se cuela para poner orden, haciendo de este camino algo extremadamente humano y, al mismo tiempo, extremadamente divino. Óscar Rivas ha emprendido una autentica Misión de audaces (Homo Legens, 2022), dando la oportunidad a muchas personas de compartir su vida, pero lo ha hecho de la manera en que lo haría el mismo Cristo: pidiendo permiso y sin perder la delicadeza.

«El testimonio no ha de ser un espacio para la persuasión. Quién lo da, a través de él, nos ofrece su corazón. Sus palabras han de ser libres, en consecuencia, voluntarias y siempre acogidas con comprensión no exenta de Amor por quien las escucha». A través de estas palabras, empleadas por el autor en el libro, pone de manifiesto una verdad que debería ser una máxima en un mundo en que se destripa la vida de algunas personas, vendiéndolas al público y utilizando el morbo como catalizador de un consumo de la miseria ajena, un mundo en el que la intimidad y el pudor brillan por su ausencia, un mundo que se autodenomina «humanitario» pero que al mismo tiempo está cada vez más desprovisto de la humanidad y la comprensión no exenta de Amor, necesarias a la hora de mirar a los demás.

También se convierte el texto en una invitación a revisar mi propia vida y recorrer aquellos momentos en los que Dios ha hecho acto de presencia. Porque ¿cuántas veces pasamos de puntillas sobre acontecimientos increíbles mientras le damos demasiada importancia a nimiedades? ¿No deberíamos más bien vivir dando Gloria a Dios por todo lo que nos ha regalado? Leer este libro me lleva a revisar mi propia vida desde el prisma desde el que lo hace el autor, la Misericordia de Dios, que supone una manera esperanzadora de mirar las cosas, sabiendo que Dios siempre acaba saliendo al encuentro, que lo único que hace falta es estar atentos.

Todo lo contenido en este libro son ejemplos de aquello que dijo Jesús a sus discípulos cuando les recordaba que buscasen el reino de Dios y su justicia, que lo demás nos será dado por añadidura (Mateo 6, 33). Así lo asegura uno de los protagonistas de este libro cuando dice «cuando miras más allá, desechas todo aquello que no es importante». Porque cada día tiene su afán y el de los católicos debe ser el Pan, el de cada día, el que nos regala Dios. Vivir así para alcanzar la Libertad como la vivía San Ignacio, pidiendo a Dios su Amor y su Gracia, que con eso basta.

Con un estilo sencillo y con el mínimo de palabras suyas, Óscar Rivas nos lleva a través de la vida de diferentes personas en situaciones muy distintas. Desde la fe férrea de una niña de veinte que sabe que quien le sostiene en Dios, hasta la de una mujer que, a través de la Madre, conoció al Hijo. No son historias increíbles, pero sí extraordinarias, porque son testimonios de cómo Dios hace nuevas todas las cosas, y de que por nuestra parte sólo queda dejarle hacer y dejarnos transformar, siempre de su mano, siempre en oración.