De la misma forma que no hay revolución sin sujeto revolucionario que subvierta el orden, no puede haber oposición sin que exista un sujeto de oposición que no tenga miedo a hacer oposición.

¿Quién sería hoy ese sujeto? ¿Quién reúne las condiciones para controlar ese miedo a la amenaza de vivir sin lo que el Estado presume de dar y quitar?

En realidad, no tenemos que inventar nada porque ya Aristóteles nos marcó el camino, advirtiéndonos que la clase media era el elemento clave de una república moderada, compuesta por aquellos que tienen autonomía suficiente para no depender de nadie, ni siquiera del Gobierno, y por ello lo único que desean es libertad porque la seguridad ya la tienen.

Sólo en la diezmada clase media que aún resiste puede encontrarse ese sujeto de oposición, con la novedad de que no entendería su libertad como elección de un dueño, tal y como ocurría en la época liberal donde el Estado convivía con la Iglesia o con las familias como núcleos de poder alternativos. Ahora la libertad a conseguir no sería otra que la máxima autonomía personal, dentro de los cauces marcados por la inevitable sociabilidad.

Este sujeto de oposición no reniega de su libertad política para participar en las instituciones democráticas que aún estén vigentes, pero eso no le hará perder la concepción aristocrática de la libertad, esto es, las intromisiones del Estado en la vida de los individuos tienen el límite del consentimiento de éstos porque la libertad es un derecho de los aún pretenden que se respete su voluntad, no un condicionado beneficio del Poder.

Así, el sujeto de oposición puede votar al partido que quiera, pero también tiene derecho a organizarse contra las políticas que promueve el partido al que vota.

Aquí volvemos al concepto de superioridad moral de la mayoría que tratamos al principio del artículo.

Si allí señalamos que la estadística es el único fundamento de la preeminencia moral que se arroga el Gobierno revolucionario del 51%, ahora podemos indicar que la prima o el valor reforzado de los individuos capaces de presentarle oposición es el fomento de la seguridad de cada uno para que reviva el gusto por la libertad como obstáculo al absolutismo estatal.

Frente a la estadística como virtud, la virtud de la promoción de un régimen moderado.