En septiembre se esperan importantes cambios en los partidos de la derecha de Italia y el Reino Unido. Son dos mujeres las llamadas a coger las riendas de la derecha de ambos países. Dos mujeres que han sido víctimas del habitual rosario de epítetos con que los grandes medios de comunicación desacreditan a todos los políticos que no aceptan los dogmas de izquierda.

El 5 de septiembre se conocerá el resultado definitivo de las primarias del Partido Conservador, para elegir al sustituto de Boris Johnson y nuevo inquilino del 10 de Downing Street. La gran favorita para alzarse con la victoria en las primarias conservadoras es Liz Truss, ministra de Defensa en el ejecutivo de Johnson y considerada por muchos como representante del «ala dura» de los tories. Frente a ella se encuentra Rishi Sunak, exministro de Hacienda en el gabinete de Boris Johnson.

Lo cierto es que la carrera de Truss es, cuando menos, llamativa. De joven coqueteó con el Partido Liberal-Demócrata, llegando incluso a firmar manifiestos en favor de la abolición de la Monarquía. Durante la campaña del Brexit, hizo campaña a favor de la permanencia en la Unión Europea. Hoy dice estar arrepentida de aquella postura e intenta vender a las bases las bondades del Brexit.

La probable sucesora de Johnson se ha presentado como una suerte de Margaret Thatcher, reivindicando sin ningún complejo la figura de la Dama de Hierro. Ha centrado la mayor parte de su campaña en aclarar su política económica, prometiendo una bajada radical de impuestos y contención del gasto público. Al mismo tiempo, ha prometido continuar con la política de deportación de inmigrantes ilegales a Ruanda iniciada por Johnson, además de estudiar su ampliación a otros países.

Frente a Truss, Rishi Sunak. Mucho menos liberal que su rival, considera que no es el momento de bajar impuestos, ya que eso crearía una espiral inflacionista. Muy al contrario, apuesta por dejarlos intactos y aumentar el gasto público. Sunak es considerado como un «traidor» por las bases conservadoras, ya que fue uno de los primeros en abandonar a Johnson cuando las polémicas empezaban a pasar factura al ex premier. Desde luego, si de algo puede presumir Truss, es de haber sido leal a Boris Johnson hasta el último momento.

De alzarse con la victoria, Liz Truss tendrá una ardua tarea por delante. Por un lado, intentar calmar las aguas conservadoras, revueltas desde la salida de David Cameron y el posterior Brexit. Por otro, hacer frente a la inflación galopante que sufren las islas y enfrentarse a la crisis económica que acecha a todo el continente europeo. Con el tiempo veremos si llega a ser una Margaret Thatcher o se queda en una Theresa May.

Veinte días después de conocer el resultado de las primarias tories, el 25 de septiembre, Italia se enfrenta a unas elecciones generales tras el fallido gobierno de Mario Draghi. Al igual que ocurre en el Reino Unido, es una mujer la favorita para ocupar el sillón de presidente del Consejo de ministros. Se trata de Giorgia Meloni, líder del partido derechista Fratelli d’Italia.

Más conservadora que Truss, Meloni es guardiana de las raíces cristianas que han imperado en Europa durante siglos y promete ser inflexible con la inmigración ilegal. Una de sus grandes banderas electorales es la promesa de fronteras seguras, intentando evitar que Italia vuelva a ser uno de los puertos favoritos de las mafias que se enriquecen con el tráfico de personas.

Desde hace años, a Meloni se le ha incluido machaconamente en el famoso y numeroso grupo de la «extrema derecha», comparándola con Le Pen y Salvini. Soy perfectamente consciente de que en estos tiempos que corren la reflexión y el debate no están de moda, pero lo cierto es que existen enormes diferencias entre Meloni, Le Pen y Salvini. Probablemente una de las grandes diferencias entre los tres dirigentes derechistas es que Meloni nunca ha propuesto salir de la Unión Europea o dejar la moneda única. Sí se ha mostrado crítica con la deriva federalista de la actual UE y los burócratas que habitan Bruselas, pero jamás ha propuesto la salida.

Por otra parte, también diferenciándose de Le Pen y Salvini, Meloni siempre se ha declarado atlantista. De hecho, ha aprovechado esta campaña electoral para dejar claro que es partidaria de la OTAN, de enviar armas al pueblo de Ucrania y de imponer sanciones a Rusia. A diferencia de su aliado Salvini, a Meloni no se le puede acusar de simpatizar con Putin. Al menos que se sepa.

Con el inicio de la campaña, ha publicado un vídeo en español, inglés y francés en el que responde a la prensa extranjera que la presenta como «un peligro para la democracia». En el vídeo rechaza cualquier forma de totalitarismo y afirma que su partido es «amigo» de los conservadores del Reino Unido o los republicanos. Y es cierto. Meloni ha compartido grupo en el Parlamento Europeo con los tories británicos, no con Le Pen y Salvini.

En el terreno económico, Meloni promete una rebaja masiva de impuestos, llevar a cabo una importante simplificación administrativa y recortes en el gasto superfluo. Entre sus medidas estrellas se encuentra la eliminación de la renta básica, ya que considera que no es un mecanismo útil para combatir la pobreza y lo único que genera es un sistema asistencialista. En cuestiones sociales es claramente conservadora. Siempre ha sido una firme defensora del derecho a la vida y la familia tradicional, oponiéndose frontalmente a la ideología de género y a la basura woke que sale de las universidades americanas. En definitiva, se podría decir que Meloni representa, con matices, el proyecto liberal-conservador que tradicionalmente ha predominado en los partidos de derecha occidental.

Una más liberal, la otra más conservadora, ambas han sido víctimas de ataques furibundos por parte de los satélites políticos y mediáticos de la dictadura del pensamiento único. Si no hay sorpresas de última hora, serán dos mujeres las llamadas a liderar dos de las naciones más importantes de Europa. Mujeres valientes que no han necesitado formar parte de una cuota para llegar a lo más alto. Tampoco ser la pareja de ningún político influyente. El futuro de Italia y el Reino Unido se escribirá con letra de mujer. El tiempo dirá si para bien.